<
>

Todos los hombres del Rey

Las conclusiones apresuradas tienen, en su concepción, un error intrínseco. Son, justamente, apresuradas; por defecto, lo que es atrevido acostumbra a ser equivocado. Charlas de café sin argumentos sólidos, apreciaciones que se basan en aspectos generales y dejan de lado los intangibles: la defensa es desplazamiento lateral, es educación, pero también es actitud. Es convencimiento. Los detalles, en la sumatoria, son el alma del juego. Son ladrillos que edifican la hazaña.

Los Cavaliers, diezmados por las lesiones de Kyrie Irving y Kevin Love, se acoplaron como un bloque sólido y ayudaron a LeBron James a darle una lección a quienes pensaban que esta serie estaba definida antes de tiempo. "Nunca subestimes el corazón de un campeón", dice la máxima que nació en las entrañas del coach Rudy Tomjanovich y que hoy vuelve a estar en los primeros planos tras el segundo juego de las Finales de NBA.

"Estamos sin dos All-Stars y no se si otro equipo en la Liga podría hacer esto, estar sin dos estrellas de elite y competir de la manera en la que lo hicimos. Los muchachos se están tomando esto como algo personal", dijo James en conferencia de prensa.

LeBron ha sido el Rey Arturo en esta serie. Y lo será hasta el final de esta temporada. El único hombre capaz de levantar la espada de la piedra para conquistar un imposible. Puedes amarlo, puedes odiarlo, puede resultarte agradable o antipático, pero debes ser honesto contigo mismo: James es el mejor de la Liga por una diferencia de escándalo. El único capaz de hacerlo todo. Anotar, defender, asistir, rebotear y ahora también liderar.

Diré algo que puede sonar extraño, pero desde un punto de vista psicológico, la lesión de Irving puede haber sido un factor positivo para Cleveland. Cuando un deportista se ve contra las cuerdas y nadie es capaz de apostar céntimos en él, se despierta una energía que nadie sabía que estaba allí. Es el grupo chico contra el mundo. La bronca interna, producto de la propia realidad, contagia compañeros y frustra rivales. Es la misma sensación que una persona antes y después de ser víctima de una situación límite: nunca se sabe cómo se puede reaccionar. Hasta que ocurre, y es ahí cuando se ve la verdadera casta de quien enfrenta esta clase de hechos impredecibles.

En todo lo bueno hay algo malo, y en todo lo malo hay algo bueno. En ese despertar, los jugadores internacionales han sido el escudo para James: el australiano Matthew Dellavedova, el canadiense Tristan Thompson y el ruso Timofey Mozgov -quien curiosamente ha sido relegado por Blatt en el choque de alineaciones chicas, cuando Draymond Green hace las veces de centro- han conformado un terceto interesante desde un punto de vista defensivo. Le han dado energía y un toque de corazón para pasar de ser orugas a transformarse en mariposas, siendo estandartes y forzando a los Warriors a una eficiencia ofensiva de 91.3 unidades cada 100 posesiones, algo muy por debajo de su nivel.

Dellavedova ha sido el Factor X del segundo juego de Finales NBA, por haber empujado al talento de Stephen Curry a 0-8 en tiros de campo, con 0-5 en triples, y cuatro pérdidas de balón. Interesantes números, pero volvemos a los intangibles: lo que hizo el base australiano fue meterse en la cabeza del escolta de Golden State negando el eje de cancha con su pecho, llegando a los tiros con manos en su cara, incomodándolo en cada una de sus arremetidas en el intento recurrente de pick and roll. Quizás muchos vean esto como una casualidad, pero hay algo especial para mencionar sobre Dellavedova: es la misma persona que forzó a Derrick Rose a 1-6 en TC, incluyendo 0-3 en el último cuarto de Semifinales de Conferencia. Y que obligó a Jeff Teague a 1-11 de campo en el Juego 2 de Finales del Este.

Los Cavaliers forzaron una situación de juego interesante en los tiros a distancia. Como nos indica el departamento de estadísticas de ESPN, los Warriors intentaron 19 de 35 triples saliendo del dribble, anotando sólo 4-19 desde esa vía. Fue la primera vez que lanzaron más veces en la temporada saliendo del dribble y no con lanzamientos de recepción y tiro. David Blatt merece crédito por esto: honor a quien honor merece.

"Probablemente la gente le ha dicho que es muy chico, que no es muy rápido, que no puede tirar mucho, que no puede manejar el balón y ha quebrado las estadísticas demasiadas veces", dijo James sobre Dellavedova.

Pero para que esto funcione, tiene que existir al otro costado un talento como el de LeBron. Jamás ha rendido a este nivel sobrenatural. Lo del astro de Akron es destructivo y por momentos abusivo. Un gigante moviéndose contra alumnos de jardín de infantes. Lo mejor de LeBron es cuando contagia a los demás, porque la cancha se hace más grande de lo que parece. El básquetbol se hace más fluido y la diversión se garantiza. En el primer cuarto, su juego fue individualista, no por elección, sino por lo que entregó la defensa de Warriors. En el segundo creó juego para sus compañeros y anotó o asistió en 24 de las 27 unidades de su equipo. Incluso, terminó con 22 oportunidades de asistencia, su máximo de temporada. En algún momento de su carrera puede haber sido un jugador individualista, pero hoy no existe estrella más solidaria en el juego que James. Quien diga lo contrario, debe comprar urgente anteojos.

"Todo eso que escribieron de las pocas chances e ir de punto, es algo bueno", dijo Blatt, coach de Cavs, al cierre del juego. "Este equipo no tiene otra cosa en la cabeza que ganar el campeonato. Y el hecho de que Kyrie se haya lesionado, y que Kevin también haya caído antes de tiempo, no cambia nada nuestro propósito ni nuestro camino", completó.

La experiencia es el factor que juega a favor de los Cavaliers de cara a las próximas localías. El desgaste de una rotación corta, lo que juega en contra. Ahora serán los Warriors los que deberán demostrar de qué están hechos para recuperar la ventaja en las Finales de NBA.

Por su parte, todos los hombres del Rey, en su feudo, buscarán defender la corona en un juego de trono que luce tan atractivo como imprevisible.