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La hazaña de Irlanda

ROMA -- Cuando Kevin Sheedy marcó el gol a los 27 minutos del segundo tiempo, el fútbol irlandés vivió el momento más glorioso de su historia. Sí, dos años antes había vencido a este mismo adversario en la Euro de Suecia, pero una Copa del Mundo es el único ámbito en el que una Selección puede graduarse de equipo importante, con serias aspiraciones. La República de Irlanda empató 1-1 frente a Inglaterra en su debut mundialista y demostró que lo hecho en 1988 no había sido una casualidad.

Así relató el primer partido de EIRE el diario español La Vanguardia: "El fútbol de las Islas comenzó con mal pie su andadura en este Mundial. A esta conclusión se llegó ayer tras el encuentro de Cagliari, el esperado duelo entre Inglaterra y Eire, que no respondió a las expectativas, horas después de que Escocia perdiera sorprendentemente ante un recién llegado como Costa Rica.

Hubo, eso sí, fuerza y competitividad sobre el césped del estadio Sant'Elia. Pero fútbol, muy poco. Tan sólo unos detalles en cuentagotas de los ingleses y prácticamente nada de los irlandeses, que se marcharon satisfechos con el resultado pero desde luego no podrán presumir del simulacro de juego que practicaron.

Menos contentos estaban aún los ingleses, que fueron de más a menos y ni siquiera supieron aprovechar la circunstancia tan favorable de adelantarse en el marcador cuando sólo se habían cumplido ocho minutos de juego, gracias a la reconocida habilidad del ex barcelonista Gary Lineker".

A pesar de las críticas, en Irlanda el empate fue celebrado como un triunfo. Durante el mes de la Copa del Mundo sólo se habló de fútbol este país fanático del rugby. Después de muchos años fuera de las competencias más importantes, la Selección del Trébol había logrado el objetivo de jugar un Mundial tras superar a Irlanda del Norte, Hungría y Malta en las Eliminatorias. La llegada de Jack Charlton fue vital para darle a los "Boys in green" el salto de calidad necesario. El entrenador inglés arribó en 1986 y provocó una verdadera revolución en el fútbol irlandés.

En la segunda jornada empató 0-0 frente a Egipto y en el cierre del grupo volvió a igualar, esta vez 1-1, frente a otro favorito: Holanda. Como en este grupo hubo cinco empates y sólo un equipo ganó (Inglaterra a Egipto) se realizó un sorteo para definir el segundo y el tercer puesto. Allí, la suerte le sonrió al Seleccionado de Charlton, que había tenido una gran actuación frente a la Naranja. El sorteo se tiñó de verde e Irlanda debió enfrentar a Rumania en octavos de final.

El objetivo estaba cumplido. En su primera experiencia, el equipo había superado la primera fase sin perder ningún partido y tras superar en el juego a un gigante como Holanda. Es cierto, muchos dirán que no había podido ganar, pero fue de menor a mayor y demostró su capacidad para darle pelea a cualquier adversario. El choque de octavos fue muy similar a los de la primera fase e Irlanda volvió a hacer gala de su intensidad para meterse entre los ocho mejores del campeonato. Así lo informó el diario La Vanguardia.

"Por penales (5-4) después de un tedioso 0—0 tras 120 minutos de juego, Irlanda, que todavía no conoce la victoria en el Mundial, se clasificó para los cuartos de final. Otras dos estrellas, Hagi y Lacatus, dejan Itália por sorpresa y un poco por la puerta falsa.

De la mano del seleccionador Jackie Charlton, la pequeña República de Irlanda sigue escribiendo la historia de su fútbol en letras de oro. Por vez primera tras doce intentos seguidos se clasificó para jugar la fase final de una Copa del Mundo y sin ganar ningún partido, pero también sin conocer la derrota, ya está clasificada para disputar los cuartos de final.

Esta hazaña no la hubieran logrado jamás los irlandeses si entre el equipo y los aficionados no existiera una sólida y entrañable identificación. "Estamos orgullosos de vosotros, muchachos", escribía la prensa de Dublín, mientras más de veinte mil "supporters" del equipo irlandés invadían con sus cánticos el Luigi Ferraris, el más británico de los campos italianos, que casi podría pasar por una versión futurista del vetusto Landsdówne Road si no fuera porque en el campo genovés todo el público está sentado.

Pero el ambiente que arropó ayer} al equipo de Eire fue soberbio. Los jugadores de Jackie Charlton, un ídolo en aquel país a pesar de ser inglés, estuvieron como en casa. Ese estímulo permitió que los jugadores repitiesen otra actuación (esta vez durante dos horas largas de juego) semejante a las que les valieron el acceso a los octavos de final. Es decir: todo corazón y escasa técnica. Todo disciplina táctica y nula concesión al espectáculo gratuito.

Con esa atmósfera y su peculiar estilo de juego, Irlanda añadió otra sorpresa a las múchas que ya se han producido en esta Copa del Mundo. Con Rumania, un equipo que fisicamente aguantó fatal el paso de los minutos, dicen adiós a Italia'90 otras dos figuras: Hagi y Lacatus".

En cuartos de final perdió 1-0 frente a Italia, pero la hazaña ya estaba consumada. En su primera participación, Irlanda se clasificó entre los ocho mejores, junto a Selecciones como Alemania Federal, Argentina e Italia y por encima de Brasil y Uruguay. Forjó una identidad, una manara particular de sentir este deporte que hasta este Mundial siempres les había dado la espalda. Pat Bonner, Chris Morris, Steve Staunton, Mick McCarthy, Kevin Moran, Paul McGrath, Ray Houghton, John Aldridge, Kevin Sheedy, Andy Townsend y Niall Quinn llevaron al Trébol a lo más alto.