<
>

El valor de la victoria

SILVERSTONE -- Dicen que todo lo que cuesta, vale. El valor inmediato del triunfo de Lewis Hamilton en el Gran Premio de Gran Bretaña quedó representado en la algarabía del inglés por su tercer triunfo en casa, con todo el trabajo que le demandó lograrlo, la estirada diferencia como puntero del Campeonato Mundial y el golpe que le asestó a su compañero Nico Rosberg, quien había vencido en tres de las anteriores cuatro carreras.

Plagada de matices, la novena fecha de la temporada resultó una de las mejores competencias de los últimos tiempos. La mala largada de los Mercedes, otra vez ocupantes de la primera fila, combinada con la tardía aparición de la lluvia, resultaron en perfecta combinación para el espectáculo. Aunque los mismos de siempre hayan ocupado el podio, doblete de las Flechas de Plata incluido y el regreso de Sebastian Vettel, la cita en Silverstone dejó varias puntas para desentrañar la madeja.

La mala salida de Hamilton y Rosberg abrió nuevos interrogantes sobre el sistema de largada de los W06. El campeón, se recuerda, había desperdiciado su chance de victoria con una pésima partida en Austria, luego de lo cual el equipo había trabajado en el embrague y el resto de los dispositivos usados para el lanzamiento. Hamilton había practicado largadas en Silverstone y lucía satisfecho con las mejoras. En carrera, los Mercedes fueron apabullados por los Williams: Felipe Massa saltó de tercero a primero como una flecha en medio de las Flechas, camino a la curva inicial, y Valtteri Bottas superó a Rosberg y a punto estuvo de hacerlo con Hamilton.

El finlandés aprovechó una pasada de largo del inglés cuando en la reanudación después de una temprana intervención del auto de seguridad el campeón quiso superar a Massa. Los Williams nunca lograron escaparse pero supieron contener a los Mercedes. Bottas pidió pista para superar a Massa al tiempo que giraba mas rápido que el brasileño. Parecía que el sudamericano cuidaba algo más sus neumáticos blandos en las exigentes curvas Copse, Maggots, Becketts y Chapel, los lugares donde más se acercaba su compañero. Mientras desde boxes Bottas recibía órdenes cruzadas, Massa no estiraba la ventaja y los Mercedes se mantenían demasiado cerca y expectantes.

Hamilton empezó a desanudar la carrera cuando cumplió con su parada prevista para calzar el caucho más duro. Massa y Rosberg entraron juntos y salieron aún mas pegados, pero quedaron detrás del inglés. Y lo mismo le ocurrió a Bottas. Superado el inesperado escollo de los Williams, Hamilton manejó el ritmo dispuesto a sellar su quinta victoria de 2015. Sin embargo, todavía faltaba un condimento más, ausente hasta ese momento en el fin de semana: la lluvia. Fina e intermitente al principio, cuando se volvió pertinaz obligó a un imprevisto cambio a neumáticos intermedios. Esto terminó de alterar el orden definitivo.

Hamilton acertó otra vez al colocar las gomas para lluvia. En ese lance, Rosberg pudo desembarazarse de los Williams, al cabo los grandes perdedores del día. Vettel sacó el mayor rédito posible del nuevo escenario y avanzó a un podio inesperado, que él mismo le adjudicó a las decisiones tomadas cuando comenzó a garuar. Su compañero Kimi Räikkönen, en cambio, patinó bajo el agua y desperdició todo lo bueno que había hecho antes en el fin de semana. Justo cuando en Maranello se debate sobre la continuidad del finlandés para 2016.

Mas allá de la valoración inmediata que Ferrari otorgue al podio de Vettel, la escudería tomó debida nota de las dificultades afrontadas en Inglaterra. Las SF15T estuvieron en Silverstone a más de un segundo de los Mercedes y fueron superadas por los Williams. También en el equipo del viejo Frank habrá debate sobre cómo se manejó la pelea Massa-Bottas. Y hasta Mercedes volverá a evaluar su sistema de largada. Hamilton sí tomó real dimensión del valor del triunfo en casa y del envión anímico que representa para su postulación al tricampeonato. De cuánto valen los puntos anotados en la campiña inglesa tendrá noticias más adelante.