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Portugal eliminó a Brasil

LONDRES -- Portugal protagonizó uno de los grandes batacazos y venció por 3-1 a Brasil, que de esta manera quedó eliminado de la Copa del Mundo y ya no podrá optar al tricampeonato en Inglaterra.

De esta manera relató el hecho el enviado especial del diario ABC:

"Relax, Pelé, only 80 million brazilians are depending on you to win": "Tranquilo Pelé, sólo 80 millones de brasileños dependen de lo que hagas para ganar". El Daily Express ilustraba su información sobre el encuentro con una expresiva caricatura de Roy Ullyett. Pelé era prácticamente el que tenía vérselas con el once de Portugal entero; Pelé suponía la línea de flotación aún no superada por las aguas; Pelé era, sencillamente, el hombre del partido, el aliciente principal, su contenido absoluto.

El defensor luso Vicente anticipó: "Iré donde él vaya, a ello se limitará mi acción en el campo. Le perseguiré y destruiré su juego. Será Portugal el equipo que juegue por los cuartos de final. Coluna sería el "secante".

(La Federación de) Portugal ofrecía de prima una interesante suma de dinero. En el fútbol profesional los billetes constituyenel mejor elemento estimulante, el "doping" de seguros rendimientos (...) Anulado Pelé, se quebrarían las posibilidades brasileñas y las ilusiones de seis mil "forofos" que acudieron al coliseo futbolístico de Goodison a quemar los últimos cartuchos y apoyar frenéticamente la función de despedida del "Brasilian show".

Como ya suponíamos y anticipamos, Feola varió profundamente el equipo. Salieron Bellini y Djalma Santos -dos bicampeones-, quizás para siempre. El viejo lateral ha jugado 98 partidos desde que en el 52 arribó a la internacionalidad. Los sentimientos emocionales de la Comisión técnica y el seleccionador es posible que le permitan completarla centena, aunque de acuerdo con lo visto, ya el hombre no está para muchos trotes y regates.

Hubo más banderas brasileñas que en los anteriores compromisos. Una pancarta enorme, en delantera de anfiteatro: "85 milhoes estao com vocé, Pelé. Repita Lisboa 62", "Olé Brasil", "Avante Brasil" son algunos de los carteles que se ven (...)

Para derribar al coloso hay que dinamitar su pedestal. Pelé es la base sobre la que el fútbol brasileño ha sustentado el colosalismo que pregonan sus títulos 58 y 62. Coluna, que le sigue cuando deambula por el centro del campo buscando desmarques imposibles, es el que pone cargas explosivas cada vez que disputa el cuero a la "estrella", persiguiéndole los tobillos.

Y la obra destructora da comienzo a poco de señalar George McCabe el principio del partido.

A los quince minutos marca Portugual. Un centro de Torres desde la izquierda origina un debilísimo rechace de puños de Manga -Gilmar, otro de los viejos, quedó en la caseta por lesión-, y Simoes aprovecha muy oportuno el generoso servicio del portero y marca para Portugal.

Ya está resuelto todo, ya no es necesario dar más patadas a Pelé, porque la suerte ha elegido demasiado pronto para sentenciar el presentido destronamiento brasileño. Once minutos después, Eusebio remacha la tarea ganando la acción a Orlando y cabeceando a las mallas ante la pasividad de Manga. Y por si quedaran algunos restos del monolito, Coluna aprovecha la última ración dinamitera para liquidar a Pelé.

Treinta minutos de partido habían resultado suficientes para concluir con el reinado futbolístico brasileño. Manga, Coluna -qué distintos cometidos- y los golpazos de Simoes y Eusebio singularizaban el proceso de liquidación.

El partido fue malo, desagradable. Se fue con frecuencia al hombres. Brasil respondió a la guerra decretada por Portugal y, tanto uno como otro equipo, apenas si pudieron articular jugadas de mérito. Intervinieron repetidamente los masajistas. Pelé fue un hombre inútil e la punta izquierda del ataque; pegando cojetadas, estuvo a punto de marcar un gol. Portugal, a partir del 2-0 (Brasil tenía que lograr entonces 5 tantos), jugó con una defensa en línea de cuatro hombres, fortaleciendo a ésta como Baptista como "líbero" o "escoba". A los 16 minutos de juego, Rildo aminoró la ventaja lusitana al tirar desde fuera del área y pasar el balón entre un bosque de defensores.

Renació por breve tiempo la esperanza. Llegó a fulgurar durante unos minutos de luz el bello fútbol brasileño. Apenas nada, Portugal se mantuvo firme, muy combativa, segura en su ventaja de hombres y goles. Pelé, aunque presente, no podía hacer otra cosa que arrastrar penosamente su pierna derecha lesionada. Coluna no tenía ya que marcarlo, porque lo sabía inútil, destrozado, roto.

Y en esta tesitura llegó el tercer y último gol portugués. Lo hizo Eusebio, que había sido el mejor hombre sobre el campo; quizá el único de los dos equipos que salta al terreno dispuesto a no participar en ningún "safari" de tobillos. Al borde de la conclusión, Pelé entró a Moroais en mala forma y faltó muy poco para que todos se liaran a mamporros.

Eusebio consiguió para sí el balón del histórico partido. Portugal había conseguido vencer por segunda vez a Brasil. Torres -ya sólo restaba el protocolo- intercambió su camiseta por la de Pelé. La "Perla" apenas había sudado la suya...

El gran vencido de estos campeonatos: Pelé, el gran Pelé, el gran lisiado. No hubo "tri". La máquina apenas pudo ponerse en movimiento, muy pronto la bloquearon. El ciclo de hazañas ha concluído. Una pequeña pancarta puso triste y cobarde epúlogo al espectáculo: "Go home, brazilians"... para el gran campeón caído, nuestro homenaje".