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El vaso medio lleno

VIÑA DEL MAR (Enviado especial) -- Una vez que pasan los nervios, la adrenalina y el desahogo que provoca ganar una definición por penales, es posible hacer un balance más allá de lo que ocurrió en ese momento, en esos 14 tiros que acapararon toda la atención.

Lo primero que hay que decir es que hubiera sido una injusticia que Argentina se tenga que volver a casa en cuartos de final. Porque empequeñeció a su rival, obligándolo a cambiar su hoja de ruta apenas comenzó a transitarla, porque fue protagonista y sobre todo porque contó con al menos 10 situaciones netas de gol.

Ahí empieza el debate. La Selección repitió su mismo pecado de la primera fase: no poder aprovechar sus chances. El gol es el gran objetivo de este deporte, no hay discusión. ¿Pero tener tan poca eficacia significa jugar mal? ¿Acaso no cuenta la intención, la búsqueda, el camino que se elige para alcanzarlo?

Sin lugar a dudas, la gran virtud del conjunto de Martino fue fortalecer su idea. Profundizar la línea trazada en los primeros partidos y sostener el ritmo de juego durante mayor cantidad de tiempo.

Sólo uno intentó jugar. En los primeros 45 minutos hubo 11 remates de Argentina, incluidos los bloqueados, y ninguno de Colombia. De hecho, la única acción de "peligro" de los de Pekerman, entre comillas porque no lo fue tanto, fue un cabezazo de Jackson Martínez que atrapó Romero recién a los 21 minutos del complemento.

La Albiceleste totalizó un 61,2 por ciento de posesión, prácticamente triplicó a su adversario en cantidad de pases (433 a 149) y contó con un 81,5% de precisión. Presionó arriba y no sufrió al retroceder, como temía su entrenador. Esa diferencia marcada le hizo tambalear el pizarrón a Pekerman. Su intención de atacar con Teo Gutiérrez y Jackson Martínez duró apenas 15 minutos, momento en el que salió a calentar Edwin Cardona. A los 23, el delantero de River tuvo que salir.

Igual está claro que no todo es color de rosa para Argentina. Por ejemplo, Ezequiel Garay falló en algunas de las pocas intervenciones que tuvo con los pies, Ángel Di María todavía no logró ese desequilibrio tan habitual en el mano a mano y Javier Pastore se pinchó después de un gran primer tiempo. Y volvemos al principio, la falta de acierto frente al arco rival para evitar un sufrimiento innecesario hasta último momento.

Sin embargo, no todo se reduce a la mala puntería. Antony Silva en el 2-2 ante Paraguay, Fernando Muslera en el 1-0 contra Uruguay y particularmente David Ospina en el 0-0 frente a Colombia sacaron todo y más. Transformaron a las bestias goleadoras que tiene Argentina en delanteros más terrenales.

"Son jodidos los penales, uno tiene el miedo de quedar afuera", declaró Lionel Messi. Sobre todo si se tuvo todo para ganarlo en los 90, también en la definición desde los 12 pasos y se deja pasar el tren.

Argentina jugó tal vez su mejor partido del certamen. Por eso el vaso está medio lleno.