EFE 12y

Adiós a siete años de espera

LONDRES -- Siete largos años de preparativos culminan el viernes con la ceremonia de inauguración de los terceros Juegos Olímpicos que alberga Londres en su historia, después de los de 1908 y 1948, que se augura espectacular.

En las calles de la capital británica se respira un ambiente festivo y de expectación, a pesar de un dispositivo de seguridad que blinda la ciudad con 42.000 efectivos, entre militares, policías y agentes privados.

La reina Isabel II y su esposo, el duque de Edimburgo, presidirán esta noche una ceremonia inaugural que verán cerca de mil millones de personas en todo el planeta, a partir de las 20.00 GMT, tras ofrecer una recepción en el Palacio de Buckingham a los jefes de Estado y de Gobierno que se concentran en Londres para la ocasión.

Con el cielo nublado pero escaso riesgo de lluvia, según la oficina meteorológica, casi 10.000 atletas de 205 países desfilarán por el Estadio Olímpico de Stratford, al este de la capital, durante la ceremonia diseñada por el cineasta británico Daniel Boyle, director de cintas como "Trainspotting" y "Slumdog millionaire".

Londres 2012 ha invertido 27 millones de libras (33 millones de euros) en un espectáculo inspirado en la obra del dramaturgo inglés William Shakespeare en el que participarán cerca de 10.000 personas y que narra el paso de la vida tradicional en la campiña inglesa a las modernas metrópolis industriales.

Boyle ha proyectado un evento que se prevé menos grandilocuente que la inauguración de Beijing hace cuatro años, en el monumental Nido de Pájaro, y del que la mayoría de los detalles permanecen en secreto.

Para marcar el inicio de una jornada histórica para la capital británica, las campanas del Big Ben, uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad más turística del mundo, repicaron esta mañana 40 veces durante tres minutos, al igual que hicieron miles de campanas en todo el Reino Unido.

La esperada ceremonia dará paso a los 16 días de la competición de más alto nivel del mundo, tras varios años de en los que el foco de interés en el Reino Unido en cuanto a los Juegos ha estado alejado de las cuestiones deportivas.

Junto con los previsibles problemas de transporte en Londres, que espera millones de visitantes adicionales durante los Juegos, la seguridad ha sido el principal reto para las autoridades desde que la ciudad fue nombrada sede olímpica un día antes de los atentados que la sacudieron el 7 de julio de 2005.

Gran parte del plan de seguridad olímpico se ha desarrollado entre bastidores, con los servicios de inteligencia del MI5 trabajando a contrarreloj para someter a escrutinio a cerca de medio millón de personas que tendrán relación con los Juegos, una operación que se ha comparado con la que se desarrolló durante la II Guerra Mundial.

En total, el Gobierno británico ha invertido 1.028 millones de libras (1.264 millones de euros) en el montaje de seguridad, una parte significativa de los alrededor de 9.300 millones (11.430 millones de euros) que costarán las Olimpiadas.

A pesar de que el presupuesto de Londres 2012 estaba ya comprometido antes de que estallara la crisis económica global, la cifra es austera en comparación con los 26.252 millones de euros que gastó Beijing en 2008 para entregar los Juegos más caros de la historia del olimpismo.

El gasto excesivo en tiempos de dificultades económicas ha sido una de las críticas más reiteradas hacia los Juegos por parte de los londinenses, que están también alarmados por el posible caos en un sistema de transporte habitualmente al borde de su capacidad.

Londres es una ciudad de 8 millones de habitantes que recibe a 14 millones de turistas al año y que ahora debe hacer frente a tres millones de desplazamientos adicionales al día por los Juegos, una perspectiva que ha puesto en jaque a los responsables del transporte de la capital británica.

A pesar de los atascos, los atletas y otros miembros de la familia olímpica llegarán puntuales a las competiciones gracias a 50 kilómetros de carriles de uso exclusivo que facilitarán sus desplazamientos, pero que han creado irritación en diversos sectores.

Entre ellos, los taxistas de los singulares "black cab" londinenses, que tienen vetado el uso del carril olímpico y se verán obligados a trabajar en las congestionadas calles del centro de la ciudad.

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