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SB XXXVII: Historias cruzadas

MÉXICO -- El equipo estaba hecho y la defensiva caminaba sola.

Los Tampa Bay Buccaneers habían gozado de una época brillante con el entrenador Tony Dungy al frente del equipo y el coordinador defensivo Monte Kiffin. Tras una aparición en el Juego de Campeonato de la NFC y dos actuaciones consecutivas que terminaron en playoffs, los Bucs alcanzaron el primer Super Bowl de su historia con base en una defensiva dominante que acuñó denominación de origen.

No obstante, el equipo que formó Dungy llegó sin su principal conductor. Después de quedar eliminados en la Ronda de Comodines de la temporada 2001, los Bucs despidieron a Dungy, lo que rompió el corazón de muchos jugadores defensivos que forjaron su historia con la franquicia. Jon Grunden asumió el mando para la siguiente temporada: la campaña del Super Bowl.

En la edición N° 37 del súper domingo, Tampa Bay se encontraba con los Oakland Raiders, ex campeones del Super Bowl en tres ocasiones que sufrieron una sequía de casi 20 años para volver al máximo escenario y que, además, eran el equipo de Gruden.

Los Raiders presentaban al galardonado receptor Jerry Rice --apreciado por muchos como la razón principal por la cual Oakland volvió a brillar-- rodeado de Tim Brown y Jerry Porter. La defensiva contaba con el apoyo de Rod Woodson, Bill Romanovsky y Charles Woodson. Bill Callahan era el entrenador en jefe, quien llegó al equipo esa misma temporada.

El pateador argentino Martin Gramatica, relata la temporada de los Bucs como la inercia del equipo de Dungy. Gramatica alude a la motivación que imprimía Gruden como la mayor influencia que tuvo sobre el equipo.

"Fue el equipo de Tony Dungy el que ganó ese Super Bowl. Pude haber sido mariscal de campo y ganábamos por la defensa que teníamos", calificó Gramatica. "Con Gruden fue como un cheerleader, te decía a la cara que eras el mejor, 'eres el mejor en tu posición'. La forma de ser de él nos llevó a vencer a Philadelphia, que nos había ganado los últimos dos años".

En efecto, los Bucs se sacudieron una mala racha ante Philadelphia en la Final de Conferencia y, guiados por Warren Sapp, Derrick Brooks, Ronde Barber, John Lynch, entre otros, los miembros de una franquicia que solía ser el hazmerreír de la NFC, marcharon hacia la historia.

Este Super Bowl fue una conexión de factores. Gruden pasó a Tampa Bay vía canje por diversas selecciones de draft que ayudaron a conformar el equipo ganador que alcanzó el final del camino en la NFL. Callahan, quien fungió cuatro años como coordinador ofensivo, heredó el equipo y perfiló un duelo sui géneris.

Lo mostrado sobre el campo no requirió de mucho análisis. Ambos equipos comenzaron lentos ante actuaciones defensivas sólidas. Hacia el segundo período, la Tampa 2 que heredó Kiffin continuaba imponiéndose --con dos intercepciones del profundo Dexter Jackson-- al tiempo que la ofensiva del mariscal de campo Brad Johnson comenzó a carburar para los Bucs. Dos anotaciones al inicio de la segunda mitad dieron a Tampa Bay una ventaja de 34-3.

Los dos robos aéreos de Jackson se sumaron al par de intercepciones de seis puntos que logró Dwight Smith y la de Derrick Brooks. Dos pases de anotación de Johnson a Keenan McCardell minimizaron el daño que, avanzado el partido, infligieron Rice y Porter.

Curiosamente, Jackson fue el Jugador Más Valioso del encuentro pese a los 12 puntos defensivos que aportó Smith, en el duelo que culminó 48-21 en favor de los campeones primerizos Buccaneers.

La historia del Super Bowl XXXVII no terminó allí. En enero del 2013, Brown arremetió contra Callahan acusándolo de haber saboteado el juego.

"Todos le llamamos sabotaje, porque Callahan y Gruden eran buenos amigos. Y Callahan tenía fuertes problemas con los Raiders, ya saben, odiaba a los Raiders. Sólo vino porque Gruden lo hizo venir.

"Odiaba tanto a los Raiders que sabotearía el Super Bowl para que su amigo lo pudiera ganar. Es difícil decir eso porque no se puede demostrar.

"Pero los hechos son que lo que son, que menos de 36 horas antes del partido cambiamos nuestro plan de juego. Y entramos a ese partido sabiendo que no teníamos ninguna oportunidad. Que la única oportunidad que teníamos era si Tampa Bay no se presentaba", sentenció Brown en aquella entrevista.

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