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La solidaridad bien entendida...

Todas las manos todas, para ayudar Blog Laboratorio Pincharrata

BUENOS AIRES -- Dice Joan Manuel Serrat en Sinceramente tuyo: "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". Y vaya que lo habrán sentido los miles y miles de inundados que dejó el peor temporal en años que se haya visto en la provincia de Buenos Aires, y especialmente en su capital, La Plata.

El agua trepó hasta casi los dos metros de altura dejando sepultados muebles, electodomésticos, recuerdos y lo que es peor aún, decenas de vidas. Pero a esa tristeza infinita que dejó el fenómeno climático, mucha gente le opuso voluntad en forma de ayuda solidaria.

La hubo de todo tipo: del estado, de diversas ONG's, de partidos políticos. Y también llegó del lado del deporte y sus protagonistas. Y esta es la historia que les quiero contar...

Nacido y criado en un barrio del conourbano bonaerense, casi lo primero que aprendí es a sentirme cuidado por los vecinos. Y este fin de semana pude reafirmarlo de la mejor manera.

Bajo la supervisión de un prócer del club, Juan Sebastián Verón, y de los muchachos del blog Laboratorio Pincharrata (¡gracias por las fotos!), el club Estudiantes de La Plata decidió disponer de sus instalaciones del country de City Bell (el campo de deportes y entrenamiento del fútbol profesional y amateur y sede de las escuelas primaria y secundaria) para que allí funcionase un centro de recepción y distribución de donaciones.

En la filial de la Ciudad de Buenos Aires se organizó parte de la colecta y desde allí partimos el sábado cargados de agua hasta donde soportó el peso de nuestro vehículo (mas tarde dos camiones importantes completarían el traslado de lo reunído en CABA) rumbo a la ciudad de las diagonales.

Una vez que llegamos al City Bell fue increíble ver la cantidad de gente que realizaba las múltiples tareas. Allí varios pibes de inferiores, mezclados con el propio Verón o Agustín Alayes descargaban camiones repletos de mercadería. Mayoritaramente mujeres y chicos separaban y dividían la ayuda recibida, que luego salían para los distintos barrios según fueran conociendo las necesidades y chequeando que la donación llegara al destino correcto. Cientos de manos que no paraban de moverse un minuto...

"Recién salió un grupo a Ringuelet, si ustedes quieren tengo un pedido para llevar al centro", nos dice uno de los encargados de darle algo de orden a una energía que parecía dificil de encauzar. Y por supuesto que cargamos la camioneta y hacia allí salimos. Demás está decir que la sola observación de lo que el temporal había hecho en su paso feroz hubiera alcanzado. Pero ver a la gente cargar con su tristeza y frustración, hablar con ellos helaba el alma...

Dejamos los bidones de agua, las cajas con artículos de limpieza, alguna bolsas de ropa que desde ese domicilio se distribuirían entre los vecinos e intercambiamos un par de abrazos cargados de energía. Y partimos con la sensación que lo más im´portante será en el futuro prestarle escucha a la gente que atravesó este sufrimiento.

Volvimos para City Bell para seguir ayudando. Alli llegaba otro camión, y una vez más las filas de manos mayoritariamente enfundas en ropas de Estuadiantes (aunque también las había con pecheras del club Los Tilos de rugby, y otras instituciones deportivas de la ciudad) se sucedían para mover la carga.

No había gritos, ni órdenes. Sí mucha charla, intercambio de datos. Búsqueda de llegar hasta el lugar mismo de la necesidad. Y anécdotas... infinidad de ellas, de las trágicas y también de las que dejaban escapar una sonrisa. Como el grupo que llegó totalmente enfundado en ropa de Estudiantes a un barrio de esos que sólo s epuede entrar siendo hincha de Gimnasia y la forma en que terminaron todos abrazados bajando las cajas de productos. Y es que la desgracia no hizo distingos... y la ayuda tampoco

Y hubo también tiempo de enterarse de que la solidaridad se multiplicaba. Llegando desde lugares remotos, como el giro de José Sosa (el internacional argentino que juega en el Metalist de Ucrania) para que enviaran colchones y lavandina, o la colecta que organizaron algunos jugadores de Vélez y que Emiliano Papa se encargo de coordinar en forma de envío de dos combis.

Tampoco faltaron las donaciones hechas a título individual. Y no fue poco el asombro cuando se abrieron las puertas de una camioneta que mandó el volante Federico Pocho Insúa y el vehículo estaba lleno de muebles, de los elementos materiales más destuídos por el agua...

Llevará tiempo para que la gente pueda recuperarse del desastre. Y una vez más los clubes demostraron que son protagonistas clave en el desarrollo de una sociedad sana.