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Charlton, la gran figura

LONDRES -- El 6 de febrero de 1958 el fútbol inglés sufrió el golpe más duro de su centenaria historia. El avión que trasladaba al plantel de Manchester United se estrelló en las cercanías del aeropuerto de Münich y varios de los futbolistas británicos más importantes no sobrevivieron a la tragedia. Lo más fácil era pensar que les costaría muchísimo recuperarse de este golpe a los inventores de este juego. Sin embargo, ocho años después, la Selección de los Tres Leones se consagró campeón del mundo, el título más importante de su historia.

En este triunfo histórico tuvo mucho que ver Robert Charlton, una de las víctimas del accidente de Alemania. Sí, fue una de las víctimas porque aunque sólo sufrió golpes menores, los daños psicológicos y anímicos que provocó en el joven mediocampista aquel siniestro fueron muy graves. Él vio morir a muchos de sus compañeros y agonizar a su principal socio en el campo de juego: Duncan Edwards, el niño prodigio que vio malogrado su futuro de gloria.

A Charlton le costó mucho volver a jugar, pero cuando lo hizo llevó consigo el espíritu de los Busby Babes, que seguían vivos en su elegancia y en su manera de tratar la pelota. Enseguida, el futbolista nacido en Ashington se convirtió en el líder futbolístico de Manchester United y de la Selección nacional. Jugó los Mundiales de 1958 (sólo como suplente) y de 1962, pero llegó al punto justo de madurez antes de la Copa que se disputó en Inglaterra.

Después de varios intentos fallidos, la Rubia Albión necesitaba hacer un buen papel en un Mundial y para eso decidió organizarlo. Formó un gran equipo, entrenado por Sir Alf Ramsey, y logró el gran objetivo en la Catedral de este deporte, Wembley. Sí, el primer título de la historia del fútbol inglés fue como todos los soñaron, a pesar de las polémicas arbitrales.

Bobby Charlton fue el cerebro del campeón, la inteligencia y la picardía. De sus pies nacía cada esperanza ofensiva del equipo, era el líder y el principal responsable de generar juego. Se movía en el centro del campo, por delante de la dura defensa formada por el impasable Bobby Moore, su hermano Jackie Charlton y los laterales Wilson y Cohen. Allan Ball y Martin Peters jugaban por los extremos y Roger Hunt y Geoffrey Hurst eran los delanteros. Esos fueron los once hombres que le dieron al pueblo inglés la alegría más grande.

Inglaterra debutó en el Mundial con un empate sin goles frente a Uruguay, en un partido que no fue bueno para Charlton y por lo tanto lo sufrió el resto del equipo. En la segunda presentación sí se empezó a ver lo mejor del Seleccionado local, que venció 2-0 a México con un gol del mediocampista del United. Inglaterra cerró la fase inicial con un sólido triunfo 2-0 ante Francia.

El combinado dirigido por Ramsey llegó al duelo de cuartos de final contra Argentina en pleno ascenso. Iba de menor a mayor y el entusiasmo del público crecía a medida que Charlton mejoraba su actuación. El partido fue demasiado duro y el triunfo 1-0 se festejó a lo grande.

En semifinales fue la consagración de Charlton como mejor futbolista del campeonato. Bobby fue el responsable de desactivar al que quizás era el mejor equipo del certamen hasta ese momento, que con el jugador más destacado. Eusebio y Portugal quedaron pequeños ante el fútbol de Inglaterra. El ídolo de Wembley convirtió dos goles y le dio la clasificación a su equipo para la gran final.

En la definición esperaba la Alemania Federal de Franz Beckenbauer, un Seleccionado de gran fortaleza física y mental. Fue justamente el jugador de Bayern Münich el encargado de marcar a Charlton. El Kaiser le hizo un marcaje individual durísimo al líder futbolístico de los locales. Fue un verdadero partido de ajedrez, en el que los dos mejores exponentes de cada bando se anularon mutuamente.

Bobby tocó muy pocos balones durante los noventa minutos y Alemania Federal sufrió la ausencia de Beckenbauer en las jugadas ofensivas. El tiempo reglamentario finalizó empatado a dos y llegó la prórroga, donde tuvo lugar la brillantez futbolística y también la polémica. Charlton logró escaparse dos veces a su marcador y dio dos asistencias bien capitalizadas por Geoff Hurst, el héroe de la final. El "gol fantasma" no opacó el festejo inglés, que por fin estaba en la cima del mundo.

"Inglaterra nos derrotó porque Bobby Charlton fue un poco mejor que yo", afirmó la figura alemana tras el final del encuentro.

Charlton besó la Copa Jules Rimet y por fin entendió que todo el sufrimiento vivido años antes hoy tenía una recompensa. Nadie le quitaría el dolor por la tragedia de Münich, pero tampoco la felicidad de este título mundial del que es gran responsable.