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Brasil dijo adiós muy rápido

PUERTO ELIZABETH -- Ronaldo, Ronaldinho Gaúcho y Adriano deben sentirse hoy en completa libertad para hablar del comienzo del fin de una era en la selección brasileña que desterró el estilo festivo y desenfadado con el que ellos se hundieron en el Mundial del 2006.

Carlos Caetano Bledorn Verri 'Dunga', emprendió hace cuatro años un relevo en el banco que puso fin a los tiempos de revista de variedades en que se había convertido el Brasil de Carlos Parreira.

Eran los tiempos en que los hinchas pagaban por ver los entrenamientos, que no eran otra cosa que cortas sesiones de acrobacia con el balón en un ambiente de camaradería con mucho samba y derecho a que las aficionadas eludieran la seguridad para correr a abrazar y rodar por el césped con sus ídolos.

O que lo diga Ronaldinho Gaúcho.

Con la llegada de Dunga, el 'comandante', como gusta ser llamado, la selección cerró las puertas a las lentes y grabadoras inquietas de la prensa brasileña, a los entrenamientos tácticos del equipo, las entrevistas exclusivas fueron proscritas, se condicionó a dos jugadores por día el contacto y acabaron los descansos que en la administración Parreira terminaban en la madrugada.

Inspirado, quizá, en Luiz Felipe Scolari, el técnico que condujo la victoriosa campaña mundialista de Corea del Sur-Japón 2002, Dunga hizo un pacto casi de sangre con su grupo de convocados más asiduos creyendo que como su antecesor estaba formando su propia familia.

Pero como muchas familias tienen una o varias ovejas negras, en la de Dunga fueron mirados como tales Felipe Melo, un jugador de mucha vocación de marca y poca técnica; y Michel Bastos, un centrocampista de regular nivel que fue promovido a sucesor de Roberto Carlos en la banda izquierda.

Hoy Felipe Melo marcó un gol en meta propia, el del empate de Holanda en el partido que envió a Brasil de vuelta a casa, y se hizo expulsar cuando ya se perdía por 2-1. Y Michel Bastos tuvo que salir retirado de la cancha para evitar que corriera la misma suerte.

A pesar de las críticas al juego pragmático, 'la era Dunga' parecía avanzar sobre terreno firme. Al menos, así lo mostraban los resultados, pese a que el fútbol vistoso brillaba por su ausencia.

A la conquista de la Copa América de 2007 con una goleada por 3-0 sobre Argentina en la final, se sumó hace un año la de la Copa Confederaciones, en territorio sudafricano, además del liderato incuestionable en las eliminatorias sudamericanas del Mundial, que terminaron en noviembre pasado.

Solo la frustración de la conquista del oro olímpico en los Juegos de Pekín 2008 aparecían con un tachón en la libreta de calificación del hombre que alzó como capitán la Copa de 1994.

Y todos los jugadores comenzaron a hablar de unión, de espíritu de grupo, compromiso, sacrificio y demás consignas que abundan también en libros de superación y auto ayuda.

Brasil vivió confinado en concentración hasta hoy 54 días. Durante el tiempo de preparación hacia el Mundial sudafricano quedaron cada vez más tensas las relaciones de entrenador con la prensa.

Llegó a decir, incluso "que 300", en alusión a los informadores del país siguen al equipo 'canarinho', hacían fuerza para perder.

Se recordó, entonces, las críticas que sufrió el ex centrocampista tras el fracaso de Brasil en el Mundial de 1990. Era la odiada selección de Sebastiao Lazaroni.

Su revancha le llegó cuatro años más tarde, cuando él ya era capitán, pero la herida parecía abierta de nuevo.

Comenzó el Mundial y Brasil sufrió durante más de 45 minutos para romper el bloqueo de Corea del Norte, la peor selección en el ránking de la FIFA clasificada para Sudáfrica.

Sin mucho, los norcoreanos marcaron un gol y dejaron la ventaja en un 2-1 que levantó más críticas.

Vino el segundo partido contra Costa de Marfil, Kaká apareció con dos pases de gol, Luis Fabiano se destapó con un doblete, Elano volvió a marcar pero el triunfo por 3-1 que anticipó la clasificación a octavos de final resultó caro: Kaká fue expulsado y Elano abandonó por lesión. Y no volvió a jugar.

Contra Portugal la selección brasileña debió conformarse con un empate 0-0 que, no obstante, garantizó el liderato del Grupo G.

En octavos de final se encontró con Chile, de nuevo vivió un comienzo de partido feo, que solo cambió de rumbo Kaká con otro pase a Luis Fabiano. Juan aumentó, puso orden y Robinho la guinda.

Fue la mejor presentación de los brasileños, el ánimo se desbordó y los holandeses se encargaron de ensalzarlos.

Desde el entrenador Bert van Marwijk hasta el utilero, se encargaron de pregonar que la de Dunga era la selección favorita al título, la que mejores jugadores tenía.

Y los brasileños se lo creyeron sin ruborizarse. Como también aceptaron las provocaciones en el partido de hoy en Puerto Elizabeth. Se dejaron manejar por un astuta manera de jugar, pese a que el primer tiempo pudieron haberlo liquidado con tres goles.

Wesley Sneijder y Arjen Robben, los mismos que fueron repudiados por el Real Madrid, se encargaron de expedir los pasajes de vuelta a Kaká, Robinho y compañía. Dunga dijo hoy que su contrato expiraba con el Mundial.

Sudáfrica 2010 ya no es para él y su grupo. Brasil se quedó sin respuestas el día que Holanda le planteó serias interrogantes.

Y lo peor, la selección espartana de Dunga que dejó de lado el samba y a grandes promotores del 'jet set' futbolístico como los Ronaldos y 'el Emperador' Adriano, quedaron en la misma cuneta de cuartos de final que los pupilos de Parreira en Alemania 2006.

¿Valió la pena tanto sacrificio y desgaste con el periodismo?

Llegó la hora de los balances mientras una buena generación comienza a sentir la cuenta atrás. Para el Mundial que organizará Brasil en 2014 Lúcio y Juan bordearan los 36 y 35 años, Maicon tendrá 33, Gilberto Silva sumará 38, Kaká habrá celebrado los 32, Robinho los 30 y Luis Fabiano 34.