Carlos Bianchi 9y

Cuatro compatriotas buscan un título esquivo en la Copa América

BUENOS AIRES -- Al terminar los cuartos de final de la Copa América, hubo un dato presente en todos los análisis: los cuatro directores técnicos de los semifinalistas son argentinos.

Da placer que se haya confirmado algo que escribí en la previa del torneo para ESPN Magazine: que las pruebas a las que uno se somete en el medio local templan el carácter de quienes hemos dirigido en Argentina. Repitiendo lo que expuse entonces: "Los entrenadores de estas tierras son reconocidos y requeridos en el continente y en el mundo (...) si uno pasa el examen, termina consiguiendo un master en dirección técnica que da credenciales para trabajar en cualquier lugar".

Así como sucede con el futbolista argentino, el técnico de ese país también es muy respetado en el mundo entero. Esa capacidad de supervivencia los deja muy curtidos para enfrentar cualquier desafío, incluso para hacer gran parte de la carrera lejos de la Argentina, como es el caso de dos de los entrenadores que llevaron a sus seleccionados a semifinales.

También es cierto que los técnicos argentinos son muy consecuentes y que eso les permite acelerar los tiempos de trabajo con sus grupos. Sampaoli es el único de los cuatro que comenzó su proceso antes del Mundial 2014 y se nota en la identidad de su equipo, pero los otros tres consiguieron en muy poco tiempo transmitir su idea y meterse entre los mejores del continente.

Eso sí, a la hora de la verdad será solamente uno de ellos quien festeje la obtención de un título que se hace desear hace tiempo. En el caso del local, Chile, jamás lo consiguió. Para Argentina, los 22 años transcurridos desde 1993 son una enormidad; y tanto Paraguay como Perú, cada uno con dos Copas América en sus vitrinas, esperan desde los años 70.

¿Hay favoritos en esta carrera de cuatro? A priori, Chile y Argentina parten con ventaja, aunque ninguno de los dos va a tener un rival sencillo. Paraguay y Perú son dos equipos muy realistas, conscientes de que no pueden jugar de igual a igual, y tomarán todas las precauciones necesarias para no exponerse y aprovechar de contra.

¿Por qué es Chile uno de los favoritos? No solamente por su condición de tal, sino por lo que mencionamos arriba sobre la identidad de juego que le proporciona el tiempo de trabajo en conjunto, además con una generación que probablemente sea la mejor de su historia.

Además, es el único equipo con una producción ofensiva respetable de los cuatro que siguen en competencia: nadie más que ellos ganó más de una vez por más de un gol y sus 11 goles más que duplican la cantidad de sus rivales (5 en el caso de Paraguay y Perú, 4 los de Argentina).

Y justamente con el subcampeón del mundo se produce una de esas situaciones inexplicables del fútbol. Es quien menos goles marcó de los cuatro semifinalistas, pero probablemente sea el que más chances generó de todos. Y sin dudas fue el que más diferencias marcó en el desarrollo de los partidos con sus rivales.

Pero ahí está el gran problema de Argentina en esta copa: no pudo trasladar al marcador la enorme cantidad de chances que generó. Con los delanteros que tiene, todos ellos entre los mejores del mundo, el día que se le abra el arco debería plasmar esa superioridad en el marcador. Pero en el fútbol no se gana por puntos como en el boxeo: aquí no solamente hay que dominar al adversario, sino que en algún momento hay que trasladar ese dominio al resultado.

De cualquier manera, ante Paraguay anticipo una Argentina con los mismos once y con el mismo planteo que la que enfrentó a Colombia. Ni siquiera creo que cambie el mediocampo, donde Mascherano es inamovible, Biglia brinda equilibrio y entrega precisa y Pastore viene haciendo un gran torneo, habiéndole agregado mucho sacrificio en la vuelta a su ya conocida capacidad con la pelota en los pies.

Seguramente se plantee un partido pensado de la misma manera que el que protagonizaron en la fase de grupos, pero con un desarrollo y actitudes muy distintas. Ni Paraguay va a regalar el primer tiempo como lo hizo, en el que cedió pelota e iniciativa por completo de tan replegado que empezó, ni Argentina va a cometer los errores que tuvo si llega a estar otra vez en ventaja.

