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Opina Connolly: Golpe al corazón del equipo Puma

CHENTELHAM (Enviado especial) -- El clima cambió en el búnker argentino. Y no fue por perder con los All Blacks en Wembley ni por la presión que ya se siente en el ambiente por tener que ganar o ganar los tres partidos que quedan en la zona. El motivo por el que todo se modificó fue la sanción a Mariano Galarza, que lo deja afuera de la Copa del Mundo. Cayó como una bomba. No eran optimistas en la previa, pero nadie esperaba una pena de nueve semanas.

Él no era uno más en el plantel. Sobre todo para Daniel Hourcade. Como entrenador, el tucumano le dio un lugar indiscutido en la segunda línea. Lo respaldó una y otra vez porque lo conocía desde la época de Pampas XV, equipo en el que hasta fue capitán de la mano del Huevo.

Sin haber jugado un minuto desde mayo, por una operación en el hombro, y con poco rodaje en el último año por otra lesión previa, el DT lo esperó y lo convocó. Entró un tiempo con Leicester y fue al banco contra Nueva Zelanda, pese a estar sin ritmo. Él entró y estuvo a la altura. Sin embargo, una jugada desafortunada en la que hizo contacto en la zona de los ojos a Brodie Retallick para sacarlo de un maul, lo sacó del Mundial.

En el grupo, Galarza es de esos jugadores silenciosos, que predican con el ejemplo. De los que dicen poco pero hacen mucho. Y sus compañeros saben todo lo que luchó para estar. Porque los pronósticos cuando se lesionó con Gloucester lo daban afuera, pero peleó y llegó. Por eso, duele más.

Con el correr de los tests se convirtió en una pieza clave para el line. Y también para el pack. Hourcade le dio la confianza necesaria para que lo sea. Ya no era ese flaco alto que fue convocado por Santiago Phelan en esa primera gira de noviembre, allá por 2008.

Los Pumas perdieron un jugador y deberán afrontar lo que queda con 30. Fue un golpe al corazón del equipo. Y del entrenador.