ROSARIO -- El "ole, ole, ole, que cada día te quiero máaas" le da paso al "cincooo, cuatrooo, treeees, dooos, unoooo, vaaaaamooooos". Suena la chicharra que marca el desenlace del encuentro. Las Leonas son campeonas del Mundo y entonces en las tribunas del estadio mundialista de Rosario se comienzan a reproducir todos los rituales de aliento que los hinchas realizaron a lo largo de la final. Pero ahora todos juntos, en simultáneo.
El golpeteo de los globos con forma de bastones, el más clásico aplauso a los saltos, el "dale campeón, dale campeón", el pogo de un lado al otro para acompañar el "se mueve para acá, se mueve para allaaa".
Todo.
Junto.
La final marcó también un desenlace, un cierre, para el público. Porque la gente cumplió con la progresión lógica, y llegó al punto máximo de aliento y pasión por la Selección Argentina en este cotejo, el más importante. Y claro, todo se multiplicó cuando el título se quedó en las manos esperaban.
Es que el estadio ya había estado lleno en las últimas fechas, el fervor del público había sido importante en la semifinal ante Alemania, pero contra Holanda la pasión terminó de explotar.
Por si quedaba alguna duda, lo realizado por los hinchas argentinos en este partido ratificó que el Mundial Rosario 2010 marca un antes y un después para el hockey como deporte en lo que a concurrencia y participación del público se refiere.
La vuelta olímpica de Las Leonas es la coronación de todo eso. Ellas le ofrendan un pasional aplauso a los hinchas, mientras van festejando el gran logro que acaban de conseguir, vestidas con camisetas celestes y blancas que dicen "Campeonas 2010".
"Oooooo, oooooo, o, o, o, o, o, o…, o, o" al ritmo del himno nacional argentino que suena en los parlantes tras la premiación es el broche de oro para la fiesta ya desatada. Como el fragmento que se pasa de la canción patria no tiene letra, los hinchas remedian a pura "O" y entonan igual.
Todo vale.
Argentina es campeón.