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Bienvenidos a las Finales

¿Recuerdan lo que pasó en los primeros tres juegos de la serie de Finales de NBA? Ok, es momento de que lo olviden por completo.

Después del cuarto juego de la eliminatoria, una nueva historia empieza a escribirse.

No se trata del cansancio de LeBron James. No se trata de la energía simpática de Matthew Dellavedova. Hablamos ahora del renacer de Golden State fuera de su feudo. Del regreso del ritmo ensordecedor, del vértigo y de la furia, con todo lo que eso significa. Como una bestia peligrosa que reacciona de un zarpazo a la cara al verse acorralada. Acción y reacción.

Steve Kerr descifró algunos problemas desde el propio arranque de partido. La utilización de una alineación chica desde el minuto cero le permitió quebrar con el orden establecido. Si jugando con dos ala-pivotes y un centro había sido superado por Cleveland por un margen de 26 puntos, ayer, con sólo un ala-pivote y un centro, logró distanciarse de su rival por un margen de 27 unidades.

"Nos dio ese ritmo desde el arranque", dijo Draymond Green al cierre del juego. "Lo pudimos usar como un cambio de ritmo adecuado".

Fue la defensa la que le permitió a Golden State volver a ser una fotocopia de lo que había mostrado a lo largo de la temporada regular y en las primeras series de playoffs. Empecemos por el trabajo de conjunto: los doblajes adecuados sobre LeBron lo obligaron a jugar incómodo, sin las libertades que había tenido en partidos anteriores. Incluso la defensa escalonada no le permitió sumergirse en la pintura con tanta facilidad. Y si a eso le sumamos que llegaron bien a los tiros exteriores por su rotación defensiva, y forzaron al rival a un triste 6-45 general (13.3%) en lanzamientos fuera de la llave, eso permitió rebotes rápidos para salir disparados al otro costado. Un dato adicional: Golden State limitó a Cleveland a 92.4 puntos cada 100 posesiones, mejorando su récord a 51-4 cuando mantienen al rival por debajo de 100 en eficiencia ofensiva.

Desde un punto de vista individual, Andre Iguodala transformó a LeBron en un ser humano normal. Podríamos discutir acerca de lo que esto significa tras lo que pasó en los tres encuentros anteriores, y acaso podremos concluir que se trató de una excepción a la regla. Más allá de todo, lo del ex alero de los Sixers fue notable, en los dos costados de la cancha. Sin el balón, nos informa el departamento de estadísticas de ESPN, 63% de las posesiones de Cavs terminaron en un emparejamiento entre estos dos jugadores (48% en Juegos 1-3). Y en ese recorrido, LeBron anotó 4-14 con Iguodala como oposición. Ni hablar la cantidad de decisiones equivocadas que le obligó a tomar por su presión defensiva en mitad de cancha.

"Es uno de los factores X y vino a jugar", dijo James sobre Iguodala. "Lanzó el balón extremadamente bien. Anotó cuatro triples. Estuvo en ataque encendido. Volcó dos pelotas en transición al comienzo del juego, lo que lo motivó. Fue muy bueno para ellos", completó.

Interesante que LeBron hable sólo del valor de Iguodala en ataque, cuando su mayor mérito estuvo sin la pelota. Pero más allá de esto, es verdad que fue notable su rendimiento ofensivo. Con él en cancha, los Warriors tuvieron un diferencial de +32 puntos, con una eficiencia ofensiva de 105.2 y una eficiencia defensiva de 90.2. Sin él, un diferencial de -10, una eficiencia en ataque de 97.9 y una eficiencia sin pelota de 99.4.

Hay mucho de confianza en el rendimiento de los equipos. Y en estas Finales no ha sido excepción. Cuando el plan de juego funciona, los compañeros se contagian entre sí y obtienen réditos del fortalecimiento psicológico. La defensa le permitió a Golden State ganar en tranquilidad y desarrollar su juego de pases efectivo al otro costado. El movimiento de balón fue realmente superior con respecto a los juegos anteriores: 40.9% (9-22) proveniente de pases a la zona de tres puntos en el Juego 4 (32.4% en Juegos 2-3).

Nos agrega ESPN Stats que Draymond Green creó 13 oportunidades de asistencia en el Juego 4, contra sólo seis en los Juegos 1-3. En los partidos que Golden State ganó, 74% de sus triples llegaron procedentes de recepción y tiro. En las derrotas, sólo el 46% llegó por esta vía. Cuando el balón se mueve y los jugadores no se muestran estáticos, ocurren esta clase de situaciones. En el Juego 4, Stephen Curry se mostró más rápido que su propia sombra, y la realidad estuvo en que no hizo siempre lo mismo ni mantuvo tanto el balón en su poder, con esa lógica de juego al estilo de James Harden que no beneficia más que a quien transporta la pelota. Tomó los tiros a distancia que debió tomar, pero también incursionó en penetraciones que fueron un problema para los Cavaliers, porque significaron anotación del base de Warriors o tiro abierto de un compañero.

La estaticidad es el enemigo número uno de los Warriors.

Ese ritmo desgastante de la visita obligó a un cansancio letal del local. Y eso se vio en el último cuarto, cuando los jugadores de Cleveland arrastraron la lengua por el parquet. Sus seis mejores jugadores (James, Tristan Thompson, J.R. Smith, Iman Shumpert, Timofey Mozgov y Dellavedova) jugaron el 86.8% del total de minutos durante los cuatro primeros partidos de Finales. De acuerdo a Elias Sports Bureau, en los últimos 15 años los únicos ganadores de Finales en tener seis jugadores con un porcentaje superior de minutos fueron los Lakers 2002 (88.3%) y el Heat de LeBron 2012 (88.1%).

En la historia de Finales, el ganador del partido pivote (Juego 5), se ha quedado con el campeonato un 71% de las veces (20-8). El interrogante será saber, con dos noches de descanso para LeBron y compañía, si pesará más la energía de los Warriors o la experiencia de los Cavaliers. A su manera, cada uno confía en su plan de juego. Estamos como al comienzo, y con tan pocos partidos por disputarse en la temporada, no podemos hacer otra cosa que esperanzarnos con un desenlace tan épico como necesario.