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Maradona 2-1 Inglaterra

CIUDAD DE MÉXICO -- Diego Armando Maradona dsputó el mejor partido que un jugador jamás había disputado en una Copa del Mundo y quizás en cualquier otro campeonato. El argentino fue capaz de todo, de lo maravilloso y de lo inteligente, de lo ventajero y de lo genial, de lo esforzado y de lo increíble. Contra Inglaterra, el Diez fue Once y de esta manera lo contó la revista argentina El Gráfico.


Cuando arrancó no dije nada, no pensé nada. ¿O a esta altura del Campeonato podría sorprenderme que Diego pasara entre dos rivales, suave el amague, sutiles la izquierda y la derecha, dejándolos casi chocados en sus tensas caras sudorosas y acaso sonrojadas? Pero dio tres pasos, aceleró, enganchó para adentro y Butcher quedó en el camino. Entonces me paré en el asiento y dije por primera vez en la tarde un dramático "no puede ser, no puede ser...".

Cuando terminé de decirlo, había quebrado la cintura para afuera y había desparramado a Fenwick... "¡¡¡No puede ser, no puede ser...!!!", volví a gritar cuando lo vi a solo frente a Peter Shilton y su experiencia y su clase y su picardía. El amague para irse por dentro, otra vez el quiebre, la salida externa, la zurda mágica que saca el remate preciso que supera el retorno de Butcher, que supera todo. No sé más nada, no me pregunten otra cosa. Sé que salté, que saltamos. Sé que abracé y me abrazaron. Sé que vi lágrimas en muchos ojos y noté una cierta humedad en los míos. Gritaba Juvenal, gritaba Barrio, gritaba Gorin, gritaba Nilo Neder...Eramos un solo grito en ese palco repleto de colegas que aplaudían y hasta se acercaban para saludarnos, como si hubiéramos tenido algo que ver en esa obra maestra que acaba de consumar el genio de Diego. Creo que miré el reloj. Eran la una y diez de la tarde, se jugaban casi diez minutos del segundo tiempo y Argentina se ponía 2-0 sobre Inglaterra gracias a la más brillante jugada individual que yo haya visto alguna vez en una cancha de fútbol, gracias a la inspiración del mejor jugador del mundo, ¿o queda alguna duda? Gracias a Diego.

¿Qué había pasado hasta ahí?

Mucho mejor Argentina en todo el trámite, porque salió a buscar el partido sin temor a los ascendentes pergaminos ingleses (recordar que debutaron perdiendo sin merecerlo ante Portugal, que después empataron 0-0 con Marruecos, que luego limpiaron a 3-0 a Polonia y despacharon con otro rotundo 3-0 a Paraguay). Durante todo el primer tiempo y hasta el gol que Diego hizo con la mano sin que lo advirtiera el árbitro -minuto 6 de la parte final-, Argentina había tenido:

1) El control de la pelota y el dominio del partido, que no se reflejó en más situaciones de gol porque a Diego le faltaron interlocutores válidosm o receptores aptos para su enorme tarea de creación, para su generosa entrega física, su despliegue inclaudicable, su clase capaz de salir entre tres para un compañero mejor ubicado. A veces uno piensa que Diego juega con ventaja: cuatro ojos en vez de dos, los otros dos en la nuca.

2) Una disposición táctica inobjetable, que cerró todos los caminos a Inglaterra.(...)

3) Un dominio sicológico sobre la lucha. Pocos creían que este equipo sería capaz de plantarse así en la cancha, dispuesto a llevarse por delante a sus adversarios. (...)

¿Qué defectos le apuntábamos al equipo todo este tiempo? El ya subrayado de la falta de compañía de Maradona, allá adelante, y la insistencia por ejecutar los tiros libres siempre combados, con chanfle, en vez de tratar de sorprender con algún cañonazo recto de Diego o aun de Burruchaga. Nada más. (...)

Cómo lo dibujó Diego

Un dibujo podría parecer esquemático y demasiado rígido para reflejar semejante genialidad, sin embargo es la más apropiada manera de trazar gráficamente el recorrido magistral de Maradona en la búsqueda del gol más impactante de su vida. Fueron cincuenta y cinco metros desde el arranque, detrás de la media cancha, hasta la definición. Fueron seis los jugadores ingleses que quedaron anulados con la magia de la gambeta impredecible: Beardsley,Hodge, Reid, Butcher, Fenwick y Shilton. Fueron ciento catorce mil espectadores del estadio Azteca que enmudecieron primero y admiraron su proeza después. Fueron alrededor de dos mil millones los que lo disfrutaron por televisión en todo el mundo. Fue en un clásico futbolístico que esperaba todo el fútbol: Argentina-Inglaterra. Y fue, nada más y nada menos, en la instancia decisiva de una Copa del Mundo. Se nos ocurre pensar ahora cuántas veces iremos al archivo en el futuro a buscar este dibujo, convertido ya en pieza de colección por el mismo peso de su contenido.