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Alemania celebró el tercer lugar

BUENOS AIRES -- Finalmente el anfitrión se quedó con el tercer puesto, una posición que no responde demasiado a la historia futbolística de Alemania pero que está bastante acorde con la actualidad de su fútbol.

La frase de Gary Lineker ("el futbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania") ya dejo de tener actualidad hace bastantes años.

Alemania, pese a haberse consagrado campeon en 1990 y segundo en 1982, 1986, 2002, ya no es una potencia invencible. Es más, hasta diríamos lo contrario.

Es cierto que el arranque del equipo de Jürgen Klinsmann entusiasmó. Pero también es cierto que lo hizo ante rivales como Costa Rica, Polonia y Ecuador, dos equipos que están muy por debajo en las consideraciones internacionales y otro que trata de integrarse al lote de los de arriba pero todavía le falta muchos para conseguirlo.

En los octavos de final se sacó de encima a Suecia, un equipo que tampoco le opuso demasiada resistencia, especialmente en el aspecto anímico.

Pero su actuación fue tan convincente que los alemanes se ilusionaron con una resurreción de los viejos tiempos.

Incluso fue muy valorada la actitud ofensiva del equipo, que por momentos se movía dentro de la cancha con un estilo más parecido al holandés que al tradicional de su país.

Sin embargo, el entusiasmo duró hasta el choque con Argentina. Ya que pese a haber pasado de ronda en la definición por penales, ese juego desnudó las enormes limitaciones del conjunto.

Alemania, además, perdió ante los de Pekerman su dosis ofensiva y se dedicó a esperar y a especular como pocas veces lo había hecho en el torneo. Argentina no ganó ese partido por las errores de su entrenador a la hora de hacer los cambios.

La estrategia defensiva usada por Argentina le dio una buena pauta al italiano Marcello Lippi de cómo jugarle a los alemanes. E, incluso, el siempre especulativo entrenador le entregó a su equipo la cuota de audacia que no habían tenido los argentinos y, en tiempo suplementario, y con goles de Grosso y Del Piero, lo mandaron a jugar por el tercer puesto contra Portugal.

Ya en la definición con los portugueses, Alemania jugó un partido distendido, ganó 3 a 1 y le entregó a su público una ubicación en el torneo bastante de acuerdo con sus capacidades actuales.

En un Mundial con muchas sorpresas, Alemania fue el único que ocupó el puesto que merecía. Y así lo hicieron saber los simpatizantes locales, quienes festejaron el tercer puesto como si hubieran obtenido el título.

UN TERCER PUESTO CELEBRADO
Jugadores, cuerpo técnico, público y autoridades celebraron el sábado el tercer lugar del Mundial casi como si hubieran obtenido el título, en medio de fuegos artificiales que adornaron la entrega de la medalla de bronce.

Los jugadores recibieron el premio de consolación con una alegría que hacía creer que habían olvidado la decepción de haberse perdido la final tras caer ante Italia en semifinales.

En la entrega de la medalla de bronce estuvieron en el campo, entre otros, la canciller Angela Merkel, el presidente de Alemania, Horst Kohler, el presidente del Comité Organizador, Franz Beckenbauer y el ex internacional francés Michel Platini, en su condición de vicepresidente de la FIFA.

El público vitoreó al equipo y pidió a gritos y en varias pancartas la continuidad del seleccionador Jürgen Klinsmann, que ha pedido unos días para reflexionar sobre su decisión.

La 'Milla del aficionado', junto al monumento más emblemático de la ciudad, no registró la millonaria afluencia de otros partidos de la selección, pero miles de seguidores celebraron con alegría el consuelo de haber terminado terceros este Mundial que soñaban ganar.

El meta Oliver Kahn, que anunció hoy su retirada como internacional, dijo que la fiesta que se había armado en el Gottlieb Daimler Stadion era uno de los momentos emocionalmente más fuertes de toda su carrera.

"Estoy pensando en qué hubiera pasado si hubiéramos obtenido el título", dijo Kahn.