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Llorar, la costumbre argentina

Bauza afirmó que la ventaja de Boca es "determinante" Twitter

BUENOS AIRES -- En el diccionario de la Real Academa Española la palabra llorar tiene distintas acepciones: “Derramar lágrimas”. “Manar de los ojos un líquido”. “Sentir vivamente algo”.

En el diccionario del fútbol argentino la palabra llorar significa lo siguiente: “Aprovechar una situación polémica o confusa para protestar y ponerse en víctima, con el fin de sacar rédito en el momento o en el futuro inmediato”.

Llorar se convirtió en una nueva (o no tan nueva) costumbre en la Argentina. Todos protestan, todos se sienten perjudicados: por los árbitros en primera medida, pero también por las decisiones que se toman desde la AFA, por la supuesta deslealtad de los rivales, por la dirigencia rival…

La lista es larga, y obviamente se potencia en estas instancias, cuando se empieza a definir el campeonato. Venimos presenciando un show de quejas y cuestionamientos interminables, algo que hasta el momento sólo se circunscribe a la lucha por el título.

No porque los clubes que pelean arriba sean más sensibles, sino porque en este inédito torneo de 30 equipos, la enorme diferencia de presupuesto y de planteles hizo que Chicago y Crucero del Norte, dos de los recién ascendidos, quedaran casi condenados al descenso desde hace tiempo.

En estos casos, nadie puede decir que se va a la B por los malos arbitrajes o por una pelea entre la dirigencia del club y la AFA.

Quejarse para condicionar y sacar ventaja, de eso se trata. Boca implementó la técnica ante River en el pasado superclásico: protestó cada infracción medianamente fuerte de su rival, reaccionó con vehemencia cuando Ponzio jugó al límite y logró, en parte, el objetivo: el volante y referente de River se fue al vestuario a los 35 minutos del primer tiempo, no porque el árbitro lo haya echado, algo que debió haber hecho, sino porque Gallardo entendió que de seguir, los minutos del ex Newell’s dentro del campo de juego estaban contados.

La semana pasada San Lorenzo quedó eliminado de la Copa Argentina ante Racing. Sobre la hora y con un penal polémico.

Enseguida, Edgardo Bauza salió a declarar. Primero, con ironía: “El árbitro dirigió 10 puntos”. Luego, que Abal cobró un penal inexistente, que debió expulsar a Lollo, y fue más allá: “Hay que tener en cuenta que este es un año electoral y hay que acomodarse bien”.

La referencia tiene que ver a la futuras Elecciones en AFA, donde Marcelo Tinelli es uno de los candidatos. Tratando de descifrar las declaraciones del técnico, alguien desde la calle Viamonte estaría tratando de “bombear” al Ciclón para perjudicar la candidatura de Tinelli. Rebuscado.

Lo cierto es que San Lorenzo jugó con Racing apenas unos días después, y el árbitro Trucco quedó en el ojo de la tormenta. Hubo dos jugadas en las que Racing pidió penal y eso pareció en cancha, pero la TV finalmente demostró que no fueron.

Y una mano clara de Mas al borde del área que no fue penal por centímetros, pero que por las dudas Trucco no cobró. ¿Arbitro condicionado? Dio la sensación que luego de las palabras de Bauza, Trucco no le iba a cobrar a San Lorenzo un penal en contra (y en su propia casa) ni siquiera con Bou y Pavone amordazados y encadendos a un poste en el punto de penal.

Las quejas para los rivales también están a la orden del día. Cuando no se puede ganar, el árbitro no incidió en el resultado y no hay conspiraciones para denunciar, se llora porque el equipo de enfrente hizo tiempo, no quiso jugar, planteó el partido como equipo chico. Dijo Gallardo tras el empate 1 a 1 con Lanús: “Ellos vinieron a defenderse y a hacer tiempo”.

El Chacho Coudet, DT de Central, declaró luego de la igualdad con sabor a poco contra Newell’s, en la fecha 24: “Achicaron espacios para atrás y sólo se dedicaron a defender el resultado. No quisieron jugar”.

Unas semanas atrás, Pipo Gorosito, tras el empate ante Banfield luego de que al Taladro le dieran un penal inexistente, fue durísimo: “Que se dejen de joder con nosotros. Es una cosa contra Argentinos. Voy a mostrar todos los mensajes que me vienen mandando y se va a armar un quilombo grande”. Tal vez los mensajes eran sobre lo que el DT pensaba cenar esa noche con unos amigos, quién sabe. Nadie los vio y nadie los verá, pero la duda ya estaba sembrada.

La terrible patada de Tevez al pibe Ham, que no fue sancionada por el árbitro, abrió y promete seguir con un nuevo capítulo de reclamos y condicionamientos. Tevez, de un día para el otro, pasó de ser el “jugador del pueblo” a “un mala leche sin escrúpulos”. Ojo, la infracción del Apache es condenable, como seguramente, muchos de los reclamos de técnicos y jugadores sean justos.

La cuestión es que resulta imposible encontrar un equilibrio cuando se sospecha de todo, cuando se declara y se acusa sin sentido y en caliente, y cuando detrás de la más mínima equivocación se encuentra una conspiración incomprobable.

Pero así se vive hoy el fútbol argentino. Parece que lo más importante es quejarse, criticar, tratar de sacar ventaja. A la frase “miente, que algo quedará”, podría agregarse una bien relacionada con el fútbol local: “Llorá, que a alguien, tarde o temprano, vas a condicionar”.