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Cachorros necesitarán toda la mística de Wrigley Field

NUEVA YORK - Algunos equipos se quedan envueltos en un silencio sepulcral después que caen 2 juegos a 0 en una serie de postemporada. Pero entonces están los Cachorros de Chicago de Joe Maddon.

Esa canción que escucharon a todo volumen, el domingo por la noche, en la oficina del manager después de su derrota 1-4 ante Noah Syndergaard y los Mets de Nueva York, no fue una marcha de la muerte, tampoco una balada quejumbrosa, menos un canto de blues de B.B. King, Albert King o Dave Kingman.

Fue -¿qué más podía ser?- el tema de "Rocky" (la película protagonizada por Sylvester Stallone).
"Gonna fly now. Flying high now". Oh, ya sabes el resto. Pero incluso si no, toma nuestra palabra para ello. Sólo fue otra noche de Joe Maddon haciendo lo suyo. Empujando. Motivando. Inspirando.

"Estoy seguro de que estará pasándola en el avión", predijo el receptor David Ross, como sus compañeros estuvieron presentándola del autobús al aeropuerto. "Diablos, podría tener al mismo Rocky en el avión, vestido y con sus guantes de boxeo".

Pero tan divertida y edificante como la elección del manager de la banda sonora estuvo destinada a ser, su equipo va a tener que hacer algo más que cantar esas letras de Rocky si quiere salir del lío en que se han metido por sí mismos, con la "ayuda" de la más difícil rotación de abridores en la historia del universo y el más caliente bateador de octubre en la historia de la franquicia de los Mets.

En el Juego 1 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, Matt Harvey fue mejor que Jon Lester, como Daniel Murphy impresionó a lo Reggie Jackson. En el Juego 2, Murphy se puso a trabajar en su trote de nuevo (pegó otro cuadrangular). Pero fue Syndergaard -que recién venía de una salida de relevo el jueves en la que tiró aproximadamente 788 lanzamientos en el bullpen durante el calentamiento- quien hizo lo que nadie más ha hecho en casi tres meses.

Venció el hombre inmejorable. Venció a Jake Arrieta. ¿Quién sabía que eso era posible?

Cuando le preguntamos a Ross si siquiera podía recordar la última vez que Arrieta perdió un juego, estaba perplejo. Esto es comprensible, teniendo en cuenta que sucedió el 25 de julio, eso fue hace 85 días y, para Arrieta, hace ya 16 aperturas. Y se necesitó un no-hitter (de Cole Hamels) para vencerle aquel día.

Su equipo no había perdido un solo partido de los que había abierto en todo ese tiempo, tanto en la temporada regular como en la postemporada. Y no había perdido una apertura fuera de casa desde el 26 de junio. Así que cuando a Arrieta se le preguntó si este juego le sorprendió incluso a él, su respuesta fue corta, pero no tan dulce.

"Yo no lancé bien", dijo. "Entonces sí (se sorprendió)".

Sus compañeros de equipo se reunieron en torno a él, por supuesto. Dijeron las cosas correctas y con total convicción.

"No estoy en shock", dijo Ross. "Es el béisbol".

Pero aquí está la verdad: cuando Arrieta lanza en octubre, con su equipo ya abajo un juego y Jacob deGrom esperándolos el martes en el Wrigley Field, ese es un juego que debían ganar. Y cuando ese tipo de juegos se escapan..., dejan cicatrices.

Tal vez, no psicológicamente. No emocionalmente. Sobre todo, no en equipos tan resistentes y fuertes de mente como éste. Pero, siendo realistas, cavan agujeros que son más profundos que sólo un juego -porque significan que va a pasar cuando menos tres partidos más antes de que veamos a este tipo de vuelta por ahí.

Con las aperturas de Lester y Arrieta en el espejo retrovisor, los Cachorros tienen enormes problemas en los Juegos 3 y 4. Será Kyle Hendricks contra deGrom, el Cy Young asesino, en el Juego 3. Luego viene Jason Hammel en contra del arma secreta de los Mets, Steven Matz, en el Juego 4.

Y dada la correa corta que Maddon ha enlazado en torno a sus dos próximos abridores, prepárense para grandes dosis de Trevor Cahill, Fernando Rodney, Clayton Richard y el resto del desfile bullpen de este equipo. No digan que no les advertí.
Pero no es solo en los duelos donde hay problemas para los Cachorros. Si quieren asistir a una clase de matemáticas o a una clase de historia podrán aprender esta lección.

De los 47 equipos anteriores que perdieron en la carretera los Juegos 1 y 2 de una serie al mejor de siete partidos, sólo 10 han regresado de nuevo para ganar. Y ¿cómo ha funcionado para los Cachorros las cuatro veces anteriores que perdieron los Juegos 1 y 2 en cualquier lugar -en la Serie Mundial de 1938, 1932, 1929 y 1910? Probablemente puedes adivinar. Ni siquiera han ganado el Juego 3 en esa situación desde 1929.

Así que cuando esa fea matemática y deprimente historia fue lanzada sobre Arrieta, él no estaba de humor para fingir que esto no iba a ser un reto.

