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Raúl Allegre comenta lo más notable ocurrido en la Semana 15 de la NFL

BRISTOL -- Cuando salió el calendario del "Monday Night Football" en abril, uno de los partidos que lucía más atractivo era Nueva Orleáns contra Chicago. Los Santos habían calificado a la postemporada mientras que los Osos aparentaban ser un equipo a la alza bajo el mando de Marc Trestman. Ambos equipos se reforzaron bien en la agencia libre por lo que sus versiones del 2014 deberían de ser aún mejores. Bien dicen que las apariencias engañan. Yo soy de los "que se fue con la finta" y pronosticó que ambos llegarían a playoffs.

En una nota anterior profundicé sobre la situación en Nueva Orleáns, equipo que a pesar de su inconsistencia es líder en su división y controla su destino, aunque sin margen de error. La presente campaña ha sido frustrante tanto para jugadores como sus fans. Tuvieron la oportunidad de ganar por lo menos cinco partidos: Atlanta, Cleveland, Detroit, San Francisco y Baltimore, pero de una forma u otra perdieron. En cada uno de esos partidos hubo una jugada que marcó la diferencia. Ese tipo de derrotas cobra factura. Ganar, pero también perder, es un hábito. Una vez que empieza la inercia perdedora es muy difícil cambiarla. El lunes vimos los resultados de cambios hechos por Sean Payton, despidiendo a un jugador, y mandando a otros a la banca. Queda por ver si mantendrán el paso.

En Chicago los Santos tuvieron una perita en dulce. Los Osos son un ejemplo de un equipo disfuncional en todos aspectos y de esto es responsable su entrenador en jefe. Chicago contrató a Marc Trestman por su reputación de desarrollar QBs. Entre sus discípulos están Steve Young, Bernie Kosar, Rich Gannon, y Jake Plummer. La directiva de Chicago apostó por Jay Cutler y esperaban que Trestman lo transformara en un QB disciplinado, ganador, y sobre todo, líder. Cutler, quien nunca ha demostrado tener los intangibles necesarios para ser QB franquicia, retrocedió de un año para acá. No fue tampoco como si su actuación en el 2013 nos haya dejado boquiabiertos. Josh McCown, quien lo suplió cinco partidos como titular y tres como relevo, tuvo mejor actuación el año pasado.

Phil Emery, gerente general de los Osos, optó por Cutler ofreciéndole un contrato de siete años por 126.7 millones de dólares, 38 de los cuales están garantizados. Cutler ha probado una y otra vez, en Denver y en Chicago, que no tiene dotes de líder, a pesar de lo que digan de él sus compañeros. "Del dicho al hecho hay un gran trecho" y los hechos demuestran mediocridad.

La situación se complica con la falta de dirección del equipo bajo Trestman, confirmada por la situación de Aaron Kromer, el coordinador ofensivo. Para los que no están al tanto, Kromer criticó a Cutler anónimamente ante un reportero de NFL Network diciendo que "el equipo debe de tener arrepentimiento de comprador" y que "malas decisiones de Cutler en jugadas por tierra fueron fundamentales en la derrota contra Dallas". Días después, Kromer admitió haber sido esa fuente de información y pidió disculpas a Cutler y a la ofensiva. Trestman no tomó cartas en el asunto actuando como si nada hubiera pasado.

Phil Emery, el gerente general del equipo, tiene varias decisiones difíciles que tomar, asumiendo que a él no lo despidan. Dudo que los McCaskey lo hagan. Está apenas en su segundo año al frente del equipo y hay talento joven que promete. Las preguntas por responder son: ¿Despide a Trestman? ¿Trata de canjear a Cutler?

No veo cómo Marc Trestman regrese a los Osos, a menos de que no quieran pagar por sus errores al son de 11 millones de dólares, seis que le pagarían a Trestman y cinco a sus asistentes por lo que resta de sus contratos. La situación de Cutler es más complicada. Dudo que Chicago pidiera mucho en cuestión de selecciones del draft. Lo que buscaría Chicago es un equipo urgido de QB y con espacio en el límite de nómina. San Luis, Buffalo, Jets, Tennessee y hasta Cleveland podrían ser candidatos. De hacer el canje, Chicago liberaría 12.5 millones de dólares.

