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Como si hubiera sido a propósito, Jon Daniels, el gerente general de los Vigilantes de Texas, recibió la noticia que quizá nunca pensó recibir, en el peor momento del año para él.

En plena comida navideña con reporteros, Daniels fue notificado de que Josh Hamilton, su mejor bateador en los últimos cinco años, el JMV de la Liga Americana en el 2010 y quien fue una de las principales razones para llegar a dos series mundiales consecutivas, llegó a un arreglo contractual con sus más acérrimos rivales, los Angelinos de Los Angeles.

Pero en el pecado, los Rangers han llevado la penitenencia, no sólo se negaron a negociar de manera seria con Hamilton durante la primavera anterior, después de que el jardinero tuvo una recaída pública en sus muy publicitados problemas de adicciones.

Tampoco quisieron ofrecerle en la campaña regular un contrato por más de cuatro temporadas, de acuerdo a diversas fuentes del equipo.

Y al final, cuando los Rangers se desmoronaron en la última quincena de la temporada regular, fue señalado como uno de los culpables principales, sino el que más.

Es la segunda pérdida sensible de los Vigilantes en menos de una semana. La otra cara de la franquicia, el capitán Michael Young fue canjeado a los Filis de Filadelfia.

Los Rangers tenían analizada la salida de Young en el campo, pero con la pérdida de Hamilton, no estoy seguro si tenían contemplado también el problema en el vestidor, con dos de sus principales líderes.

Si algo llevó a los Rangers a dos campeonatos de liga seguidos fue su química, unión y obvio el talento.

Ahora los Rangers, tendrán que esperar que jugadores como Leonys Martin y Craig Gentry den el estirón en el jardín central.

Pero ni en sueños alcanzarán el nivel de Hamilton, quien en cinco temporadas con los Rangers produjo 506 carreras, más que nadie en ese lapso de tiempo en la historia del equipo, y cuatro veces promedió alrededor de .300 con el bate.

A la defensiva, también su valor es incalculable. El único "pero", además de su pasado tenebroso fuera del campo, son sus lesiones.

Pero en cuatro de cinco temporadas con los Rangers jugó más de 120 partidos.

Ahora la única esperanza para Daniels y sus Rangers es encontrar algún canje o agente libre que los ayude en el campo y a librar el escrutinio que de por si ya se vivía desde hace una semana en Dallas.

No han podido firmar a nadie que en realidad parezca de impacto inmediato, como en el caso del pítcher Zack Greinke, quien al final optó por los Dodgers.

Habrá que darle el beneficio de la duda a Daniels después de lo que ha logrado con una franquicia tradicionalmente perdedora, antes de su llegada a la gerencia.

Pero será complicado, en especial ante los ojos de una afición que implantó marca de taquilla la temporada pasada y la segunda mejor en toda la Liga Americana.