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Historia de J.J.OO. - Londres 1948

El argentino Cabrera entró segundo en la pista de Wembley, pero pasó a su rival y ganó la maratón Getty Images

BUENOS AIRES -- Apenas se estaban cicatrizando las heridas de la Segunda Guerra Mundial, cuando el COI, presidido por el sueco Sigfrid Edstroem, sucesor del conde Baillet-Latour, quien falleció al conocer la muerte de su hijo en un combate aéreo, decidió que Londres fuese la sede de los XIV Juegos Olímpicos, tras las desiertas ediciones XII de Tokio 1940 (guerra chino-japonesa) y XIII de Londres 1944.

Semidestruida por las V-2, las famosas bombas voladoras, la capital inglesa presentaba un aspecto fantasmal. En plena etapa de reconstrucción, encaró los llamados "Juegos de la austeridad", enfrentando la situación económica y la enorme escasez de comida, especialmente en lo referente a carne, leche y manteca.

Varios países contribuyeron llevando sus propios alimentos. En el barco que transportó su delegación, la Argentina llevó un cargamento de carne. Estados Unidos enviaba diariamente los elementos para hacer la comida de sus atletas, a través de sus famosas Fortalezas volantes. Y Francia lo hizo con un tren, que por problemas aduaneros no tuvo un final feliz, salvándose solamente el vino.

DE LA OPULENCIA A LA POBREZA
El estadio de Wembley fue adecuado como escenario principal, con una capacidad de 100.000 espectadores. Se aprovechó la circunstancia de que una empresa particular construía un gran palacio de deportes con pileta de natación, para cubrir el espejo de agua y para realizar allí el básquetbol, boxeo, gimnasia, pesas, lucha, entre otros. El ciclismo se efectuó en el viejo velódromo de Herne Hill y el remo tuvo por escenario el río Támesis.

De la opulencia de Berlín, de 12 años atrás, a la pobreza de Londres. Los barracones de madera de las bases de la Royal Air Force constituyeron los lugares de alojamiento para los varones y el Victoria College para las mujeres. Y las medallas eran de hojalata dorada, plateada o bronceada. Con todo, hubo una innovación. Los Juegos se trasmitieron por televisión y 500.000 personas pudieron seguirlos desde sus hogares.

Como escribió el historiador Francisco Yagüe: "Aunque en principio se creyó que organizar los Juegos era poco menos que una broma cruel, lo cierto fue que los ingleses reaccionaron de forma extraordinaria. Se llenaron los recintos y, al final de la primera semana, ya se habían cubierto todos los gastos".

DOS GENERACIONES PERDIDAS
El 29 de julio, con una temperatura de 40 grados, increíble para Londres, se inauguraron los Juegos. Al son de las gaitas desfilaron los 4468 atletas de 59 países (ambas cantidades fueron récords). El rey Jorge VI pronunció el ritual de apertura. El vallista Donald Finlay, medalla de plata en 110 metros en Berlín, tomó el juramento a los participantes y se encendió la llama olímpica trasladada en barco desde Atenas.

Lamentablemente para la historia de los Juegos se habían perdido dos generaciones de grandes deportistas que no pudieron lucir sus palmares. Como el finlandés Maeki, el primer hombre en bajar los 30 minutos en los 10.000 metros; el formidable garrochista Cornelius Warmerdam, con 4.77 metros, récord mundial vigente desde 1942 hasta 1957; el saltador en alto Steers (2m11, en 1941) o el fondista argentino Raúl Ibarra, por mencionar a algunos de ellos en representación y homenaje a los cultores de todos los deportes y de todas las naciones del planeta.

No se mejoró ningún récord mundial. En cambió se superaron numerosas marcas olímpicas. A pesar de todo, la evolución no se había detenido.

UNA MAMÁ HOLANDESA, LA JESSE OWENS FEMENINA
Francine Elsje Blankers-Koen, una holandesa de 30 años, madre de dos hijos, iluminó con su brillante luz hasta convertirse en la reina y dueña indiscutible de los Juegos. Ganó la medalla de oro en los 100 metros, 200 metros, 80 metros con vallas (era la recordwomen mundial) y la posta 4x100, en la que hizo un impresionante último relevo.

Por falta de tiempo entre prueba y prueba, renunció a participar en el salto en largo, a pesar de poseer el récord mundial con 6.25 metros (se mantuvo vigente hasta 1956) y con pena vio como triunfaba la húngara Olga Gyarmati, con apenas 5m69. Tampoco estuvo presente en salto en alto, de cuya prueba era la recordwomen mundial con 1.71 metros.

