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El laberinto de lo correcto e incorrecto

BOCA DE NIGUA, República Dominicana -- Waner Mateo se encontraba en una zona horaria y en una cultura diferente a la suya del trópico. El prospecto de las Grandes Ligas estaba agachado en un campo de entrenamiento de Florida cuando comenzó a usar drogas para mejorar el rendimiento.

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Fue así que el pasado mes de marzo, cuando necesitaba ayuda con su hombro derecho lesionado, Mateo, de 21 años de edad, decidió no recurrir al entrenador físico de los Mets de Nueva York, por temor a ser enviado de regreso a la República Dominicana.

"No quería que supieran que estaba lesionado", dijo.


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Mateo cuenta que un compañero, el derecho Jorge Reyes de Villa Altagracia, le dijo que tenía justo lo que él necesitaba: una inyección de vitamina B-12. De modo que recibió un pinchazo en la nalga.

Y el 11 de abril, mientras estaba lanzando para Clase A de los Mets en Hagerstown, Md., el nombre de Mateo apareció en la lista de jugadores suspendidos por 50 días por violar la política anti-drogas de las Grandes Ligas. Una semana después, Reyes también fue suspendido por salir positivo en Dimetabol, una mezcla de vitaminas y el esteroide Nandrolone. Esta sustancia se fabrica en una compañía veterinaria mexicana para bovinos y equinos cuando se encuentran en períodos de estrés o después de los partos para facilitar la recuperación y subir de peso.

No se hace para pitchers con dolor en el brazo.

De cierta manera, Mateo es afortunado. Su brazo antes adolorido ya se encuentra perfectamente bien. Y ahora que están por comenzar los entrenamientos de primavera de las ligas menores, está entre los 40 y tantos jugadores dominicanos en la Academia de Béisbol de los Mets preparándose para otro viaje a Port St. Lucie, Florida.


Luego de una sesión de entrenamiento reciente, Mateo, 1,98 metros y 79 kilogramos, vestido con pantalones cortos color caqui y una camisa polo a rayas azules y blancas, se sentó en uno de los sillones de la academia. Parecía arrepentido del dolor que le había causado a su familia y a los Mets, y estaba contento de tener una segunda oportunidad.

"No sabía lo que estaba tomando", dijo Mateo a través de un intérprete al inglés, Juan Henderson, administrador de la academia de los Mets en la República Dominicana. "El año pasado en la primavera, tenía el hombro un poco lastimado. Le dije a uno de los jugadores: 'me duele el hombro, ¿tienes algo para el dolor?' Y el jugador me dio algo que yo creí era complejo B-12. Creí que era eso. No sabía que estaba tomando esteroides.

"Lancé un día; y el día después del partido me llamaron de la oficina (en Hagerstown). Me dijeron lo que había pasado. Me sorprendí porque no sabía que estaba tomando esteroides. Pero no noté la diferencia. Fue sólo una vez".

¿Está enojado con Reyes? "Sí", dijo sacudiendo la cabeza.

Es imposible saber si el relato de inocencia de Mateo es cierto. Pero no cabe duda de que la República Dominicana es donde más se suspenden jugadores por usar drogas para mejorar el rendimiento en el mundo del béisbol.

Las estadísticas revelan una historia alarmante. Más de la mitad de todos los jugadores profesionales de béisbol que dieron positivo a lo largo de estas últimas dos semanas -124 de 228, o el 54.4 por ciento- vienen de la República Dominicana, y eso incluye las Grandes Ligas, las menores, y las ligas de verano de la República Dominicana y Venezuela.

De los 133 jugadores suspendidos durante este período, 29 (casi un cuarto) son de la República Dominicana. Y aproximadamente otros 95 han salido positivos desde el 2005 en la liga dominicana de verano de 32 equipos, que está principalmente formada por jugadores que acaban de hacerse profesionales. No pueden ser suspendidos por las leyes de trabajo del país.

