Las reglas de la competencia son inamovibles en todos los niveles. Las victorias te elevan y las derrotas te hunden. En el mundo de las promotoras boxísticas, ante cualquier derrota, a esa ecuación parecería ser aún más dramática. Detrás del desempeño de un pugilista de primer nivel, siempre hay un conglomerado de almas ansiosas que sufren con la vista angustiada sobre lo que ocurre dentro del cuadrilátero.
La empresa de Oscar de la Hoya, Golden Boy Promotions, parece ser la próxima víctima de la implacable ley de los buenos o los malos resultados. Esa fue la primera reacción en los corrillos, en las conversaciones de ring side, en los foros o en las redes sociales, este pasado fin de semana "Perdió el favorito Lucas Matthysse. ¿Y ahora? ¿Qué ocurrirá con GBP si también pierden David Lemieux ante GGG y Saúl Canelo Álvarez frente a Miguel Ángel Cotto?
No por recurrente, la pregunta carece de lógica. Imaginar un escenario de derrotas, con el tamaño descripto, transmite la imagen de una enorme catástrofe para la empresa de Oscar de la Hoya. Algo parecido al "tiro de gracia" de una vía crucis que arrancó en el 2013, cuando anunció que se sometería nuevamente a un tratamiento de rehabilitación, en los días previos a la pelea de Mayweather vs. Canelo.
Por esos días, el Golden Boy asumió públicamente sus problemas personales y se ganó el corazón y la comprensión de su público. Como otrora lo hiciera en los cuadriláteros, encaró una batalla que nos tuvo a todos como sus principales aliados en el deseo de verlo recuperado y con buena salud. Todo nos lleva a creer que felizmente ganó ese combate . Sin embargo a su guerra le quedaban otras batallas por delante.
El 2014 lo vio tratando de recuperar el control de su propia compañía, que hasta entonces había sido manejada por Richard Schaefer, una verdadera piedra en el zapato al acercamiento entre GBP y Top Rank, la compañía de Bob Arum, en el deseo de todos los fanáticos de que hubiera humo blanco y al fin se vieran peleando a los mejores contra los mejores.
Schaefer finalmente renunció, pero ello ocurrió en medio de un gigantesco culebrón, un río revuelto donde sorpresivamente el gran pescador fue el hasta entonces aliado de De la Hoya, Al Haymon. El enigmático empresario inició su propio proyecto para el que sedujo a las principales figuras de GBP que de la noche a la mañana abandonaron su establo. Figuras de la dimensión de Keith Thurman, Leo Santa Cruz, Danny García, Robert Guerrero Deontay Wilder, Leo Santa Cruz, Amir Khan, , Marcos Maidana, Adrián Broner, entre otros.
Oscar de la Hoya debió reconstruir su plantel y empujar el barco del futuro, apoyado en su figura estelar: Saúl Canelo Álvarez. Al mexicano, sorpresivamente se sumó Lucas Mathhysse el que todos ya veían como parte del proyecto Haymon y luego llegó el explosivo canadiense David Lemieux. Este último se consagró campeón mediano, lo que unido a su estilo agresivo y la firma del contrato para una mega unificación con Gennady Golovkin el próximo 17 de octubre, lo llevaron al primerísimo nivel en el gusto de los fanáticos.
En ellos tres, confiaba GBP para regresar a los primeros planos sobre el final de este 2015. Grandes victorias de sus pupilos en peleas atractivas por HBO, luego del fiasco Mayweather por Showtime, para Oscar de la Hoya serían la recompensa de luz, a tantas horas de oscuridad. Sin embargo, la derrota de Matthysse, parece haber encendido la luz de alarma sobre el final feliz de esta historia. Lemieux no es favorito ante GGG y el resultado del Cotto-Canelo es totalmente incierto. ¿Se repetirá en esas dos peleas el mismo resultado que en la primera? Hay que aceptar que es una posibilidad real de que así ocurra. En ese caso, volvemos a la especulación del principio. ¿Será ese el tiro de gracia para la otrora poderosa Golden Boy Promotions?
Mi respuesta a una pregunta de ese tipo, es un "no" contundente. No es el final ni tampoco las eventuales derrotas de Lemieux y Canelo afectarán a GBP. Por el contrario, entiendo que la expectativa que ya despiertan esas batallas le da la razón a Oscar de la Hoya que, en todo momento, ha recordado que es hora de darle a los fanáticos las peleas que ellos quieren ver. Y sin duda, él está cumpliendo con su promesa.
Pero hay otro factor de mucho peso que beneficia a GBP y que nació, paradójicamente, de la existencia del proyecto Haymon. Me refiero a Top Rank. Hoy, la promotora de Bob Arum es la mayor aliada y socia de Golden Boy Promotions. Las dos unidas son el contrapeso al dominio de Al Haymon que si bien va logrando posicionarse con su nuevo estilo, no parece afectar a sus rivales en el mercado.
Las batallas de GGG-Lemieux y Cotto-Canelo, se avizoran como un éxito de taquilla y de ventas de PPV, una verdadera hazaña si tomamos en cuenta el malestar general que han dejado entre los fanáticos los dos fiascos presentados en los PPV de Floyd Mayweather.
En el 2014, cuando Oscar de la Hoya debió reescribir su historia como promotor lo hizo por el camino acertado, al programar batallas pensando en lo que quiere la gente y no la estadística del negocio. Esa buena lectura del gusto popular, a Golden Boy Promotions le permite contar hoy con un crédito de inigualable valor ante los ojos de quienes sustentan la sobrevivencia del boxeo.
Porque es verdad que, como lo digo al comienzo, las victorias elevan y las derrotas hunden. Pero esa regla se rompe cuando el espectáculo nos llena los ojos de acción, de pura emoción y total entrega de los rivales. En esa instancia, tanto da quien gane o quien pierda. Una alternativa que muy bien, en su momento, nos supo enseñar a todos el ya fallecido Arturo Gatti. Un hombre al que tanto la gente pagaba por verlo ganar como por verlo perder y siempre lo despedía con una ovación.
A eso le apostó Oscar de la Hoya, en la pelea más difícil de toda su vida. A la victoria del show, a la emoción del espectáculo, al aplauso de los fanáticos. Y en ese escenario, ganando o perdiendo, siempre saldrá con el brazo en alto. Sin importar los resultados del 2015, hay larga vida para Golden Boy Promotions. Felizmente.