Maxi De Mingo 13y

Todeschini y su adiós al rugby

BUENOS AIRES -- "Es el final definitivo de mi carrera, con mi club, como yo quería", casi entre lágrimas, el Ninja Federico Todeschini anunció a Scrum.com su retiro del rugby, luego de la derrota con Belgrano por los playoffs del URBA Top 14.

Pero el llanto ya había estado presente, cuando el apertura abandonó la cancha a los 24 minutos del segundo tiempo. Ahí, supo que era su última vez con la camiseta de Plaza porque el duelo parecía irremontable. Caminó al banco de suplentes, se sentó con signos de tristeza y luego se retiró por detrás de las tribunas, lejos del centro de la escena. Volvió con los relevos hasta el final del encuentro y después del pitazo final se quedó un largo rato pisando el césped.

- ¿Qué momentos de tu carrera se te cruzaron apenas terminó el partido?
- Muchos. Me acordé de mis compañeros, de mis amigos, de todos los técnicos que tuve. Es un momento muy difícil para mí. Me retiro contento, el rugby me dio muchísimo. Ahora es el momento de volver a dar una mano en el club.

- ¿Por qué no un año más?
- Porque es el momento, hay que saber dar el paso al costado en el momento justo. Lo mismo hice en Francia, me retiré cuando yo quería, no cuando el rugby me deje por una lesión o por otra cosa. Creo que es el momento. Vienen pibes jóvenes en el club con mucha fuerza, tengo las ganas pero el cuerpo no responde de la misma manera. Es el momento de dar el paso al costado, de darles espacio a los chicos y entrenarlos y tratar de que mejoren.

- ¿Preferís un año sin rugby o ya meterte a entrenar?
- En verdad, no puedo estar sin rugby. Es parte de mí, es mi pasión. Veo partidos de rugby haciendo zapping y analizo: ¿Por qué hizo esto o por qué lo otro?. Es una pasión y es lo que lo diferencia de los otros deportes. Igual ahora voy a descansar y a partir del año que viene voy a colaborar con el club.

- ¿Y te vamos a ver trabajando como ayudante de patada de Los Pumas?
- Y vamos a ver. Hay una posibilidad, cada cosa a su tiempo.

- ¿Qué balance hacés a nivel personal de tu vuelta al rugby argentino?
- Bien, la verdad es que sabía que eran pocos partidos, vine a terminar mi carrera y no me había puesto objetivos ambiciosos. Lo único que quería era divertirme con mis amigos como lo hicimos. Lamentablemente tengo una lesión que me impidió jugar el partido anterior y estuve medio atado con alambre, infiltrado con la costilla rota, pero lo disfruté muchísimo. Sabía que era el último.

- Por lo menos pudiste llegar hasta este último
- Exactamente, le metí mucha cabeza. Como lo hice siempre.

- Si tu carrera siguiera, ¿contra Belgrano hubieses jugado a pesar de la lesión?
- Sí, seguro porque el club es una pasión y uno siempre quiere lo mejor. En estos momentos lo mejor era que yo juegue, en las condiciones que esté, así que fuimos para adelante.

- ¿Te sentiste cómodo en la cancha a pesar de la lesión en la costilla?
- Muy cómodo no estaba, tenía una costilla rota. Jugué infiltrado, encima que estoy viejo... pero lo disfruté al máximo. Sabía que era el último, me hubiese gustado que no, pero así es el deporte.

- ¿No arriesgaste mucho?
- Uno siempre arriesga pero por suerte es un deporte que todavía se mantiene el respeto, los códigos, se jugó con buena voluntad, los rivales sabían que yo estaba con una costilla rota y en ningún momento hubo nada desleal. Se jugó fuerte, se jugó bien.

- Si tuvieses que elegir entre dos de los momentos más importantes de tu carrera: el try a Inglaterra en Twickenham o el del Mundial en Francia 2007, ¿con cuál te quedás?
- Con los dos, son distintos, son momentos diferentes. Una Copa del Mundo no se juega todos los días ni la juegan todos, estaba casi afuera, con una lesión muscular que no me dejaba estar al cien por cien, pero como el último sábado, siempre en los momentos adversos le metí mucha cabeza y eso es lo que tiene el rugby. El que tiene más ganas se lleva los partidos. Y el de Inglaterra también fue un momento único, ganarle en Inglaterra por primera vez allá. Nadie lo había hecho. Entrar, hacer muchos puntos y ese try. Además, estaba mi mujer embarazada, y se lo dediqué a mi hijo que estaba por venir. Por suerte tuve muchos, no me quedo con ninguno en particular.

Así se despidió el Ninja. Con tristeza y alegría a la vez. Con la seguridad de haber culminado un exitoso ciclo de jugador, pero ya pensando en lo que viene, en continuar con su pasión: dar una mano en Plaza, en Los Pumas y en el rugby argentino.

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