Hablando de San Luis y Buffalo, podría debatir fácilmente que son los mejores planteles, no necesariamente equipos, de la NFL. Es difícil entrar en la discusión del mejor equipo de la NFL cuando no tienes QB. San Luis y Buffalo me recuerdan a Seattle en el 2010, un equipo con una gran defensiva y buenos jugadores a la ofensiva, pero sin mariscal de campo. En realidad, tanto los Carneros como los Bills tienen, hoy en día, jugadores ofensivos más explosivos que los que tiene Seattle. Los Halcones Marinos se sacaron la lotería con Russell Wilson. En Buffalo pensaron que EJ Manuel era la respuesta y en San Luis todavía están esperando que Sam Bradford, primera selección global de 2010, desquite los 50 millones garantizados de su contrato.

Lo que hizo la defensiva de Buffalo en semanas consecutivas frente a Peyton Manning y Aaron Rodgers fue increíble. Ninguno llegó a las 200 yardas por pase, los dos lanzaron dos intercepciones y no tuvieron pase de TD. A Rodgers le fallaron sus receptores, que soltaron siete balones, pero nunca se vio cómodo detrás de su línea ofensiva. Sólo lo capturaron una vez, pero lo forzaron a lanzar bajo presión.

Hablando de San Luis, su partido frente a Denver, en el cual la inefectividad de Manning y su ofensiva fueron evidentes, constituyeron un parteaguas para los Broncos. A partir de entonces re-inventaron su esquema ofensivo. En los últimos cuatro partidos contra Miami, Kansas City, Buffalo y San Diego, promedian 37 acarreos contra 28 pases. El promedio de yardas por tierra es de 165 por partido y el de yardas por acarreo 5.85. Contra San Diego no fueron tan productivos corriendo, pero no abandonaron el plan de juego. Se especula que este cambio no fue sólo por filosofía ofensiva, sino porque Peyton tiene algún problema físico lanzando. Contra los Cargadores lo vimos enviar varios pases que flotaron. Esto no es raro en él. Por otro lado, fue documentado que tuvo que recibir suero intravenoso antes del partido del domingo para poder superar una gripe fuerte que lo asediaba. En las próximas dos semanas veremos si hay algún problema, o si los Broncos simplemente se dieron cuenta que tienen que ser duros y físicos para ganar en postemporada.

Finalmente, al principio de la temporada incurrí la ira de los fans de San Francisco cuando no los incluí entre los equipos finalistas para la postemporada. En agosto jugaron como un equipo sin cohesión en el ataque. No había orden. Se alejaban de su personalidad ofensiva, y se hablaba de diferencias entre Jim Harbaugh y Trent Baalke, el gerente general del equipo. Cabe mencionar que fue John Sutcliffe, el primero en mencionar públicamente que las cosas no iban bien entre Harbaugh y Baalke.

El intento de traspaso de Harbaugh a Cleveland poco después del final de la temporada pasada fue una realidad. Como jugador te afecta saber que la situación de tu entrenador en jefe no es estable. Viví una situación similar en 1987 cuando Bill Parcells tuvo diferencias con George Young, gerente general de los Gigantes, y buscó romper su contrato. Supimos que tenía una oferta de un millón de dólares para ir a Atlanta. Young no lo liberó de su acuerdo, y Parcells regresó a regañadientes. La situación en el vestidor cambió de un año para otro y después de haber ganado el Super Bowl, terminamos con marca de 6-9, y fuera de la postemporada. La situación entre Parcells y la directiva mejoró gracias a la influencia de los Mara, pero tardó dos años.

La mentalidad y la personalidad de un equipo comienza a definirse durante el receso de temporada y se forja en la pretemporada. Es en ese momento cuando un equipo se une bajo su líder, o se desbarata. Si no hay estabilidad, es difícil que se logre. Seguí de cerca a los 49s durante sus partidos de pretemporada y no se percibía un ambiente positivo. Colin Kaepernick tiene una relación estrecha con Harbaugh. Sólo puedo especular que la situación que se vivía, y se vive, en las instalaciones lo han afectado negativamente. Los resultados hablan por sí mismos.

Los 49s son posiblemente el equipo con más talento en la NFL, por eso compitieron en varios partidos. Pero no es el talento, sino la cultura de un equipo lo que al final marca la diferencia. La directiva de los 49s parece tener muy mala memoria. No creo que recuerden los años de mediocridad y frustración antes de la llegada de Harbaugh. Sus fans si lo tienen presente. Es una pena que diferencias personales hayan acabado con lo que pudo haber sido una gran dinastía.

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