¿Cómo explicarlo? Puedes echarle la culpa a los buscones, los agentes de béisbol independientes, a quienes se los suele culpar de introducir a los prospectos adolescentes en el mundo de los esteroides para mejorar su rendimiento y venderlos a cazatalentos profesionales. Puedes culpar a los suplidores y a un gobierno que permite que se vendan drogas prohibidas sin permiso. Puedes echarle la culpa a la falta de conocimiento de las reglas de dopaje.

El dinero, sin duda, juega un rol importante. El ingreso anual per-cápita en la República Dominicana es de 2.500 dólares, de modo que la atracción de un gran contrato profesional es fuerte. Es el pasaje de salida de esta calurosa isla. Los niños crecen soñando en convertirse en el próximo Vladimir Guerrero, el próximo Albert Pujols, o el próximo David Ortiz.

Una tarde, Pedro Martínez llegó al complejo de los Mets en su Dodge Charger anaranjado, y su llegada parecía una visita papal. Franco se arrimó al vehículo de Martínez, tomó un fajo de billetes estadounidenses y los arrojó al agitado público. Sin embargo, fuera del idílico complejo se encuentra el mundo real, un camino de tierra con chozas de chapa de un ambiente, con gallinas y perros escuálidos caminando sin ganas y niños con poca ropa jugando en el lodo.

Entre toda esta pobreza, los peloteros que juegan en las Grandes Ligas son el orgullo del país. Viven en un místico mundo de mansiones, Land Rovers y Mercedes. Pueden mantener a su familia, amigos y vecinos. Hasta los prospectos más jóvenes, quienes consiguen bonos más modestos al firmar, viven con la obligación de mantener a sus parientes.

Recordando su análisis positivo, Mateo dijo: "Me afectó mucho, y a mi familia también. Se preocuparon de lo que podría suceder. Yo pensé que me iban a dar de baja. Me pasaron muchas cosas por la cabeza".

Pero los Mets ven mucho potencial en Mateo y Reyes, y ambos siguen bajo contrato, aunque este día Reyes no estaba en el campo de entrenamiento.

"Los quieren a ambos", reconoció Henderson, administrador del campo. "Tal vez por eso no fueron dados de baja. En realidad, quieren un poco más a Reyes".

Por su parte, Mateo promete que nunca volverá a acercarse a los esteroides, ni siquiera sin intención.

"El jugador latino cree que mejorará su rendimiento; pero al final, te afectará", dijo. "Nunca más en mi vida veré una inyección".

El joven infielder Alberto Hall, nacido y criado en Nueva York, no está entre los miles de campocortos que aprendieron a jugar en este país, que apenas tiene el tamaño de Carolina del Sur. Pero sus contactos corren tan profundo como su sangre Dominicana; de modo que durante los pasados tres veranos, se ha hospedado en la academia de los Diamondbacks de Arizona en Boca Chica, un pueblo playero por la costa de Santo Domingo, sede de muchos complejos de las Grandes Ligas.

Hall, quien ahora es jugador de primer año en la Universidad del Estado de Nueva York/Old Westbury, se pasaba las mañanas trabajando con los jugadores; la mayoría adolescentes fichados por los Diamondbacks para la Liga Dominicana de Verano o ingresados para probarse. Verano tras verano, veía rostros y físicos familiares cada vez más grandes. Lejos de la mirada de los directivos del campo de entrenamiento, dijo haber visto jugadores aplicándose inyecciones, y le han ofrecido esteroides.

"En la noche, muchos de los jugadores se inyectaban esteroides", dijo Hall a ESPN.com. "No podía creerlo, porque los muchachos que lo hacían no eran hombres grandes. Eran muchachos de 16. Personalmente, nunca usé, pero me ofrecían. 'Vamos, es sólo por dos, tres, cuatro semanas'. Nunca lo hice, pero los he visto hacerlo casi todas las noches o noche dos noches.

"Algunos de los muchachos se inyectaban ellos mismos. Otros lo hacían en grupo. Es increíble lo que se hace allí. Y créeme, debe ser así en todos los complejos (de las Grandes Liga)".

