Sebastián Martínez Christensen, Escritor ESPN Digital 9y

¿Todos para uno, uno para todos?

OAKLAND -- La declaración hizo eco alrededor del mundo.

"Me tengo confianza porque soy el mejor del mundo", sentenció LeBron James, luego de la derrota de los Cavaliers que los puso abajo 2-3 en las Finales de la NBA.

James no está mintiendo, él es el mejor del mundo. No obstante, más allá de que algunos lo tilden de arrogante, su historial de declaraciones nos muestra lo contrario.

Es rápido a la hora de elogiar compañeros, y generalmente es humilde en las conferencias de prensa.

Pero algo cambió ayer, y el propio LeBron admitió que fue una declaración "fuera de carácter".

Si leemos entre líneas, quizás fue una muestra de frustración ante una carencia de recursos.

Los Cavaliers hicieron sus ajustes en el Juego 5, al quitar del tabloncillo de Timofey Mozgov, esencialmente para jugar con un solo hombre grande para que LeBron incluso por momentos formara como centro y evitara así la marca de Andre Iguodala.

El único problema es que si bien Tristan Thompson es una máquina de capturar rebotes, el ruso también lo habría sido ante una alineación pequeña y el repertorio ofensivo de Mozgov está años luz por delante del de Thompson.

De hecho el ruso venía de tener el mejor partido de su carrera.

A la vez también vimos a Mike Miller y James Jones juntos en cancha al mismo tiempo, algo que nunca se vio cuando los dos estaban en Miami.

El razonamiento en este caso es utilizar la longitud de estos dos jugadores para complicar a la híbrida alineación de Golden State, y a la vez estirar la cancha con su capacidad para lastimarte a distancia.

De más está decir que eso tampoco funcionó.

Todos estos ajustes tienen un denominador común: la extrema dependencia de LeBron James.

Con las lesiones de Kyrie Irving, Kevin Love y Anderson Varejao, este conjunto de Cleveland es muy pobre a la ofensiva, y si los Warriors superan el centenar de puntos con su potente ataque, parece ser misión imposible para los Cavaliers.

LeBron James es el mejor del mundo --si debió decirlo o no es tema para otra columna-- y está teniendo una serie fenomenal sin muchos precedentes.

James está promediando 36.6 puntos, 12.4 rebotes y 8.8 asistencias tras cinco partidos en estas Finales, y está claro que de no haber sido por él, la serie ya estaría terminada hace rato.

Quizás incluso sea nombrado el MVP aún si su equipo pierde. Existe un precedente en la NBA. Se dio en 1969, cuando Jerry West promedió 37.9 tantos y recibió el premio a pesar de que sus Lakers perdieron ante los Celtics.

Es extraño que gane el MVP un integrante del equipo perdedor, pero no sólo hay un precedente sino que a la vez parece estar dándose una tormenta perfecta para que eso ocurra en esta edición.

Digo esto porque Curry recién brilló en el quinto partido, y aunque yo le daría el premio a Iguodala, la realidad es que vivimos en una era donde los grandes nombres mueven la aguja por lo cual no me sorprendería si LeBron gana el premio gane o pierda su equipo.

Sólo en el Juego 5, LeBron anotó o asistió en 71 de los 90 puntos que anotaron los Cavaliers.

Si bien la estadística es impresionante, no es una fórmula ganadora.

Muchos creen que la profundidad de un equipo está sobrevalorada en postemporada, pero nada está más lejos de la verdad.

En el quinto partido, los Warriors se apoyaron en el mejor partido de Curry en la serie, en los polifacéticos Draymond Green e Iguodala y en el aporte desde la banca de Leandro Barbosa.

Antes fue Shaun Livingston y Klay Thompson, y así sucesivamente.

Esa es la ventaja de un equipo profundo, que si no aparece uno, lo hará el otro.

En Cleveland la fórmula parece ser una sola, y si LeBron no realiza un esfuerzo sobrehumano, las posibilidades son nulas. Incluso cuando tiene uno de esos partidos épicos, a veces tampoco es suficiente.

El baloncesto es un deporte de equipo y James sencillamente no tiene los actores de reparto para acompañarlo.

Parecía que el "bipolar" J.R. Smith estaba en su noche cuando anotó 14 puntos en los primeros dos cuartos, pero no volvió a anotar en el complemento.

Mozgov estaba en la banca, Thompson no es opción ofensiva más allá de que tuvo un buen juego, Iman Shumpert fue esporádico y James Jones y Mike Miller inexistentes; Matthew Dellavedova cayó a la realidad dos partidos atrás.

Estos Cavaliers fueron construídos alrededor de LeBron James, aunque las lesiones nunca se pueden prever.

Ahora la LeBron-dependencia es más grande que nunca, y la derrota parece estar en el horizonte.

Porque a veces el análisis no debe ser tan complicado, y más bien simple.

Un jugador no puede ganarle a cinco.

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