Carlos Irusta 9y

La vuelta del Huracán

BUENOS AIRES -- Omar Narváez pasó por Buenos Aires. Estuvo junto a su cuñada, Soledad Matthysse –si, la hermana de Lucas y casada con Mario Oscar Narváez, también boxeador y hermano de Omar.

El sábado 1ro de agosto, Soledad unificó la corona mundial pluma. Es que Matthysse, titular WBA, se impuso por puntos a la canadiense Jelena Mrdjenovich, quien a su vez exponía su cetro WBC. Con Narváez también colaborando en el rincón, Soledad vivió la noche más importante de su carrera profesional, toda vez que la canadiense, que llegó con una campaña de 35-9-1, era la clara favorita. Matthyse –quien ahora suma 14-7-1, con sólo un nocaut a favor- terminó imponiendo su ataque, desbordando a una rival que terminó confundida y hasta en un momento, casi groggy.

Pero el tema es Narváez, quien a los 39 años, fue derrotado sin discusiones por Naoya Inoue (KO 2), un japonés de 22 años que no tuvo piedad. Narváez, cumplió 12 años de reinado en dos categorías.

Su campaña, hasta ese momento, era de 46 peleas con 43 victorias (23 KO) con solamente 1 derrota (Nonito Donaire, por puntos, 2011, Madison de Nueva York) y 2 empates. Perdió su segunda pelea profesional ante un joven invicto que subió al ring con solamente 7 peleas, todas ganadas, pero 6 por nocaut. Ahora se habla del regreso de Narváez quien, en realidad, nunca anunció retiro alguno. Su rival será el dominicano Diego Pichardo, radicado en la ciudad de Buenos Aires, que tiene una marca de 16 peleas ganadas, 3 por nocaut, 6 derrotas y un empate.

Entre sus vencidos figura el argentino Roberto “Incho” Sosa, actual candidato a pelear por el campeonato mundial de peso mosca WBA.

-Sí, voy a pelear en septiembre, creo que en la segunda o tercera semana de ese mes –comienza Narváez-. Nosotros venimos trabajando desde hace un tiempo, pero faltaba la fecha justa como para acomodarnos en el peso. Es lo más normal para todos los boxeadores, la bendita balanza… Pero lo bueno de todo esto es que jamás dejé de entrenar. Estoy muy contento con esta posibilidad, que estaba esperando, para volver a estar metido en los primeros planos. Creo que estoy ahí: una derrota no es caída. Al contrario, todo te sirve para fortalecerte en otros ámbitos.

-Tengamos en cuenta que el japonés Naoya Inoue es uno de los potenciales fenómenos del boxeo ya no japonés, sino internacional…

-Coincido totalmente. Es rápido, explosivo, muy fuerte y joven: ésa es una combinación muy importante. Primero, porque es el estilo que atrae al público. Y segundo por su futuro, porque si fue capaz de sorprenderme a mí, es capaz de sorprender a cualquier otro. Ninguno de todos los rivales los que tuve enfrente pudo lograr algo así…

-¿Repasaste mucho esa pelea?

-No, la vi un par de veces, pero la tengo grabada en mi mente, porque estuve todo el tiempo lúcido. Jamás perdí el conocimiento y por esa razón, puedo hacer el repaso de todo lo que estaba sucediendo. Fui totalmente consciente de lo que estaba pasando.

-Se puede decir que la pelea se terminó con la primera caída

-Efectivamente. La pelea se termina con el primer golpe que me da. Cuando me caigo estaba sentido, aparentemente. Sentí un impacto en la mollera, en la cabeza. Yo puse la mano para tratar de bloquear el golpe por arriba de la cabeza, pero… el primero que conectó fue muy firme, arriba. Cuando sentí el impacto me di cuenta de su fortaleza y me dije “Me voy a tener que cuidar porque el muchacho es fuerte”. Eso fue lo primero que pensé, sin sentir ni mareo y nada… Entonces, cuando vuelve, lo hace con una derecha arriba de la guardia. Pero en realidad, el golpe que me tira es la conmoción del primer impacto, el que menos se vio. Fue ahí cuando se me aflojan las piernas. En ningún momento me mareó. Pero las piernas no me respondían, perdía el equilibrio. Es más, cada golpe que me rozaba, me hacía perder el equilibro.

-Finalmente vino ese tremendo gancho al cuerpo.

