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Alemanas que hierven

BERNA -- ¡Estamos en Berna! ¡Qué lindo es Suiza! Ahora queridos lectores, gracias a nuestra máquina yotibéntica de atravesar el tiempo llegamos a 1954, Berna, la ciudad del mundial de fútbol.

Caminamos a orillas del famoso Río Aar, patrimonio de la Humanidad, uno de los lugares mas hermosos del planeta. Berna es un paraíso medieval, lleno de castillos, bosques y jardines, todo muy cuidado, pese a la cercanía de la Segunda Guerra Mundial.

Nos sorprende la cantidad de osos que hay en las calles, osos tranquilos y perezosos. Berna está ubicada en la meseta suiza y temblamos de frío, los Alpes están muy cerca. Las calles están felices, por primera vez en la historia jugarán la final del Mundo los húngaros contra los alemanes occidentales. Los húngaros creen que ganarán la final y toman cerveza sin parar.

Las calles rebalsan de felicidad húngara. Son los candidatos, tienen un equipo mucho mejor que los alemanes. Al fin de cuentas, motivos para tanta felicidad les sobra. ¿Quién podría ganarle a un equipo que tenía a Ferenc Puskas y al arquero Gyulas Grosics, uno de los mejores arqueros de la historia? Ese equipo es Alemania, pero para la coronación del equipo germánico todavía faltan varias horas.

En un bar nos encontramos con un hincha húngaro que, extrañamente, habla castellano. Nos cuenta que su padre era argentino. La había conocido a su madre en París y se casaron. Ferviente admirador de su selección, del fútbol demasiado moderno de los húngaros para la época, nos invita a sentarnos y a festejar por adelantado. "La hazaña de Berna", estaba cerca.

-Nadie puede derrotar al poderoso equipo húngaro. Hace años que venimos preparándonos para llegar a la final de este Mundial. Tenemos al gran Ferenc Puskas -nos dijo el parroquiano húngaro mientras no dejaba de beber su cerveza y mirar el río Aar.

Nosotros no creíamos tanto en el poder de los húngaros. Los alemanes hace años que tenían excelentes performances, pero estaban muy debilitados en el tema humano. Mucha gente ya comenzaba a odiar a los nazis.

-Golearemos a los nazis, nos dijo el húngaro muy seguro. Dentro de poco veremos la coronación del fútbol húngaro por encima de cualquier cosa.

-¿No crees que será un poco difícil? Los alemanes tienen un equipo muy aguerrido -le dijimos sin mucha convicción.

Lo que más queríamos era seguir tomando cerveza y encontrar a forma de acercarnos a una de esas muchachas suizas que estaban buenísimas.

Sin duda que el fútbol húngaro, había renovado el deporte mundial. Sin embargo, se impondría el espíritu de los alemanes por encima de todo.

La Copa la levantaron los alemanes. (Se impusieron por 3-2). Es cierto que todos los suizos apoyaban a los húngaros, pero no pudieron ganar la final, se quedaron en las puertas del cielo.

De cierta manera, otra vez los alemanes se impondrían con todo su brío, como tantas veces en el futuro. Otra vez las calles se llenarían de alemanitas hirvientes, al borde del extásis que levantan su copa borracha de felicidad.

(continuará...)