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Los Bartoli y el espíritu de equipo

Bartoli y Mauresmo, juntas en Brisbane 2009 Getty

PARÍS -- "El modo de trabajo individual de Marion Bartoli es incompatible con el del equipo de Francia". Amélie Mauresmo seguiría hablando unos cuantos minutos, pero ya todo estaba dicho. Algunos mantenían la esperanza de que la ex N°1 del mundo, en su nuevo rol de capitana del conjunto de Fed Cup, pudiera convencer a la finalista de Wimbledon 2007 de volver a jugar por su país. Pues bien, toda utopía quedó rápidamente en la nada.

Repasemos: la hoy N°11 del ranking WTA solo disputó dos series de Fed Cup para Francia, ambas en 2004. Luego de ello, reclamó que su entrenador pudiera unirse a las prácticas del equipo, algo que la Federación del país galo (FFT) no contempla como posibilidad. Esa sola divergencia hizo que se alejara de la FFT a un punto que -hoy por hoy- no tiene retorno.

Un pequeño alto en la cuestión: su entrenador no es un simple trabajador que cumple ese rol; para Marion Bartoli, su guía en el tenis es Walter Bartoli: su padre. Y aquí se despliega una serie de particularidades que ponen en contexto la insistencia de la jugadora por incorporarlo al equipo de trabajo de la Fed Cup.

Walter no tiene pasado como tenista ni como entrenador; mientras su hija crecía y aprendía a agarrar una raqueta, él se dedicaba a su oficio: la medicina. Cuando el camino de Marion comenzó a tomar forma, dejó su propia carrera a un lado y decidió ponerse las ropas de entrenador. "Mi acercamiento es distinto; muchos coaches tratan de mejorar el juego usando la muñeca, el brazo; yo no veo esas cosas de la misma manera", le decía Walter a ESPN el año pasado.

Bajo esa premisa, Marion y su "curioso" estilo de juego (con el famoso drive a dos manos como insignia) descansan en la puntillosa y pragmática tutela de Walter, que, mientras se nutre de detalles técnicos que hasta hace poco le eran ajenos, pone en escena sus conocimientos médicos para evaluar la mecánica en los movimientos de su hija.

"En Francia, todo es acerca de la teoría; en Estados Unidos, se inculca un espíritu de lucha, pero no se fijan mucho en la técnica; en Australia trabajan bastante la parte física", resume el flamante coach, quien aclama hacer un "mix" de esas tres "corrientes".

La relación entre los Bartoli fue siempre un foco de interés aparte. Para ello, claro, colaboró el reto público que Marion le efectuó a Walter durante un partido de Wimbledon 2011: desde su banco, en un cambio de lado, la jugadora "obligó" a su padre a dejar el estadio. "Hizo lo que debía para ganar", le diría luego Walter a la televisión francesa. "A veces se comporta como un niño de tres años, pero es una persona extremadamente adulta y atenta", completaría la campeona del US Open Jr. en 2001.

Con todo, esa fijación por el trabajo en familia (literalmente) no solo la dejó sin jugar la Fed Cup sino que la privó de participar en los Juegos Olímpicos. La Federación le exigía "estar disponible" en al menos dos series para concederle la representación en Londres, pero Marion se mantuvo firme en su protesta, arguyendo que debían ser ellos (la FFT) quienes se ajustaran a sus reclamos y no al revés. Consecuencia: Bartoli se convirtió en la tenista mejor rankeada en perderse la cita olímpica.

"Trato de no pensar mucho en eso", le decía al New York Times en Roland Garros, cuando su ausencia en Londres ya estaba determinada; "Heartbreaking" fue la palabra inglesa que la francesa escogió para graficar sus sensaciones. "Descorazonador" sería una traducción literal. "Desgarrador", tal vez. Lo cierto es que asumido el mal trago y ya de nuevo en el circuito, sus palabras tomaron otro curso: "Fue bueno tener esos días libres pasar un tiempo en casa, en familia. Mi hermano me vino a visitar y yo hice un poco de niñera con mi sobrino, que recién está aprendiendo a caminar. Son cosas que habitualmente no puedo hacer, así que las disfruté mucho". ¿Ironía o inocencia?

Como sea, los Juegos pasaron sin ella y Serena Williams sumó una nueva foto de campeona. Pero mientras Marion alcanzaba la final de Carlsbad, antes de la obligada pausa olímpica, la FFT tenía novedades: Mauresmo reemplazaba a Nicolas Escudé como capitán del equipo de Fed Cup y su primera declaración pública era casi una súplica a viva voz: "Quiero y necesito hablar con Marion Bartoli".

Mauresmo, campeona del torneo en 2003 luego de ganar sus dos singles en la final, repitió una y otra vez desde su designación la intención de contar en el equipo con la mejor tenista del país. El contexto se lo demandaba: lejos del éxito vivido en su época como jugadora, ahora Mauresmo debe lidiar con un elenco francés estancado en la segunda división del Grupo Mundial, luego del inesperado descenso de 2011, que lo vio perder la máxima categoría por primera vez en la historia.

Mauresmo entabló ese esperado contacto en el US Open. No hubo caso. "El diálogo fue abierto, pero no hubo una posición común", revelaría luego, según declaraciones que recoge el diario L'Equipe. El enfrentamiento público con Escudé (que jamás hizo lugar a su pedido) había sido desarticulado, pero no era suficiente.

"Mi preocupación es elegir a las mejores jugadoras, pero también que haya un vínculo entre ellas -continuó Mauresmo-. El espíritu de equipo es muy importante. Yo lo viví como jugadora y lo pongo por encima de todo". ¿Podrá, alguna vez, coexistir esa estructura con la inclusión de Bartoli? "Las cosas siempre pueden cambiar y la comunicación es buena
-completó la capitana-, pero por el momento la situación es esta...". Otro capítulo más de una historia que todavía tiene mucho por contar.