"Bueno", dijo el as, "tenemos trabajo que hacer".

Uh, sí que lo hacen ahora, gracias a tal vez la apertura más extraña de Arrieta en su carrera con los Cachorros. Caminó hacia el montículo, en una noche más adecuada para el slalom gigante que para un partido de béisbol, vestido con mangas cortas, para lanzar mientras su combinación de dobles matanzas (Starlin Castro y Javier Báez) estaban envueltos en pasamontañas. Y como si eso no fuera suficientemente extraño, los tres primeros bateadores a los que enfrentó fueron: Curtis Granderson (sencillo), David Wright (doble) y Murphy (jonrón).

Así que ¡kaboom! 13 lanzamientos en la noche de Arrieta, y Mets ganaba 3-0 a Cachorros. Y como Citi Field estalló en una congelada euforia azul y naranja, los historiadores de Jake Arrieta ya estaban trabajando duro, tratando de digerir lo que acababa de suceder aquí.

Para algunos lanzadores, la primera entrada es la kriptonita. Pero él no es uno de ellos. Él no había permitido una sola carrera en la primera entrada desde el 29 de mayo. Eso fue hace 26 aperturas. No había concedido tres carreras en la primera entrada desde el 30 de julio de 2010. Aquella fue su décima apertura en su carrera en las Grandes Ligas. Esta fue su 133ra.

Pero a pesar de que esto le sucedió en una noche que se sentía como debe sentirse el béisbol en el Polo Norte, Arrieta dejó en claro que no existiría excusa de ningún tipo saliendo de su lengua.

"El frío, eso no me molesta mucho", dijo. "Es un ambiente diferente. Ese tiempo, es diferente de lo que hemos visto durante todo el año. Pero entiendo que así van a ser las condiciones. Así que sólo tratamos de prepararnos para eso".

Frustrado como estaba, le dio un manotazo lejos a cada justificación potencial de lo que había sucedido: Mangas cortas. Fuerte brisa. Su intensa carga de trabajo. No se interesó en nada de eso.

Ha lanzado 248 y dos tercios de entradas este año, contando la postemporada - por mucho, la mayor cantidad de su vida y 88 innings más que la temporada pasada. Y su velocidad en la bola rápida marcó una o dos millas por debajo en este juego de lo que había sido durante la mayor parte del año. Pero, de nuevo, Arrieta no estaba interesado en ceder a nada de eso.

"Estoy acondicionado tan bien como cualquiera", dijo. "O mejor. Físicamente, si tu velocidad es baja, aún debes ser capaz de hacer lanzamientos. No hay garantía de que puedas lanzar 97 todas las noches".

Pero perdido en la disección de su salida estaban los hechos reales: después de conceder hits a los tres primeros bateadores, su línea se veía así: cinco entradas, un hit, ocho ponches. Y el único hit fue un sencillo dentro del cuadro de Yoenis Céspedes que remolcó la cuarta carrera.

Así que la verdad es que se trataba de un juego definido por 13 lanzamientos en la primera entrada. Trece lanzamientos que ahora se ciernen sobre el resto de esta Serie de Campeonato.

"Cuando se piensa en los dos partidos que jugamos aquí, esa fue la diferencia en el juego, en ambos -la primera entrada", dijo Chris Coghlan. "Las cosas se fueron. Tienen el gran éxito. Y luego sólo nos mantuvieron bajo control".

Como en la noche anterior, los bateadores de los Cachorros sintieron que habían golpeado suficientes bolas duro, tuvieron un plan lo suficientemente bueno y obtuvieron suficientes lanzamientos para golpear que ellos pudieran haber anotado más de una carrera. Sin embargo, "podría haber" no cuenta en esta época del año. Lo que cuenta es el 0-2.

Pero este es un equipo muy unido que ha de volver a casa, y un equipo que acababa de terminar arrancando una racha de 12-1 en los 13 partidos antes de que llegó a Nueva York. Así, mientras que el pronóstico puede ser desalentador, este es un grupo que no espera una larga estancia en la unidad de cuidados intensivos.

"Yo no creo en ello, estamos abajo 0-2. Pienso en ello como, 'tenemos el Juego 3 mañana' ", dijo Coghlan. "Y el primer equipo en ganar cuatro juegos gana esta serie. Así que no siento ninguna ansiedad o presión o preocupación o miedo. Es sólo una cuestión de, nos ejecutaron y ganaron esa noche. Ahora tenemos que ir y ganar el Juego 3".

Para ello se van a necesitar todo el karma que Wrigley pueda conjurar. Por no hablar de la búsqueda de una manera de anotar ante un equipo que, en un lapso de nueve días, acaba de vencer a los tres primeros clasificados en la carrera por el Cy Young de 2015 -una hazaña nunca antes duplicada, por cierto, no en esta época del año.

Pero habrá algunos trucos de magia de Maddon allí también. "Flying high". Tratando de todo.
"Eso es sólo la personalidad de Joe, y él es perfecto para este grupo", dijo Ross. "Él no tiene miedo de perder. Él no tiene miedo de lo que está por delante de nosotros. Y tampoco nosotros".