Fue una de las pocas atletas que hicieron el gran salto Berlín 1936 - Londres 1948. En Berlín, con 18 años, fue sexta en salto en alto y en la posta 4x100. En el Campeonato de Europa en 1938, fue tercera en 100 y 200 metros.

Casada con un periodista, durante la invasión germana fue ama de casa, teniendo la bicicleta como parte de su entrenamiento. Obtuvo 12 récords mundiales, entre los que figuraba el pentatlón, y 33 récords de Holanda, en siete especialidades distintas. Conquistó, además, cinco títulos de Europa y 58 holandeses.

Fanny, como se la llamaba, solía decir: "La guerra me robó ocho años muy buenos de mi atletismo". Tenía razón. ¿Cuántas medallas de oro hubiera conseguido Fanny Blankers-Koen, en su mejor momento, si se hubiesen realizado los Juegos Olímpicos de 1940 y 1944? Nunca lo sabremos.

EL SUEÑO DE DELFO CABRERA
"Mire mamá, cuando su hijo sea un Zabalita", expresaba ese pibe de 12 años que iba y venía corriendo del trabajo distante a más de 10 kilómetros de su casa. En el rostro de la madre se dibujaba una sonrisa benevolente, mientras pensaba: "Cosas de chicos".

Dieciséis años después, el 7 de agosto, el mismo día que su compatriota Juan Carlos Zabala, su "Zabalita", lograba la medalla de oro de la maratón en Los Angeles 1932, aquel chico argentino hizo realidad su sueño de imitarlo: ganó la maratón en Londres 1948.

Delfo Cabrera era un buen fondista, pero carecía de antecedentes en esa distancia. En realidad, fue la primera vez que corrió los 42.195 kilómetros. De origen muy humilde, ese apasionado y obsesivo devorador de distancias, no descuidó sus labores y siempre encontró el tiempo para correr y correr.

Del pueblo santafesino de Armstrong llegó a Buenos Aires. Ingresó como bombero de la Policía Federal, conoció al prestigioso entrenador Francisco Mura y de la mano de él fue creciendo hasta lograr los títulos nacionales de 3000, 5000 y 10.000 metros.

Viajó en barco junto con los maratonistas Eusebio Guiñez y Armando Sensini, con quienes se entrenó intensamente en la travesía de 20 días. El día de la competencia, desayunó jugó de naranjas, tostadas con mermeladas, dos fetas de jamón cocido y café con leche. Se tiró en la cama. A las 11, comió un churrasco de carne con verduras, tomó un vaso de vino y otro de naranja y durante el trayecto no bebió ni siquiera agua.

RESPETÓ EL PLAN
Era una jornada nublada y calurosa. Mura le indicó: "Hace los 10 kilómetros en 36 minutos. No te preocupes por los otros. Después, los vas a pasar como postes". Delfo cumplió al pie de la letra. En la partida, Guiñez tomó la delantera. Poco después, el belga Etienne Gailly ocupó su lugar y empleó 34 minutos 12 segundos para los 10 kilómetros. Cabrera en 36:30.

Guiñez comenzó a retrasarse por una molestia en los gemelos. Cuando Cabrera lo alcanzó, le dijo: "Negro, ganá vos. Yo ya no puedo hacerlo".

Y el pequeño pasó al frente faltando cinco kilómetros. Gailly realizó su último esfuerzo y retomó el liderazgo. El argentino sabiendo que quedaban tres extenuantes subidas, esperó unos segundos y atacó.

Wembley vio entrar a un atleta no muy alto, de poderoso físico, morocho y de tupidos bigotes. Lucía una camiseta de jersey blanco, con dos tiras horizontales celestes y el número 233. Era Delfo Cabrera, el émulo de "Zabalita". Guiñez llegaba quinto; Sensini, noveno. Los fondistas argentinos habían sorprendido al atletismo olímpico.

Cuando regresó, el presidente de la Nación, general Juan Domingo Perón, y su esposa, Eva Duarte, le regalaron una casa amueblada y el Cuerpo de Bomberos lo ascendió a sargento. En 1951, ganó la maratón de los primeros Juegos Panamericanos y, al año siguiente, fue sexto en los Juegos Olímpicos de Helsinki.

El resumen de su trayectoria establece que corrió 210 competencias, ganó 106, fue segundo en 63 y tercero, en 22. En 1981, lo mató un automovilista al cruzar una calle. En Armstrong, su ciudad natal, una estatua lo recuerda.

