ROMA -- A los 47 minutos del segundo tiempo del partido frente a Alemania Federal, Carlos Valderrama apareció en todo su esplendor y habilitó con maestría a Freddy Rincón, quien convirtió el gol más importante de la historia del fútbol colombiano. Gracias a esa anotación, la Selección de Colombia obtuvo un extraordinario empate frente al conjunto que pocos días después se coronaría campeón de la Copa del Mundo de 1990 y además logró la clasificación a octavos de final.
Todo comenzó en 1989, cuando de la mano de Francisco Maturana se eligió a Barranquilla para que sea la sede de la Tricolor en las Eliminatorias mundialistas. El entrenador que venía de ser campeón de América con Atlético Nacional presionó para que la capital del departamento de Atlántico sea la casa del combinado nacional. Aquel fue su primer gran triunfo. En el estadio Metropolitano, Colombia venció a Ecuador y Paraguay y se ganó el derecho a jugar el repechaje contra Israel. Volvió a ganar en la "Arenosa" con un recordado gol de Albeiro Usuriaga y se clasificó para el Mundial después de 28 años.
La última Selección Colombia que había jugado el gran torneo era la de 1962, aquella del gol olímpico de Marcos Coll y del 4-4 contra Unión Soviética. Casi tres décadas pasaron hasta que el representativo colombiano tuviera su merecido regreso a un Mundial. Y lo hizo con un gran plantel y con una idea de juego bien definida: juego ofensivo, respeto absoluto por la pelota y toque. Mucho toque.
René Higuita, Andrés Escobar, Leonel Álvarez, Carlos Valderrama y Freddy Rincón formaron la columna vertebral de la Selección de Colombia en Italia 90. Es fácil reconocer el estilo de juego del equipo si se ponen de manifiesto las características de estos futbolistas. Todos se destacaban por su manejo y por su elegancia. Muchos podrán decir que este Seleccionado sufrió la falta de potencia ofensiva y muchas veces pecó de ingenuo. Puede ser cierto, como también lo es que en cada encuentro respetó su filosofía y llegó hasta donde llegó gracias a esos ideales.
Colombia debutó en el grupo D con un claro triunfo 2-0 sobre Emiratos Árabes Unidos. Carlos Valderrama y Bernardo Redín convirtieron los goles de un encuentro muy pobre que ganaron los sudamericanos por su mayor riqueza técnica. Aquella fue la primera victoria colombiana en una Copa del Mundo y además fue la carta de presentación de un equipo que llegaba a Italia con intenciones de dar pelea.
En el segundo partido, el cuadro cafetero jugó mucho mejor pero sufrió una derrota 0-1 contra Yugoslavia. Davor Jozic a quince minutos del final decretó la caída colombiana y ni siquiera el penal atajado por René Higuita pocos minutos después del gol fue suficiente para levantar el ánimo e ir en busca del empate. Este resultado dejaba al equipo de Pacho Maturana muy complicado, ya que no podía perder frente a Alemania Federal si quería lograr la clasificación.
El 19 de junio en San Siro, Colombia jugó el partido más importante de su historia futbolística. Y vaya si dio la talla. Aguantó el empate 0-0 hasta los 44 minutos del segundo tiempo, cuando Pierre Littbarski convirtió un gol que parecía lapidario. Sin embargo, tres minutos después aparecieron Valderrama -quien volvió a la cancha después de ser sacado en camilla por una lesión- y Rincón para darle una alegría inmensa a todo un país que por primera vez se había paralizado para seguir a un representativo nacional.
Así relató La Vanguardia el empate: "El acierto de Rincón, que en el minuto 92 del partido, en pleno descuento, aprovechó un pase cruzado entre los defensas por su compañero Valderrama para colar la pelota entre las piernas de Illgner, vino a hacer justicia al buen fútbol, de gran calidad técnica, que habían desarrollado los colombianos para contrarrestar la fuerza de Alemania. No sólo por el control que ejercieron sobre la hasta ayer imparable máquina alemana, sino porque con sus ataques a base de pasecitos cortos habían acabado disfrutando de más ocasiones claras de gol que sus afamados adversarios".
Dicho diario español también retrató las celebraciones populares que se produjeron en Colombia tras el encuentro, bajo el título "La fiesta que la vida le debía a Colombia": "Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali, Cartagena, todas las ciudades y pueblos del país se unieron en una hermosa fiesta popular, en una rumba monumental que por poco se le sale a Colombia del mapa. Colombia dejó de ser sólo país y se convirtió en un estado del alma, en una sensación dichosa. Cuando hay una alegría colectiva como la del martes es posible que el eco de una misma palabra resuene una y otra vez en casas, oficinas, y fábricas; en periódicos y emisoras; en campos, calles y ciudades. El fin del partido fue el inicio del delirio, la plegaria de agradecimiento, las lágrimas y la celebración colectiva".
Después de aquella explosión de alegría, la Selección cafetera debía afrontar el duelo de octavos de final frente a la gran revelación del campeonato: Camerún. Los africanos venían de vencer a Argentina y eran un rival de mucho cuidad, aunque estaba claro que Colombia tenía todo para lograr la hazaña de meterse entre los ocho mejores. Sin embargo, la fortuna que contra Alemania le había hecho un guiño, en el cotejo siguiente le dio la espalda.
En San Paolo, los noventa minutos finalizaron empatados sin goles. Fue un partido luchado en el que no se sacaron ventajas. Lo más atractivo se vio en el tiempo suplementario. En la prórroga, René Higuita cometió el error más grave de su carrera: quiso salir gambeteando y Roger Milla le quitó la pelota para marcar uno de los dos goles que decretó la eliminación de Colombia. El descuento de Redín a cinco del final no fue suficiente y la Tricolor se despidió en octavos de final, después de lo que muchos creían pero quizás antes de lo que merecía.
Tras el partido, el entrenador Maturana respaldó a su arquero: "Mi sistema necesita un portero como Higuita y asumo plenamente su comportamiento. Lo único que puedo decir es que en ese tanto hemos tenido mala suerte y que a mi portero le servirá para ganar en experiencia, para crecer, pues sólo tiene 23 años". Además, el DT justificó su forma de juego: "No cambiaré mi estrategia pese a esta eliminación ni, por supuesto, pese a ese gol". Por su parte, el propio Higuita dijo: "Es mi forma de jugar lo sabe todo el mundo, la asume todo el equipo y no estoy dispuesto a cambiar. Hoy me ha tocado perder, pero otras veces he ganado con este estilo. Me servirá, como dice Maturana, de experiencia para el futuro".
A pesar del sabor amargo que quedó tras la derrota, la actuación de la Selección fue una verdadera razón de orgullo para el pueblo colombiano. El fútbol logró unir una nación que siempre luchó contra las divisiones internas. Logró generar un sentimiento de identificación muy fuerte, desconocido. Hasta el presidente de la República, César Gaviria, les rindió homenaje a los héroes de Italia. Porque el resultado de un simple partido no tiene importancia si se lo compara con todo lo bueno que puede generar un equipo como esta Selección Colombia.