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Turquía, el huésped ingrato que fue la sorpresa de la copa del mundo

La selección turca festeja en pleno con la histórica medalla de bronce Getty Images

BUENOS AIRES -- Debió pasar casi medio siglo para que el fútbol turco regrese a una copa del mundo. Fue una larga espera, pero valió la pena. En su segunda presentación en un Mundial, la primera fue en Suiza 1954 y no pudo pasar del grupo, Turquía sorprendió al mundo. El equipo de Senol Gunes terminó en el podio del campeonato con su fútbol directo y combativo, hizo sufrir al campeón Brasil, y fue el único equipo que le ganó a Corea del Sur y a Japón, los dos organizadores.

Turquía se metió en el Mundial después de superar en la repesca europea a Austria. La clasificación desató un festejo popular y un objetivo se planteó rápido, mejorar lo hecho en 1954. Había que pasar el grupo, eso era suficiente. El 1ro de diciembre de 2001, cuando se realizó el sorteo, los turcos se enteraron que tendrían una buena chance de lograrlo. En el grupo C estaba Brasil, el gran favorito, pero también estaban China y Costa Rica, dos equipos a los que los turcos confiaban superar.

El fixture marcó que el debut sería el 3 de junio de 2002 ante el multicampeón Brasil en Ulsan, Corea del Sur. La presentación fue el mejor anticipo del Mundial de Turquía. Vestidos de rojo de pies a cabeza, los turcos desplegaron un fútbol intenso y sacrificado. Mostraron orden táctico, compañerismo, le disputaron la posesión y supieron como desarticular, durante muchos pasajes, el juego colectivo del equipo de Luis Felipe Scolari.

No era todo fuerza, también mostraron mucho talento. En el plantel, formado en su mayoría por futbolistas de la liga turca, se destacaban el goleador y capitán Hakan Sukur, que en la copa brilló haciendo jugar a sus compañeros, la creatividad de Yildiray Basturk, Hasan Sas, que puso el 1-0 al final del primer tiempo en ese debut, o Ilhan Mansiz, el reemplazo habitual de Basturk, que le tiró una memorable bicicleta a Roberto Carlos. Ese día también, por primera vez, escuchamos hablar de Rustu Recber, el llamativo arquero turco que con su pelo largo y su cara pintada hacía pensar en un soldado irregular del ejército otamano. Sus espectaculares atajadas no dejan duda, su destino es algún grande de Europa.

En la 2da parte Brasil se recuperó y ganó ese partido. Primero igualó con gol de Ronaldo y en el final con una falta fuera del área que se cobró penal, anuncio de los escandalosos arbitrajes de este Mundial, Rivaldo puso el 2-1. Brasil terminó simulando y haciendo tiempo. Para Turquía la derrota fue un buen signo. En la jornada siguiente, ante la Costa Rica de Paulo Wanchope, sería el partido clave. Después de un mal primer tiempo, el equipo turco tenía todo listo para festejar su primera victoria en ese Mundial por el gol de Emre Belozoglu, pero otra vez en los minutos finales le convirtieron. El 1-1 final, que pudo ser derrota, dejaba por definir el 2do clasificado en la última jornada.

Turquía debía golear a China y esperar que Brasil, ya clasificado, no le tuviera piedad a Costa Rica. En el estadio de Seúl, Hasan Sas y Bulent Korkmaz pusieron a Turquía 2-0 antes de los 10 minutos de juego. La ambición de ese equipo era indiscutible. Cuando los goles de Brasil comenzaron gritarse en las tribunas la calma se contagió a los futbolistas. Turquía desplegó su fútbol y terminó goleando 3-0 con un tanto de Umit Davala. Brasil bailó 5-2 a Costa Rica y lo eliminó. Turquía lo había logrado, estaba en 8vos de final.

El equipo turco debió abandonar Corea del Sur y cambiar de país para enfrentarse con Japón. El organizador llegaba invicto, después de ganar su grupo, y contaba con el apoyo de su público. Turquía había llegado más lejos de lo que muchos imaginaban, pero su plantel sabía que podía dar algo más. Esa tarde, bajo la lluvia y ante 46 mil japonés, el conjunto de Gunes mostró también su carácter. Supo aprovechar la necesidad del anfitrión, jugó con sus nervios y de contra debió haber ganado por más. Se impuso por 1-0, con un temprano gol de Davala de cabeza y liquidó el sueño nipón.

El sueño turco, en cambio, seguía creciendo. En 4tos de final se enfrentaron a la sorprendente Senegal de Diao y Diouf que venía de dejar en el camino a Francia y a Suecia. El duelo por un lugar en semifinales definía quién se quedaría con el título de revelación del torneo. Nunca, esas selecciones habían llegado tan lejos. El partido fue cerrado, aburrido por momentos, con pocas situaciones de peligro. Lo que había en juego parecía limitar a ambos equipos. Los dos se respetaban y se defendían. Ambos sabían que recibir un gol era una herida casi incurable. El 0-0 se extendió hasta el alargue y cuando todos pensaban que sería una largo trámite de 30 minutos hasta los penales el gol de oro de Ilhan Mansiz metió a Turquía en semis, donde esperaba Brasil.

Este partido tuvo poco que ver con el primero. Turquía tuvo la primera chance y el resto de fue de Brasil. Parecía que los turcos sentían que ya habían dado demasiadas sorpresas, que Brasil no podía faltar en la final y que su papel, esa vez, no era protagónico. Fue 1-0, con un gran gol de Ronaldo a puro puntín. Mereció ser goleada pero Rustu Recber no estuvo de acuerdo. Pese a la derrota, a los turcos les quedaba un festejo más.

El anteúltimo día del Mundial, en Daegu, Turquía completó una copa inolvidable ante Corea del Sur, el otro de los anfitriones. Corea había llegado hasta ahí impulsado por su pueblo, dirigido por el genial holandés Gus Hiddink y, sobre todo, ayudado por los arbitrajes. Turquía llegaba motorizado por su ansia de gloria. El poder de la voluntad turca se mostró apenas se movió la pelota Fevernova. A los 11 segundos, la presión alta dejó a Sukur frente al arquero y el capitán se pudo ir del Mundial al menos con un gol, nada menos que el más rápido en la historia de los mundiales. Mansiz anotó los otros dos tantos. En un partidazo, como suelen ser los duelos por el 3er puesto, Turquía ganó 3-2 y se subió al podio, detrás de Alemania y Brasil.

Turquía se metió entre los grandes del fútbol mundial. Esta generación lo hizo posible. El pueblo turco confía en que no tenga que volver a pasar medio siglo para que su selección brille en una copa del mundo. Pero si tienen que esperar tanto, saben que valdrá la pena.