Rodrigo Azurmendi 10y

El costo de 'jugar a perder'

Han transcurrido dos semanas de temporada y ya hemos sido testigos de un par de equipos que no están siguiendo el libreto preestablecido antes del comienzo de esta.

Mucho se ha hablado de la batalla sin cuartel que varios equipos realizarían para terminar con las mejores posibilidades de escoger a Andrew Wiggins en el próximo draft, pero al parecer no todos los equipos sospechados están tomando el mismo camino.

El calendario es largo y arduo, y mucho puede cambiar entre ahora y abril, en materia de resultados, traspasos o variantes en estrategia.

Sin embargo, se ha establecido una dicotomía entre equipos que han decidido al menos competir, y otros que parecen haber tirado la toalla desde el primer partido.

En estos bandos aparecen por un lado los Philadelphia 76ers y Phoenix Suns (las cenicientas), y por otro Utah Jazz.

La limitada cantidad de partidos complica a la hora de hacer análisis demasiado firmes, y el factor común entre los tres equipos es darle prioridad a sus jóvenes promesas, pero la clara diferencia en resultados da mucho que pensar.

Por un lado aparecen los 76ers de un Brett Brown que, poco acostumbrado a perder (fue asistente por mucho tiempo de Gregg Popovich en San Antonio Spurs), no parece dispuesto a empezar ahora.

Es así que, en conjunto con un comienzo altamente inesperado de Michael Carter-Williams, y un gran esfuerzo individual y colectivo de jugadores como Thaddeus Young, Evan Turner y Spencer Hawes, Philadelphia ha logrado un record positivo.

Vale recordar que el tema de conversación hace un mes era si lograrían ganar al menos 10 partidos para no quedar en la historia como el equipo con peor record.

Estos Sixers, construidos literalmente para perder, eventualmente lo harán. Difícilmente esta plantilla mantenga el nivel como para alcanzar los playoffs, pese a que cada año el Este es una invitación abierta a que algún equipo mediocre de la campanada.

Sin embargo, ellos están aprovechando esta temporada como para construir valores, cometer errores y ganar la confianza que necesitarán una vez que tengan suficiente talento como para competir por cosas grandes.

Algo parecido está sucediendo en el desierto de Arizona, ya que los Suns ganaron cinco de sus primeros siete juegos de forma totalmente inesperada, sobre todo luego de canjear a Marcin Gortat por un Emeka Okafor que probablemente nunca se vestirá de naranja y azul.

Phoenix probablemente tampoco se mantenga en puestos de playoffs, ya que la Conferencia Oeste es demasiado complicada y profunda como para lograrlo. Además, sus rivales harán próximamente los ajustes necesarios y las derrotas empezarán a acumularse.

Pese a eso, y mientras todos los descartan, Eric Bledsoe y Markieff Morris (¿alguien lo tenía como candidato al jugador de mayor desarrollo?) hacen de las suyas, y el equipo va sentando lo que parecen ser los cimientos de una defensa prometedora.

En las primeras dos semanas los Suns son el octavo equipo que menos puntos ha permitido en total, y el quinto que menos permite cada 100 posesiones.

Phoenix además aparece octavo en promedio de rebotes, habiendo capturado el 51.3 de los disponibles.

La apuesta es interesante, ya que con lo que están haciendo otros equipos quizás estén perdiendo probabilidades de quedarse con la primera selección.

Sin embargo, el draft del año entrante se perfila como uno de los más profundos en cuanto a estrellas y jugadores de impacto inmediato, y por eso la estrategia de construir un estilo y todavía ganarse el derecho de escoger un jugador de calibre parece bastante adecuada.

EL LADO OPUESTO DE LA MONEDA

La contracara es el presente de los de Salt Lake City.

Utah aún no ha ganado en lo que va de la temporada, y la mayoría de sus partidos han sido palizas irrevocables.

Los dirigidos por Tyrone Corbin se encaminan sin atenuantes a tener el 25 por ciento de las pelotitas en el bolillero el próximo junio, pero el costo que están pagando ahora podría ser demasiado caro.

Si bien Derrick Favors, Enes Kanter y Gordon Hayward están poniendo números dignos de su talento y potencial, el equipo como conjunto no ha respondido y no hay podido presentar demasiada competencia contra nadie.

Es verdad que perdieron rápidamente a Trey Burke y que no ficharán a nadie que opaque el crecimiento de sus jóvenes jugadores, pero lanzarlos al fuego es una estrategia que podría dinamitar la confianza de un plantel demasiado joven.

El modelo que parecen seguir es el de Oklahoma City Thunder, y nadie podrá decir que la cantidad de derrotas que sufrieron Kevin Durant y Russell Westbrook en sus primeras temporadas hayan dejado secuelas, pero al mismo tiempo las figuras de Utah no parecen tener el futuro de las dos estrellas de OKC.

El Jazz se encuentra último en eficiencia ofensiva y antepenúltimo en eficiencia defensiva. Además son el tercer equipo que más pérdidas sufre, y solo los Charlotte Bobcats entregan menos asistencias.

Los números no mienten y es más, son solo un reflejo de la posición en la tabla de posiciones.

Sin embargo la estrategia es clara, y con la situación contractual del entrenador (en su último año de contrato) y la decisión de no extender por ahora a Hayward quizás el plan sea dinamitar todo y comenzar de nuevo.

Nadie duda de la capacidad del gerente general Dennis Lindsey (otro con pasado en Spurs), pero hasta el momento la estrategia solo engendrará más derrotas y hará que el proceso de reconstrucción sea más arduo.

¿Hay un camino correcto? Difícil saberlo.

Estos tres equipos lo están intentando, con las mismas intenciones pero por distintos caminos. Solo el tiempo dirá quién se saldrá con la suya.

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