Argentina ya mostró, en todos sus compromisos, que tiene un potencial ofensivo como para doblegar a cualquiera. Pero Paraguay, seguramente con menos recursos, tuvo mucho pragmatismo y mantendrá su apuesta: está invicto en sus cuatro partidos y en tres de ellos consiguió empates remontando ante las tres potencias del continente, Argentina, Uruguay y Brasil (ante el que ya lleva cuatro partidos seguidos sin perder).

Volviendo a la primera semifinal, seguramente se plantee un duelo similar desde lo táctico: Chile con un papel protagónico y Perú más cómodo en la espera. Ricardo Gareca es un técnico que para muy bien a sus equipos, con enorme disciplina línea por línea y jugadores muy convencidos de sus roles. Es muy probable que plante un 4-4-2 en el que Pizarro y Guerrero se repartan funciones ofensivas, con el último más de punta, y apostando no solamente al contragolpe sino también al juego aéreo, en el que cuenta con especialistas ante una defensa chilena de menos estatura.

Chile tendrá que encontrar los caminos que tanto le costaron frente a Uruguay. Los de Tabárez plantearon un partido muy correcto mientras estuvieron 11 contra 11, achicando hacia atrás para bajarle el ritmo a la velocidad del juego local. Eso hizo que los de Sampaoli no pudieran generar situaciones claras durante gran parte del encuentro.

Como decíamos arriba, en este juego no solamente hay que dominar, también hay que crear oportunidades, y por último, concretarlas. Chile tiene todas las intenciones de seguir esos pasos: habrá que ver si Perú lo deja. Y, por otro lado, a esta altura del torneo también entra a jugar el cansancio: en ese sentido, el anfitrión trae un día más de descanso e intentará hacerlo pesar.

Antes de cerrar, no quería dejar pasar la oportunidad de reflexionar sobre dos temas que me llamaron la atención.

El primero es que, a mi entender, ni Colombia ni Brasil cerraron un buen torneo. En el primer caso, luego del gran Mundial había mucha (quizás demasiada) presión sobre los dirigidos por Pekerman. Si la sintieron o si simplemente no se les dieron los resultados en un torneo caracterizado por una gran paridad, solamente ellos lo saben, pero no es normal que un equipo con tanto potencial ofensivo se marche con un solo gol en cuatro partidos. Por suerte pronto habrá revancha en las eliminatorias.

El caso de Brasil parece ser mucho más serio, porque el problema no es tanto de resultados como de filosofía. El equipo de Dunga nunca encontró el rumbo y menos todavía cuando se quedó sin Neymar.

Da toda la sensación de que el diagnóstico sigue siendo el mismo que tras las dos derrotas con las que cerró el Mundial: Brasi tiene que volver a las bases. No puede ser que no haya delanteros de primer nivel a excepción de Neymar. En el último partido solamente tuvo un zurdo en su formación titular, cuando era habitual verlos lucir su elegancia en todas las líneas. Y sus laterales, el arma histórica, ya casi no se proyectan, tapados por volantes exteriores de ida y vuelta pero de poca creatividad.

Él camino tiene que ser recuperar los fundamentos que hicieron del fútbol brasileño el mejor del mundo: habilidad, velocidad, espontaneidad, improvisación. Hoy el jugador brasileño se "europeizó" tanto que perdió lo que lo hacía diferente.

El segundo tema es lo que creo que fue lo peor de este torneo: los árbitros. Es cierto que la exageración y las mañas de los jugadores sudamericanos no ayudan, pero quienes dirigen demostraron una enorme falta de personalidad para tomar decisiones y encarrilar situaciones sencillas. Y al hacer eso, dejaron que muchos partidos se les fueran de las manos.

Hoy se ha convertido en una pésima costumbre que los árbitros y los jueces de línea se dejen insultar por los futbolistas. Nunca deberían permitirlo: así como el padre que maltrata a su esposa delante de sus hijos pierde toda autoridad, lo mismo sucede con los árbitros que no castigan esos insultos. Si no hacen respetar esos valores de referencia mínimos, luego se les hace imposible impartir justicia en cualquier situación de juego que requiera tomar decisiones.

Felicidades.

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