DATOS COMPLEMENTARIOS
Brillantes actuaciones argentinas
El deporte amateur argentino estaba en un gran momento. Al oro de Cabrera se sumó las de dos boxeadores: el mosca Pascual Pérez y el pesado Rafael Iglesias. En 1952, Pascualito Pérez pasó a ser profesional y en 1954 se convirtió en el primer campeón mundial de su país, título que mantuvo hasta 1960.

La atleta Noemí Simonetto se hizo de la plata en salto en largo, lo mismo que el tirador Enrique Díaz Saenz Valiente, apodado "Patoruzito", y el yate de la Clase Dragón, tripulado por Enrique Sierburger, Emilio Homps, Rufino Rodríguez de la Torre, Rodolfo Rivademar y Julio Sieburger. Por último, el boxeador semipesado Mauro Cia obtuvo la medalla de bronce.

También hubo otras actuaciones de real mérito (en esa época, los países podían contar con tres representantes en atletismo y natación), como los valiosos cuartos puestos de Enrique Kistenmacher, en el decatlón; Alberto Triulzi, en 110 metros con vallas; el nadador Mario Chávez, en 100 metros espalda; el remero Tranquilo Cappozzo, en single scull; el boxeador Francisco Núñez, en peso pluma y, en equitación, en dressage por equipos.

El seleccionado de basquetbol hizo su presentación olímpica. Le tocó el Grupo C. Venció a Egipto, Suiza y Perú. Perdió con Estados Unidos por 59-57, luego de estar al frente en el primer tiempo por 33 a 27 y con Checoslovaquia por 45-41 (20-19). Quedó tercero y no pudo pasar a los cuartos de final, pero su excelente actuación llamó la atención por el nivel de jugadores como Oscar Furlong, Ricardo González y Leopoldo González, base del plantel campeón mundial dos años más tarde.

Latinoamérica florece
La equitación le dio el oro a México. En el Premio de las Naciones por equipo (Humberto Mariles Cortés, Rubén Uriza y Alberto Cortés) y Humberto Mariles Cortés, en la clasificación individual, en la que Rubén Uriza se quedó con la de plata.

Uno de los bronces lo consiguió el equipo en la prueba de tres días (Humberto Mariles Cortéz, Raúl Campero y Joaquín Solano Chagoya) y el otro, Joaquín Capilla Pérez, en saltos ornamentales.

Aparece el atletismo de Jamaica. ArthurWint es medalla de oro en 400 metros y de plata en 800 metros, mientras que Herbert McKenley fue segundo en 400 metros.

El tirador peruano E. Vázquez, en pistola libre, 50 metros, subió a lo más alto del podio. Uruguay lució en remo, con la plata del singlista Eduardo Risso y el bronce del doble scull, tripulado por William Jones y Juan Rodríguez.

La única medalla de Cuba fue la de plata en la Clase Star de yachting, con Carlos de Cárdenas y Carlos de Cárdenas (Jr). Panamá apareció en el medallero con dos de bronce. Los dos por intermedio del atleta Lloyd LeBeach en 100 y 200 metros.

Puerto Rico tuvo también su medalla de bronce (el boxeador gallo J. Venegas), al igual que Brasil, en el básquetbol, detrás de Estados Unidos y Francia. En este popular deporte, México fue cuarto; Uruguay, quinto, y Chile, sexto.

Otros hechos destacados
*El checoslovaco Emil Zatopek participó por primera vez en los Juegos y se llevó el oro, con récord olímpico, en los 10.000 metros y la plata en los 5.000.

*La estadounidense Alice Coachman triunfó en el salto en alto, convirtiéndose en la primera mujer negra en ganar una medalla de oro.

*Suecia ganó un torneo de fútbol netamente amateur. Pero de ese plantel salieron grandes profesionales. Gunnar Nordahl, Nils Liedholm y Gunnar Gren triunfaron en Italia, donde deslumbraron en el equipo AC Milan. Y el rubio delantero Henry Carlsson formó parte de la mejor historia de Atlético de Madrid. Para no creer: los hindúes jugaron descalzos.

*Muchos de los nadadores usaron una pinza en la nariz para impedir que les entrara agua y que los obligaba a respirar por la boca. Las antiguas mallas enterizas fueron reemplazadas por otras mucho más cortas y ajustadas.

*Paul y Hilary Smart, de los Estados Unidos, se convirtieron en los primeros padre e hijo en ganar juntos una medalla de oro, como timonel y tripulante de un velero de la Clase Star.

Eduardo Alperín fue columnista de ESPN.com por 16 años. Falleció el pasado 25 de abril.