Rafael Zamorano 9y

Johnny Unitas dio significado a la posición de mariscal de campo

La redacción de ESPN.com.mx eligió a los jugadores más representativos para cada número de jersey, desde el 99 hasta el 1, para dar a conocer sus semblanzas a modo de conteo regresivo hasta el arranque de la temporada regular del 2015. Aquí puedes consultar la lista completa.

MÉXICO -- Son contados los atletas cuya leyenda posee un brillo tan especial, que ni siquiera el paso de los años --hasta sumar décadas-- consigue opacar.

Tal es el caso de John Constantine Unitas. Y el camino de 'Johnny U' comenzó en el mismo sitio donde han iniciado las historias de tantos mitos de nuestro tiempo: en la improbabilidad.

Unitas era un chico delgado y bajo de estatura, uno de cuatro hermanos que habían quedado bajo el cuidado de su madre Helen cuando su padre murió de neumonía, cuando él tenía apenas cinco años de edad. Trabajando como repartidor de carbón para aportar dinero a la familia, Unitas destacaba jugando al fútbol americano pero quizás destacaba más en la cancha de baloncesto.

En su penúltimo año de preparatoria, jugado para St. Justin en Pittsburgh, Unitas fue nombrado All-City, incluso por delante del pasador de último año del poderoso equipo de St. Cecilia, Dan Rooney. Pese a ser nombrado All-City nuevamente al año siguiente el futuro de Unitas en la historia estaba lejos de estar asegurado.

Cuando llegó el momento en 1951 de elegir universidad, las opciones fueron pocas. Unitas se probó en Notre Dame, pero fue considerado demasiado pequeño para jugar para el Irish. Indiana expresó un interés efímero en él, y Unitas no consiguió aprobar el examen de admisión a Pitt.

De las escuelas relevantes, únicamente Louisville --situada en la región del país donde el baloncesto es el deporte rey--, aparecía como alternativa. Unitas se hizo con la titularidad a mediados de su primera temporada, situación que fue posible gracias a que Louisville no pertenecía a la NCAA, y sus dos primeras campañas fueron ganadoras. Un escándalo académico hizo que el programa perdiera a 15 titulares para 1953, y en sus últimas dos temporadas universitarias, los Cardinals de Unitas ganaron apenas cinco partidos. Por si fuera poco, el pasador pasó tiempo significativo de esos dos años lesionado, y en 1954 ni siquiera fue el líder pasador del equipo.

En aquellos años, la industria de la visoría para equipos de la NFL estaba en pañales. En muchos casos, se reducía a una llamada a algún entrenador asistente para preguntar quiénes eran sus mejores jugadores, o quiénes eran los mejores a quienes habían enfrentado como rivales, a cambio de un cheque por correo de unos 30 a 50 dólares. Pese a que se iban construyendo redes incipientes de información, la mayoría de equipos solía enfocarse en elementos de las escuelas que tenían a la mano.

En el draft de 1955 de la NFL, que constó de 30 rondas, los Baltimore Colts tuvieron la primera selección global. En aquella época, existía un turno denominado "bonus pick" que era rotado entre los equipos de la liga para elegir primero, independientemente de la marca del año anterior, y en ese año correspondió a los Colts, quienes tenían apenas dos años de existencia en la liga. Baltimore necesitaba a un mariscal de campo, e invirtieron esa primera selección global en uno: George Shaw, un All-America de Oregon. Se cuenta que cuando llegó el tiempo de negociar el contrato con Shaw, el pasador ni siquiera conocía los colores de su nuevo club.

Por otro lado, de cara al draft de 1955, los Cleveland Browns dijeron a Unitas que sería elegido por ellos si estaba todavía disponible en las rondas finales. Sin embargo, los Pittsburgh Steelers de la familia Rooney --probablemente influidos por la opinión de Dan, su ex rival a nivel preparatoria-- ganaron el golpe, eligiendo a Unitas en la novena ronda.

Desafortunadamente, no todos en Pittsburgh eran fanáticos de Unitas. Al entrenador en jefe Walt Kiesling no la parecía nada especial, y eso frustraba a Dan Rooney. Los Steelers tenían como titular a Jim Finks, y como su primer suplente a Ted Marchibroda, además de contar con el también novato Vic Eaton, elegido dos rondas después de Unitas. En cinco partidos de exhibición, Unitas no participó en una sola jugada.

"Su precisión era increíble", de acuerdo a Rooney, quien lo seguía de cerca en todas las prácticas del campamento de entrenamiento. "Lo observaba lanzar por horas y me enfermaba pensar que 'Kies' no lo miraba. Mi hermano Timmy --entonces con 15 años de edad--, escribió una carta a mi padre [Art Rooney] diciendo que no solamente era el mejor pasador del campamento, sino probablemente el mejor pasador de la liga. Mi padre respondió diciendo, '¿Por qué no dejan el coacheo a los coaches?'".

Para Kiesling, Unitas era demasiado lento en su mecánica y demasiado lento para aprender el libro de jugadas de los Steelers, y fue cortado.

