Carlos Irusta 4y

Casimero venció a Lazarte por nocaut

MAR DEL PLATA, Argentina -- El filipino Johnriel Casimero le ganó por nocaut en el décimo al argentino Luis Lazarte el viernes por la noche y se coronó campeón interino mosca Jr. de la Federación Internacional de Boxeo, pero terminó escondido debajo del ring.

Fue un final indigno y bochornoso. Lazarte iba arriba en las tarjetas y terminó perdiendo por nocaut en el décimo asalto, en una pelea celebrada en el club Once Unidos.

El trámite fue totalmente irregular. El encuentro estuvo plagado de infracciones, algunas penalizadas por el referí norteamericano Eddie Claudio, quien no tuvo experiencia para manejar el trámite.

En el primer asalto, Lazarte (107 libras) se quejó de un cabezazo que lo dejó ligeramente cortado. Con la guardia baja, Casimero (106 ½ libras) mostró problemas para frenar los desmañados ataques de su rival, en un juego de imprecisiones.

La primera señal de que el árbitro iba a tener problemas fue cuando en el tercer round Lazarte conectó una derecha al mismo tiempo que el referí gritaba la orden de separación. Casimero cayó hacia atrás aparatosamente y el referí -- de muy escasa experiencia en peleas de campeonato mundial -- luego de que éste se levantara, hizo seguir las acciones. Obviamente, si Claudio hubiera considerado que el golpe fue antirreglamentario, debería haber sancionado al argentino; de no ser así, tendría que haber contado. No hizo ninguna de las dos cosas.

Para ese momento, los bombos de una parte importante de los asistentes -- el cálculo es de una capacidad de 2.500 personas -- hacía totalmente imposible escuchar cualquier orden del referí. De hecho, ni siquiera se pudo escuchar el anuncio oficial del combate.

Entre embestidas y empellones, los dos cayeron al mismo tiempo en el cuarto y el referí le descontó un punto al filipino, por golpes en la nuca. Lazarte, embistiendo ciegamente y agachándose demasiado, también pegó golpes bajos hasta el cansancio sin que hubiera ninguna advertencia.

Apenas comenzó el quinto asalto, Casimero cayó a la lona y el referí le practicó la cuenta de ocho segundos.

La pelea fue un riña de taberna. Lazarte, que es ya famoso por perder el control anímico, empezó también a discutir con la esquina de su rival, especialmente con el norteamericano de Las Vegas, Sean Gibbons. Mientras el estruendo del público iba en aumento, crecía la temperatura y la mala sangre entre los rivales.

Guerra verbal, empujones, golpes bajos y en la nuca iban y venían ya que así como Lazarte es conocido por ser un boxeador sucio, el filipino no le iba en zaga. Lazarte fue asistido enérgicamente para el séptimo asalto. Daba la impresión de que la carga de adrenalina lo superaba, mostrando señales de un cansancio que no le era ajeno a su adversario. El referí le descontó un punto a Lazarte por golpe en la nuca. Y en el noveno, tras recibir un golpe bajo, Lazarte se desmoronó.

Daba la impresión de que la pelea le costaba mucho físicamente a Lazarte, tanto es así que cuando se reanudaron las acciones, conectado por una derecha de Casimero, el local se fue estrepitosamente al suelo, y aunque se levantó, lo hizo en muy malas condiciones. Sufrió una nueva caída y fue salvado por la campana.

Cuando salieron al décimo, era evidente que el filipino estaba más entero y que Lazarte, quien el 4 de marzo cumplirá 41 años, no había logrado reponerse del asalto anterior. Recostado contra las sogas, Lazarte no pudo aguantar las andanadas de su rival quien, dentro de lo agitado de la pelea, se tomó el tiempo como para medir sus golpes, hasta que una derecha en directo volvió a derribar al argentino.

Todo el borde del ring era una caldera y llovían los insultos para Casimero quien volvió a derribar a Lazarte. Justo cuando el árbitro detenía las acciones, voló la toalla, en señal de abandono, lanzada por su técnico, Fernando Ramón Sosa, ex aspirante al campeonato mundial de peso pluma

Luego comenzó la pesadilla, porque varios sujetos invadieron el ring, mientras comenzaba a volar latas, botellas y sillas de plástico. Se desató una lucha de todos contra todos, entre los cuales había también quienes trataban de frenar semejante locura.

