El invicto ucraniano Viktor Postol interpretó su plan de pelea a la perfección, noqueó en el décimo asalto al gran favorito, Lucas Matthysse, y es el nuevo monarca súper ligero del CMB. Fue la victoria de la técnica, de un impecable movimiento de piernas sobre el cuadrilátero, de una efectividad de golpeo casi quirúrgica y por sobre todas las cosas una habilidad poco común para aprovechar el jab como herramienta de ataque y contención.
Lucas Matthysse padeció problemas que no son nuevos, como esa falta de energía en los últimos asaltos, la ansiedad que se traduce en frustración cuando las cosas no salen, sus problemas defensivos que tampoco son nuevos y esta vez, habrá que agregar la falta de un plan B, algo de lo cual hay un solo culpable: su esquina.
La batalla fue en cierta forma atípica y escapó del patrón que todos preveíamos de antemano, o sea, se suponía que Matthysse sería una aplanadora en los primeros asaltos buscando lastimar temprano. Para conseguirlo, obviamente, tenía que imponer su carácter, achicar los espacios, cortar el ring, encontrar la distancia y utilizar la doble combinación por afuera que tantos buenos resultados le ha dado en su carrera. Postol no lo dejó y fue él quien puso las reglas del combate.
Mantuvo el jab como un mortero con el que golpeaba o contenía, se movió siempre utilizando para ello todo el cuadrilátero, cuando Matthysse lograba romper la distancia lo amarraba y cuando daba el paso atrás, con golpes largos le fue llegando al argentino, sumando puntos y cargando frustración e impotencia en la actitud de su rival. En la esquina, su entrenador le pidió a Matthysse que se soltara, pero eso nunca ocurrió.
Después del quinto asalto, el libreto de la pelea estaba claro. Postol se mantendría fiel a su plan y seguramente, como ocurrió, apuraría sobre el final, mientras que Matthysse, impotente solo apostaba a un golpe salvador. Sin movimiento de piernas, sin capacidad de cortar el ring, sin emplear su propio jab como alternativa y con una falta de movimientos de torso asustadora, pasó lo que se veía venir: Postol le empezó a llegarle con golpes largos de derecha, por afuera, que siempre impactaban sobre la oreja izquierda del argentino.
Apenas en el sexto asalto, hubo una tibia reacción de Matthysse que conectó buenos golpes, gracias a que el juez amenazó a Postol con sancionarlo debido a sus amarres. Pero lo que parecía el comienzo de la recuperación del argentino, fue el comienzo del gran desempeño del ucraniano. Postol, como lo habíamos indicado en la columna previa, parece crecer luego del ecuador del combate. Y así fue. Ya no se contentó con moverse y golpear, mientras contenía con el jab. Salió decididamente a lastimar a su rival y lo consiguió.
Lo fue minando con golpes al cuerpo y la cabeza, asalto tras asalto, hasta que en una embestida con la izquierda por delante de Matthysse, este falló y dejó todo su parietal izquierdo para el golpe recto con la derecha de Postol que dio de lleno en el ojo de su oponente. El argentino puso la rodilla sobre la lona y renunció a seguir peleando. Prefirió resguardar el ojo, que se lo habían cerrado, dijo después de la batalla.
Fue una gran victoria de Postol, extraordinariamente trabajada. Nunca como esta vez, se vio la mano del entrenador Freddie Roach quien antes del combate había ilustrado exactamente este escenario y no tuvo dudas en vaticinar que ganaría su pupilo. Otra vez la técnica superó a la agresividad, pero una técnica diferente. Postol es un hombre hábil, inteligente, extremadamente técnico, pero con un boxeo que si las circunstancias se lo permiten lo transforma en agresivo. Sus combinaciones parecen lentas, pero no lo son. El desde muy lejos consigue enviar su dinamita con una efectividad asombrosa y pro sobre todas las cosas es el “Rey del Jab”. Lo utilizó 267 veces a lo largo de la batalla y fue quien más golpes envió hacia la humanidad de su rival: 509 veces.
La pelea dejó a todos conforme, eso es indudable. Y por paradoja, la misma ocurrió a la misma hora que otro cetro súper ligero se estaba dirimiendo, el de la AMB. La diferencia fue que en Cincinnati se estaba consagrando a un campeón de mentira. Un Adrien Bronner que no ha dado “pie con bola” en ninguna división, que venía de perder ante Shawm Porter y enfrentaba a un rival sin credenciales, que peleó una sola vez en los últimos dos años y perdió. Otro de esos lamentables episodios del boxeo, que no valen más que estos dos párrafos.
La noche del sábado fue de Viktor Postol y parece que el mejor de la división se conocerá luego que este enfrente a Terence Crawford, campeón OMB, en caso de que el ídolo de Omaha salga airoso de su próxima defensa, el 24 de octubre contra Dierry Jean.