"¿Saben que hubiera sido diferente si yo hubiera fallado?", dijo Unitas a Kiesling en su oficina cuando recibió la noticia. "Pero ustedes nunca me dieron la oportunidad de jugar".

Unitas emprendió el regreso a casa desde Olean, New York, sede del campamento de los Steelers, hacia Pittsburgh, a base de pedir aventones en la carretera. Le esperaba su esposa Dorothy con la noticia que habían comprado entradas para toda la familia para el juego inaugural de la temporada de los Steelers. La tarde de ese encuentro, se quedaron en casa sin hablar mucho de un futuro que ahora parecía destinado al fracaso.

Entonces, a petición de su entrenador de preparatoria, Unitas envió un telegrama a Paul Brown, entrenador en jefe del equipo de Cleveland, que había mostrado algún interés en el chico. Por si fuera poco, Rooney volvió a intervenir, convenciendo a su padre Art llamar a Brown.

"Dan dice que se trata de un buen chico", diría intercedería el patriarca de la familia Rooney ante Brown, quien buscaba un reemplazo para el recién retirado Otto Graham. "Quizás ustedes lo deban contratar".

Pero la suerte volvió a darle la espalda a Unitas cuando Brown convenció a Graham de regresar por una temporada más. El entrenador en jefe de Cleveland extendió, entonces, una invitación a 'Johnny U' para asistir a su campamento de entrenamiento... del siguiente año.

Unitas consiguió empleo en la construcción, laborando seis días a la semana en Aliquippa, Pennsylvania. Los jueves por la noche, jugaba para un equipo semiprofesional llamado los Bloomberg Rams en los implacables campos de la Steel Bowl Conference, una colección de clubes locales. Por cada partido, Unitas cobraba 6 dólares.

Weeb Ewbank, entrenador en jefe de los Colts y ex asistente de Brown en Cleveland, recibió en otoño de 1955 una postal sin remitente, sugiriéndole considerar a Unitas. Ewbank lo mencionó al gerente general Don Kellett, quien también había considerado al pasador en algún momento como posible agente libre. Baltimore no perdía nada. Shaw había nombrado Novato del Año en 1955 y los Colts tenían confianza en su mariscal de campo a futuro. Ewbank llamó a Unitas ofreciéndole una prueba en su campamento previo a la campaña de 1956, y la promesa de un contrato de 7,000 dólares en caso de quedarse en la plantilla.

Los Colts eran un equipo modesto, y todavía no incorporaban el uso de cámaras de film para grabar sus prácticas. En cambio, utilizaban fotografía fija. Cuando Unitas hizo su primera prueba para Baltimore, se hizo notar de inmediato en esas imágenes.

"Lo que notamos de inmediato, fue su mecánica", recordaría Ewbank años más tarde, sobre un modo de lanzar que ahora es la norma. "Era excepcional. Las fotografías lo demostraban claramente. Su brazo se extendía tan largo, que volteaba la mano como un pitcher... Cuando lanzaba, estiraba el brazo tanto que sus dedos se volteaban y podías ver el dorso de su mano".

Unitas también se encontró con un clima bastante diferente al del campamento de Pittsburgh del año previo.

"Estos tipos te tomaban a un lado y estaban contentos por trabajar contigo y ayudarte", dijo Unitas de su primera experiencia con los Colts. "George Shaw estaba contento de ayudarme con lo que le pidiera. Podías ver a Gino Marchetti trabajando con un joven ala defensiva, y mostrándole cómo trabajar. Nunca recibías esa clase de trato en Pittsburgh".

Las cualidades de Unitas no se reducían a su mecánica para lanzar, ni la precisión de sus pases. Había mucho más, desde su disposición a aguantar hasta el último instante para lanzar el pase en el momento adecuado, pese al golpe que llegaba, su modo tan único de amagar con los hombros un pase hacia un lado antes de tirarlo a otro, o su comando en la reunión previa a la jugada, Unitas comenzó a hacerse notar por todos.

Fue entonces que la suerte de Unitas comenzó a cambiar, pero ocurrió a costa de Shaw. A principios de la campaña de 1956, ante los Chicago Bears, Shaw se fracturó una pierna y Unitas ingresó en su sitio. El resto, como como reza la trillada frase, es historia.

El inicio no fue sencillo. La primera jugada en la que participó Unitas resultó en un balón suelto en el intercambio con el corredor, resultando en un touchdown para los Bears. El primer pase que intentó fue interceptado, y devuelto para touchdown. Chicago ganó 58-27 un partido que iba perdiendo 20-7 cuando ocurrió la lesión de Shaw, pero no importó: la estafeta había cambiado de manos de manera definitiva.

Unitas lideró una victoria por remontada la semana siguiente ante los Green Bay Packers, y uno de los momentos cumbres de la campaña fue cuando vencieron en Cleveland al equipo de Paul Brown. Una de las anécdotas más famosas de la época recuerda al empleado de Baltimore preguntando a Shaw cuándo estaría listo para volver, con Marchetti interrumpiendo: "Nunca volverá a ser el mariscal de campo. Unitas es el mariscal de campo ahora".