En el estadio se hallaban 25 integrantes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (la cifra fue el doble de lo habitual) pero los desmanes los superaron, por lo menos en los primeros minutos. A Gibbons le dieron un tremendo golpe en las costillas. El promotor Samson G. Gello-Ani recibió por lo menos dos impactos contundentes en la cabeza, igual que su asistente.

Pero lo peor fue para el propio boxeador -- legítimo ganador del combate -- ya que fue derribado y recibió varios puntapiés en las costillas del flanco izquierdo. Como pudo, el flamante campeón trató de escaparse y terminó metiéndose debajo del ring.

Un policía terminó con un brazo semi fracturado, otro recibió un impacto que lo desmayó y un tercero sufrió un corte en la ceja derecha. A todo esto, tantos los jurados como el referí intentaron escaparse hacia la zona de los vestuarios. El estadio es pequeño y la puertas de acceso a los camarines están apenas a unos diez metros del cuadrilátero. El referí sufrió un corte en el labio superior, y debió ser hospitalizado; le aplicaron tres puntos de sutura.

El equipo filipino comenzó a buscar desesperadamente al boxeador. Ayudados por el campeón de peso pesado Gonzalo El Patón Basile, más unos cuantos policías, finalmente Casimero logró ser llevado a los vestuarios, en donde se formó un cordón policial de seis efectivos.

Un poco más tarde, arribó al lugar el Jefe Departamental de la Jefatura Mar del Plata, el Comisario Inspector Lorenzo Velázquez, quien se encargó de tomar testimonios y de hacer un recuento de los daños. No solamente volaron sillas de plástico. Un policía perdió el cargador de su pistola y fue el propio Samson quien se la devolvió.

Mientras se pedían refuerzos para sacar a los visitantes, quedamos atrapados en el vestuario. Casinero se vistió lentamente, quejándose de los golpes recibidos, en medio de un clima de indignación, sobre todo porque la victoria del filipino había sido tan merecida, que hasta la toalla voló en señal de abandono.

El supervisor de la FIB, el argentino Aníbal Miramontes, nos indicó que hasta la definición, era Lazarte quien estaba arriba en las tarjetas, a pesar de las dos caídas. Tanto Eugene Grant como Richard Green, tenía 85-81, mientras que para Don Trella, ganaba Lazarte por 85-80. La tarjeta de ESPNdeportes.com también estaba a favor de Lazarte 85-81.

Lazarte había perdido a tal punto el control que, cuando finalizaba el noveno asalto, llegó a lanzarle un mordiscón en el hombro a su adversario.

Mientras estábamos en el vestuario esperando para salir, apareció el propio Lazarte para buscar su cinturón ya que, como se sabe, la corona estaba vacante y el marplatense subió con el anterior, que pasó a ser de su propiedad.

Por supuesto, se lo entregaron. Luego, tras pedirnos ayuda con el inglés, dijo: "Quiero pedirle disculpas a todos, me ganaste en buena ley, y siento que vas a tener un gran futuro. Lo que pasó esta noche es inexplicable", expresó dirigiéndose al ganador.

"No se aflijan demasiado porque en mi paìs tambièn han pasado muchas cosas similares", dijo Samson con una sonrisa, ya que después de todo, vuelven a casa con el título.

Lazarte no supo explicar qué le ocurrió, teniendo en cuenta que iba adelante en las tarjetas. "Creo que el golpe bajo me terminó, todavía me duele, no pude recuperarme", expresó antes de retirarse.

Fue una noche indignante, ya que quienes protagonizaron semejante escándalo, parecían no tener límite alguno. Más de uno de ellos terminó manando sangre cerca de los vestuarios. Será ahora muy difícil que Lazarte pueda aspirar a cualquier otra oportunidad en su campaña que ahora, marca 49 (18)-11-2 y 1 SD. Luego de semejante e incalificable locura, seguramente el estadio Once Unidos no albergará más una pelea de campeonato mundial.

Casimero, que cumplirá 22 años el 13 de febrero, suma su segunda corona Interina, y queda con 18 peleas con 16 victorias, 10 antes del límite y 2 derrotas.

En resumen, una noche triste para el boxeo argentino, en donde un grupo de inadaptados malogró totalmente un espectáculo en el que hubo un legítimo ganador.

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