<
>

Colombia frente a su hora más triste

Ilustración Sebastián Domenech

NÁPOLES -- De más está decir que Diego Maradona es el máximo ídolo del fútbol italiano y no es poco decir. Estamos en 1990 e Italia es una de las grandes potencias mundiales. Sólo gracias a mi imaginación podemos estar acá. Este cronista todavía no había nacido y René Higuita apuntaba con ser la mayor figura de este torneo.

Italia 90 es uno de los campeonatos de fútbol mas emocionantes. Colombia viene con todo, dispuesto a dar el gran batacazo con su máxima figura: Valderrama, el de la melena al viento.

En las calles de Nápoles, después de aterrizar el conventillo volador cerca del Castel dell'Ovo, nos encontramos con muchos argentinos y colombianos que esperan con deseo desesperado a sus equipos.

Un paisa de Armenia, en el Quindío, plena selva cafetera colombiana, vende café a la salida de los estadios y me dice:

-A Camerún le ganamos sí o sí, paisa, no hay forma que el equipo de negrazos nos supere.

Yo le digo sabiendo el resultado porque lo vi por video:
-Paisa, te digo que es difícil, Camerún tiene un equipo muy sólido con Roger Miller, que no es precisamente Arthur Miller pero juega y muy bien. Con Oman Biyik, Makanake y otros.

-Paisa, somos ¡Colombia! Tenemos a Fredy Rincon, a Valderrama, al gran René Higuita.

La pasión latinoamericana no es muy diferente de la pasión napolitana: no tiene remedio. Así que dejo a mi amigo colombiano hablando solo y me voy a caminar por Nápoles. Si supiera este amigo paisa lo que le esperaba, el error garrafal de René Higuita que acabaría con los sueños de toda Colombia. Si supiera que la vida y el fútbol no son sueños...

¡Qué linda es Nápoles llena de napolitanas igualitas a las del film de Tinto Brass! Me desespero detrás de estas morenas pechugonas, con caderas del frente de un colectivo, con pelos en las axilas.

El canto mismo whitmaniano a la seducción. ¡No hay nada en la vida más lindo que las mujeres de Nápoles! Y por todos lados Diego, de acá y de allá.

De pronto, entro en una cantina napolitana, llena de música y alegría. Me siento en un mesón largo en el cual están sentados los capos de la Camorra. Me reconocen:

-¡Argentina! ¡Maradona, lo más grande del Mundo! ¡Viva por siempre Maradona!

Me sorprendo porque están rodeados de chicas colombianas, tan infernales como las napolitanas que hablan elogios de Valderrama.
-Valderrama mejor que Maradona -dicen.
-No, chicas, Maradona es el mejor -respondo.
-
Chicos, comprendan, Valderrama será la estrella de este Mundial. Argentina comenzó perdiendo ante Camerún. El equipo que eliminaremos dentro de un par de horas.

Las chicas tienen el espíritu muy alto, pero ni se imaginan la mala tarde que les hará vivir René Higuita. Roger Miller, el camerunés, jugador más viejo del Mundial, con 42 años dejará en claro que el fútbol no es cuestión de juventud.

Me levanto de la mesa, saludo a los muchachos y a las chicas de Bogotá y camino por las calles de Nápoles. Hoy será el día más triste para el fútbol colombiano y el más alegre para el fútbol africano.

Grandes jugadores procedentes de un mismo lado, lucharán por una entrada a la gloria. Solo hay espacio para uno.

Camino por las calles de Nápoles y escucho los llantos, los gritos de tristeza de los inmigrantes colombianos para los cuales ya ni la salsa les quitará esta tristeza del alma.

(continuará...)