El legado de Unitas es más grande que lo mostrado por sus números: un porcentaje de pases completos de 54.6 por ciento de por vida, 290 touchdowns contra 253 intercepciones y 40,239 yardas aéreas. Su legado supera una increíble marca como mariscal de campo de 118 triunfos contra 64 derrotas y 4 empates. Diez invitaciones al Pro Bowl, cinco menciones como All-Pro de primer equipo y tres designaciones como Jugador Más Valioso de la NFL por AP no le terminan de hacer justicia.

Después de todo, Unitas redefinió su posición, y de paso la convirtió en la más importante de fútbol americano profesional. En una época en que los mariscales de campo eran todavía mariscales de campo (es decir, daban órdenes en lugar de recibirlas), Unitas era perfecto. Esa cualidad innombrable, que a su vez está hecha conformada por tantas otras que hemos identificado genéricamente como "intangibles" cada vez que tratamos de explicar por qué unos pasadores triunfan más que otros independientemente de lo bien o mal que lancen, a Unitas le sobraba. Los Colts sabían que, sin importar el rival, el marcador, o el tiempo restante en el marcador, con 'Johnny U' en los controles, el triunfo estaba a su alcance. Aunque no ganó cada partido, Unitas nunca fracasó en hacerle creer a sus compañeros que podía hacerlo, y en ello radica su aptitud para elevar el juego de quienes le rodeaban.

El momento cumbre de Unitas llegó en el Juego de Campeonato de la NFL de 1958, en Yankee Stadium. Los Colts se medían ante unos New York Giants que serían bien recordados por sus coordinadores: Vince Lombardi a la ofensiva y Tom Landry a la defensiva. Unitas no solamente tenía que superar con ejecución a los defensivos que mandaba Landry al campo, sino superar mentalmente el esquema defensivo que desde la banca orquestaba.

Frente a más de 64,000 aficionados en el estadio, y un estimado de 45 millones frente a sus televisiones siguiendo la transmisión a nivel nacional, Unitas y sus Colts tomaron el ovoide en su propia yarda 14 con poco más de dos minutos por jugar, y abajo por 17-14. Metódicamente, Unitas completó pases a Lenny Moore y Raymond Berry para conducir a Baltimore hasta la yarda 13 de New York. Steve Myhra conectó gol de campo de 20 yardas y el partido se convirtió en el primer Juego de Campeonato en la historia de la liga en irse a la prórroga.

Los Giants ganarían el lanzamiento de la moneda y tendrían la primera oportunidad para anotar, pero después de un rápido tres y fuera, se aprestaban para volver a defender en contra de Unitas. Ahora, comenzando desde su yarda 20, Baltimore volvió a caminar sobre la defensiva de Landry, gracias en buena medida a la selección de jugadas de Unitas. Los Colts alcanzaron la yarda 1 de los Giants, y en la yarda 1, Unitas ordenó un acarreo de Alan Ameche para touchdown, en lugar de conformarse con otro gol de campo.

Esa noche del 28 de diciembre de 1958, frente a todos esos espectadores --unos en vivo y otros a través de una transmisión que perdería eventualmente NBC--, Unitas se convertía en el máximo ídolo del nuevo deporte profesional preferido en los Estados Unidos. A la fecha, se sigue recordando ese partido como "The Greatest Game Ever Played", y "The Game That Changed Pro Football".

Después de ese primer título de la NFL del '58 --en apenas la segunda temporada ganadora en la historia de la franquicia, Unitas condujo a los Colts a repetir en 1959, y en 1964 debieron conformarse con el subcampeonato tras caer ante los Browns. Unitas también fue parte del equipo de los Colts, ya bajo las órdenes de Don Shula, que cayó ante los New York Jets de Joe Namath en el Super Bowl III, y del cuadro que conquistó el Super Bowl IV frente a los Dallas Cowboys.

El ocaso de la carrera de Unitas no fue fácil de digerir: una temporada final, la de 1973, con los San Diego Chargers, cuando era claro que 18 años de castigo en la NFL había disminuido sus capacidades físicas. Pero ni eso logró acabar con el brillo del chico humilde convertido en mariscal de campo, convertido en mito.

El N° 16 que portaba Unitas en Louisville es el único jersey retirado por la escuela, y su N° 19 ha sido sacado de circulación por los Colts, ahora radicados en Indianapolis. Unitas siempre se manifestó en contra de la mudanza de la franquicia, y consideraba a los Baltimore Ravens como los genuinos sucesores de la organización para la que él jugó. Se han levantado estatuas de Unitas en los estadios de Louisville y de los Ravens, y desde 1987, el "Unitas Golden Arm" es un premio que reconoce al mejor pasador de nivel universitario. Desde 1979, Unitas es parte del Salón de la Fama del Fútbol Americano Profesional.

Unitas se retiró con virtualmente todos los récords relevantes posibles para un mariscal de campo de la NFL, y aunque la mayoría de ellos han sido superados --en parte, sin duda, por la influencia de los cambios de reglas que favorecen a los ataques aéreos de hoy en día--, ninguna conversación por el mejor pasador en la historia del juego puede ignorar al delgado y encorvado N° 19 que dio a los Baltimore Colts su época más gloriosa.

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