Jim Caple 11y

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Debemos decir esto sobre las ceremonias de exaltación al Salón de la Fama que se celebrarán este fin de semana: los discursos de aceptación van a ser cortos.

En un año en el que el Salón de la Fama pudiese estar recibiendo al líder de jonrones de todos los tiempos y a un siete veces ganador del Cy Young, en cambio se le estará dando la bienvenida al ex dueño de los Yankees Jacob Ruppert, al ex árbitro/lanzador Hank O'Day y al ex receptor a mano desnuda Deacon White, personajes que están muertos desde por lo menos 1939.

Este es el primer año desde 1965 que el Salón de la Fama no exaltará a una persona viva, que fue el resultado de la negativa de mis hermanos votantes de la BBWAA de emitir sus votos a favor de Barry Bonds, Roger Clemens y un sinnúmero de otros jugadores sospechosos de haber utilizado drogas para mejorar el rendimiento. Pero quien no sea exaltado es solo parte del problema con la ceremonia de exaltación de este año. La otra parte del problema es quien sí va a ser exaltado.

Sí, Ruppert trajo a Babe Ruth a Nueva York y comenzó la dinastía de los Yankees. Pero también fue un dueño, y los dueños y otros ejecutivos simplemente no deben ser exaltados al Salón de la Fama. Ellos vienen con tanto bagaje, que no podrán encajar en el casco de bateo del Sr. Met. El mayor honor de estar en el Salón se debería reservar estríctamente a las personas que han estado en el terreno y que llevan un uniforme – en otras palabras, jugadores y managers. Peor aún, Ruppert estuvo en el grupo de dueños de Grandes Ligas que se rehusaron a firmar peloteros de minorías y que continuaron con la barrera del color en el deporte. Ensalzar a dueños que aplastaron los corazones de los fanáticos al mudar equipos (Walter O'Malley) o que abusaron financieramente de jugadores (Charles Comiskey) ya es suficientemente malo. Pero es indefensible el honrar ejecutivos que siguieron con la práctica de prohibirle a jugadores estar en la liga por el color de su piel.

No estoy en contra de las exaltaciones de O'Day o White, pero sus casos tampoco me convencen. White probablemente fue un buen jugador, pero realmente no podemos saber cuan bueno fue porque no queda nadie vivo que lo haya visto jugar. (La carrera de White terminó hace 123 años, en 1890). Las estadísticas son difíciles de computar y evaluar porque esencialmente las reglas eran diferentes en esos días.

Por ejemplo, durante gran parte de la carrera de White, los lanzadores tenían que hacer sus envíos desde la parte de abajo de la cintura (esencialmente, tenían que tirar por debajo del brazo) y los bateadores podían exigir que un pitcheo se hiciera alto o bajo. Era un poco como el Festival de Cuadrangulares, solo que con menos velocidad y menos pausas comerciales. Quiero decir, ¡White es recordado por ser receptor sin guante! ¿Cuán difícil debe haber sido el pitcheo en esos días?

Además, O'Day fue un lanzador mediocre (73-110 y efectividad de 3.74) que está siendo exaltado al Salón de la Fama en gran parte por su reputación como uno de los primeros grandes árbitros del deporte. Fue el oficial que tomó la decisión sobre la famosa jugada del Merkle Bonehead, y que le costó a los Gigantes el banderín en 1908. Estaba además en el equipo de árbitros en la primera Serie Mundial, y en nueve adicionales.

Eso es algo que vale la pena mencionar en algún lugar dentro del Salón, pero no creo que los árbitros deban ser exaltados como se hace con los grandes jugadores. Si se supone que los árbitros toman decisiones correctas en el 99 por ciento del tiempo, eso no deja mucho espacio para un oficial que sea dramáticamente mejor que los demás al punto de merecer ser exaltado al Salón de la Fama.

Además, los fanáticos van al estadio a ver a los jugadores, no a los árbitros o a los ejecutivos sentados en su palco privado. Lo mismo se debería aplicar al Salón de la Fama. Quizás se pueda reconocer el trabajo y los logros de los árbitros y los ejecutivos en el museo del Salón, pero que no se les dé una placa en la pared junto con Ruth, Mays, Aaron y Seaver.

Más importante aún, debemos ponerle fin a la costumbre de exaltar jugadores de eras que terminaron antes de que Babe Ruth debutara en las mayores. Como dijo el colega Dave Schoenfield en el invierno pasado, la era antes de 1900 ya está desproporcinalmente bien representada. ¿Acaso alguien seriamente piensa que los jugadores de los 1800 eran tan buenos como los jugadores de la era moderna? Así que, ¿por qué seguimos eligiendo más de esos jugadores cuando peloteros que se lo merecen de las décadas de los 70, 80 y 90 siendo siendo dejados fuera?

Ya es suficiente. El Salón de la Fama ha estado exaltando jugadores por casi 80 años. Si un jugador de los 1800 no ha sido electo hasta ahora, es porque no se lo merece.

Solo espero que mis hermanos votantes en la BBWAA elijan a Greg Maddux y Tom Glavine el año que viene.

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