<
>

Dos generaciones en una cancha

El gran Oscar Schmidt jugó a los 45 años junto a su hijo Felipe, en el Flamengo de Brasil Getty Images

BUENOS AIRES -- Que padre e hijo compartan equipo en algún deporte es, naturalmente, algo complicado y el básquetbol profesional no es la excepción. Una secuencia lógica de tiempo indicaría que el padre debería contar, como mínimo, con 40 años, mientras que el hijo no podría tener menos de 16, lo que ya hablaría de una experiencia deportiva precoz en el alto nivel.

Un basquetbolista cercano a los 40 años no resulta descabllado (si las lesiones lo respetan), aunque no es tan frecuente que chicos en etapa adolescente disputen un torneo profesional. En un deporte en el que la altura es casi determinante, es entendible que no se apure el debut de un jugador hasta que esté en el tramo final de su etapa de crecimiento y consolidación física.

Más allá de esto la historia guarda un puñado de hechos conocidos en competencias profesionales.

El primero de un personaje famoso fue el del italiano Dino Meneghin, para muchos el mejor jugador de la historia del básquetbol en ese país. En 1990, con 40 años, compartió la cancha con su hijo Andrea (16 años), aunque no con la misma camiseta, en un choque de la Lega A de Italia.

El inolvidable y exuberante Dino, un pivote 2,04 metros, jugaba en Trieste y le tocó enfrentar a Andrea, un alero de 2,00 metros de altura, que integraba el plantel de Varese, el mismo donde su padre saltó a la fama mundial. en ese choque, que acaparó todo el interés, estuvieron frente a frente en los últimos 7 minutos del partido. Andrea siguió su carrera, se convirtió en un jugador de calidad, logró el título italiano con Varese e integró varios años la selección azzurra.

Otro caso, pero ahora sí de integrar un mismo equipo, se dio en la Liga de Brasil durante la temporada 2003 y también tuvo a su personaje más emblemático como protagonista. Fue el legendario Oscar Schmidt, quien a los 45 años, en el último de su maravillosa trayectoria, se dio el gusto de integrar el plantel de Flamengo de Río de Janeiro con su hijo Felipe, de solo 16 años.

Oscar, un alero de 2,04 que rompió todos los récords de anotación en los torneos que disputó, llegó a estar en cancha durante tres partidos con su hijo, un escolta de 1,86 de altura, que nunca logró trascender.

En la Liga Nacional de Argentina hubo, hasta ahora, un único caso: el del cordobés Carlos Colla, quien después de anunciar su retiro en Belgrano de San Nicolás fue tentado para regresar, unos meses después, a comienzos de la temporada 2007-08, con 41 años.

Al escolta, de 1,86, le tocó compartir el plantel nicoleño con su hijo Juan Cruz de 17 años y 1,80 de altura, que recién había sido subido al plantel profesional. Aunque en la Liga Nacional no llegaron a jugar oficialmente juntos, sí lo hicieron en el torneo local de San Nicolás, donde lograron dos títulos.