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El triunfo del fascismo

Ilustración Sebastián Domenech

NÁPOLES -- En medio de llantos y gritos y gemidos de placer producidos por el campanilleo de placer que nos producía la voz de Carlos Gardel, nos fuimos de Montevideo con un rumbo incierto.

Tanta era la energía dispersada por la voz del cantor que, en pocos segundos, la fuerza expansiva de su garganta nos elevó y nos hizo cruzar el Océano Atlántico y nos depositó todos machuscados en la Península Ibérica, en Nápoles, mÁs precisamente.

Nos sacudimos nuestros jeans y nuestras remeras del polvo de las calles napolitanas y nos perdimos entre el bullicio de los napolitanos.

-¿Dónde estamos? -me preguntó Azulino Sepúlveda.

(A Humberto Anachuri lo habíamos perdido en la revuelta).

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Tanta gente hablando a los gritos, tanto olor a comida casera y mujeres de caderas anchas y axilas peludas, no puede ser otro lugar que Nápoles, Italia -le respondí a Faustino mientras me refregaba los ojos por el polvo.

Carros, perros en las calles, carteros erotizados mirando a las mujeres con raras intenciones; ollas llenas de comidas calientes; mujeres iguales a las aparecidas en las películas de Tinto Brass. ¡Nápoles era el lugar soñado!

Pero no tan soñado... Porque enseguida unos soldados del ejército de Benito Mussolini nos interrogaron y nos obligaron a cantar por Italia.

-
Bongiorno, así que ustedes son extranjeros, nos dijeron los soldados. ¿Y saben lo que se hace con los extranjeros en un país fascista como este?

Cuando los soldados nos dijeron esto, comenzamos a temblar al instante.

¿Nos fusilarían? ¿Nos degollarían? Pensemos que estábamos en el día 10 de junio de 1934 y la sociedad era mucho mas violenta y sanguinaria que en el siglo 21.

Pero nos salvó que Italia se coronaba campeón justo en ese momento, venciendo a una deslucida y muy angustiada selección Checoslovaca que, antes se había impuesto a la selección alemana en la semifinal. Jugadores del nivel de Sobotka, oldrich Nejedly o el imparable Antonic Puc (miembro del Salón de la Fama), no pudieron imponerse al miedo que generaban las amenazadas de Mussolini.

Los checos sabían que, si ganaban, no salían vivos de Italia.

Mientras todos los italianos festejaban en las calles, nos metimos en un barcito de Nápoles donde para nuestro asombro bebían disfrazados dos campeones del equipo italiano, Giovanni Ferrari y Raimundo Orsi, ambos goleadores del equipo.

-¿Qué hacen que no están festejando? -les preguntamos intrigados.

-Hoy no acaba de ganar Italia, acaba de ganar el fascismo y el nazismo en toda Europa -nos dijeron los comprometidos jugadores.

Era una obviedad que Italia no tenía el nivel del equipo checo que, dicho sea de paso, fue uno de los mejores equipos de la historia del fútbol. Se sabía que el local había ganado gracias a los aprietes de Mussolini.

-Hoy se manchó al fútbol italiano. Checoslovaquia pudo contra el equipo nazi alemán, pero no pudo contra el fascismo de Benito Mussolini, para nosotros no hay nada que festejar -dijo Orzi compungido.

Quizás los jugadores honestos del equipo italiano tuvieran razón, pero de todas formas decidimos festejar.

¡Qué cambiado estaba el mundo por esos años! Todas las personas respondían a la figura falocrática de un hombre loco. Nos perdimos en el mundanal de italianos que festejaban en las calles subidos a sus carreras, a sus caballos, bailando tarantelas y tomando grandes porrones de cerveza bien fría.

Sentimos que el fútbol recién nacía, pero ya había discusiones con los árbitros y los poderes de turno querían imponer su voluntad. ¿Quién podía negar que era el deporte más popular de Italia? Los checos habían sido los héroes de este mundial al eliminar al equipo nazi. Los alemanes, que pensaban alzar la Copa sin problemas, jamás se lo perdonarían.

Italia superó en la final al equipo checo con muchas dudas y nunca fue un campeón ético. Un manto de corrupción y violencia rodeó al equipo Italiano y a todo el Mundial.

Nosotros buscamos un hotelito para pasar la noche y nos fuimos a dormir, otra vez había ganado el fascismo. Además como comentario de color, Argentina había jugado un solo partido ante Suecia y había perdido 3-2. De esta forma quedó afuera del Mundial.

(continuará...)