-Y asi fue después. Cuando vino al gancho al hígado, yo me estaba cuidando la cabeza, porque quería empezar mi pelea. Pero cuando conectó ese gancho me di cuenta de que así no sirve… Era pelear en desventaja, por eso preferí terminar limpio y sano y no esperar a que me lastime más feo, como quien dice. Entonces decidí que no debía seguir en pelea, era inútil. -¿Y ahora?

-La verdad es que este descanso me vino bien (la pelea con Inoue se efectuó el 30 de diciembre de 2014), después de tener durante doce años, la presión de levantarme y acostarme, sabiendo que era campeón. Era vivir las 24 horas del día pensando sobre eso. Fue una mochila que cargué durante doce años. Asi que ahora me tomé un par de semanas para estar con la familia y pensar las cosas en frio y caliente y analizar y replantear todo. En cuanto a las ganas de seguir, a mí nunca se me terminaron: ni siquiera cuando me estaba cayendo. Así que aquí estoy: con muchas ganas y optimismo. Estoy trabajando muy a conciencia como lo hice siempre, pero con una experiencia de un retome, y esto espero que se note en septiembre: pelear y ganar…

-¿Alguna vez te cuestionaste seriamente si tenías ganas de seguir peleando?

-Me lo pregunté más de una vez, aun como campeón. Y la verdad es que dejo el gimnasio una semana y el cuerpo me lo pide. Y mi cabeza no quiere dejar de ver boxeo por ahora. Así que no es una cuestión de ser terco, es una cuestión de que me siento óptimo, tengo muchas ganas, Si esto no es asi, si algo falla, es muy fácil: hago un paso al costado y punto final.

-En tu caso, nunca te fuiste. Marcos Maidana, a su vez, dice al menos por ahora no tiene ganas.

-En el caso de Maidana lo felicito: si llegara a dejar el boxeo, hay que respetar su pensamiento. El Chino es joven y, si se retira, está en lo mejor de su campaña. La necesidad provoca el hambre como quien dice y cuando uno ya está completado económicamente se siente de otra manera. Si yo fuera él, si estuviera económicamente bien, como está él, yo también haría lo mismo…

Omar Narváez, a quien todos conocen como “El Huracán”, fue campeón panamericano en Winnipeg (1999) y dos veces representante olímpico: Atlanta 96 y Sidney 2000.

Cuando enfrentó a Inoue, estuvo a dos victorias de igualar las 31 peleas exitosas de campeonato mundial que posee Julio César Chávez. Narváez fue campeón mosca WBO a partir de mayo de 2002. Defendió esa corona en 16 oportunidades. En mayo de 2010, subió a la división supermosca y logro la corona WBO al vencer a Everth Briceño en el Luna Park. Pese a todo, sueña con reaparecer…

-No me puedo permitir eso de dar un paso al costado y quedarme con la intriga de saber si mi cuerpo responde. El cansancio lo siento como cualquier ser humano, es obvio, pero tengo ganas de seguir y quiero seguir dándome el gusto.

-¿Qué opinás de Diego Pichardo?

-Tiene un gran boxeo, es ordenadito, zurdo igual que yo, es joven y tiene hambre. Creo que va a ser una gran pelea. -De todas maneras, y al margen de lo que ocurra en el ring, seguís dando clínicas y estás al frente de tu gimnasio.

-Si, por supuesto. Ahora estoy en pleno proceso de armar mi propio gimnasio en Trelew, Chubut. Yo antes alquilaba un salón, pero ahora voy a tener mi espacio propio, que estará abierto casi todo el día. Además, estoy haciendo clínicas, exhibiciones y charlas no solamente en Chubut, sino en otras provincias. Eso me mantiene vigente, y me gusta mucho, porque noto que tengo facilidad para llegar a los oyentes, que me hago entender. En eso aprendí mucho de Sarbelio Fuentes (el técnico cubano que, durante muchos años, estuvo al frente de las Selecciones Nacionales amateurs de Argentina). Él decía que hay que ser claro y preciso. Se tiene que entender pocas palabras a lo que uno quiere llegar. Eso, además de haber sido una extraordinaria persona para mí.

-Hoy, a veces, en los rincones se escucha solamente “Dale, dale, pegá”.

-El rincón a veces grita “Dale” como un fanático más. Sin contar que, a veces, llegás a tu rincón y todos te piden cosas diferentes y al mismo tiempo. El boxeador es su propia máquina y tiene que saber lo que va a salir, lo que el rival te permite, porque finalmente, por más que todos griten y den indicaciones, el que resuelve es el boxeador…

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