Cuando regresó a casa el verano pasado, Hall habló personalmente con Fernando Mateo, presidente de un grupo de abogados llamado Hispanics Across America, con sede en Nueva York, que ha defendido a jóvenes peloteros latinos.

"Siempre fue mucho más grande que los muchachos con quienes jugaba, mucho más grande", dijo Mateo acerca de Hall, 18. "Y, de pronto, cuando fue este verano, los muchachos eran enormes. Me llamó porque sabe que he trabajado en esto. Me dijo, 'Fernando, lo que me dijeron era que tenía que inyectarme para que me miraran. Si no lo haces, no te miran. Si no eres grande, fuerte y rápido... no te miran'".

Junior Noboa, quien maneja el campo de los Diamondbacks en Dominicana, inicialmente le dijo a ESPN.com que no recordaba a Hall, y luego dijo que Hall había estado durante unas semanas, como mucho.

Y dice Noboa que Hall nunca le dijo nada a nadie en posición de autoridad que había visto a jugadores consumiendo esteroides.

"Él no estuvo allí durante tres años", dijo Noboa, "Estuvo entre dos o tres semanas, que yo recuerde. No tuvimos a ese muchacho durante tres años... recuerdo que cerrábamos la academia cuando él llegó. Y me da asco que que digan eso. Sólo estuvo durante tres semanas. Y si vio algo pasar allí, eso es extraño. Se suponía que él me lo decía si veía algo así en la noche, como él alega. Eso es bien triste. No dicen la verdad cuando dicen que estuvieron por tres años. Es no es correcto. Y no es correcto que gente que querían un favor mío lo estén diciendo."

Hall no está seguro de dónde provienen las drogas, pero sospecha que los jugadores las traen de sus pueblos. No tiene la certeza de qué clase de esteroides usan, pero está seguro de que lo hacen a escondidas del personal de los Diamondbacks.

"No se si lo vieron y lo ignoraron, pero sé que los jugadores tienen que hacerse análisis", dijo Hall. "Tardan bastante tiempo en salir del sistema; así que todos lo hacían para que cuando se hicieran el análisis, saliera negativo".

Juan Uribe, campocorto de los Medias Blancas de Chicago, proviene de Juan Barón, un pequeño pueblo rural a unas 30 millas al sudoeste de Santo Domingo. Vive a unas pocas casas de Vladimir Guerrero.

Este día, mientras les daba la bienvenida a un puñado de reporteros en su casa de tres pisos, su madre, hermanas, hermanos, primos, sobrinos y sobrinas merodeaban por ahí. La vivienda de Uribe es un diamante en bruto, algo más allá de la esquina del jardín derecho del Estadio Juan Barón, adonde Uribe jugaba de pequeño y adonde todavía entrena en las mañanas mientras se prepara para la pretemporada.

Los más de cuatro millones de dólares que Uribe gana en las grandes ligas permiten que sus parientes vivan mucho mejor que los locales. Al lado de ellos, Uribe vive como la realeza.

Desde una habitación en el tercer piso, Uribe, 27 años de edad, señaló una casa en construcción, una magnífica estructura rosa elevándose del suelo, su próximo hogar. Sus camionetas de lujo - un Land Rover negro y un Cadillac Escalade blanco, con sistemas de sonido de 20 mil dólares- estaban estacionadas en la calle. Su elegante Mercedes deportivo estaba estacionado dentro de un garaje que también funciona como cuarto de juegos para los niños.

Se cambió la camisa tres veces durante el curso de la tarde, y terminó en su jersey número 5 de los Medias Blancas.

Este día, Uribe pasó la mayor parte del tiempo hablando con los medios, intentando explicar una denuncia según la que le disparó a uno de los locales con una pistola -tendrá que presentarse ante el tribunal el 21 de febrero, por lo que no podrá reportarse a los Medias Blancas a tiempo-. Pero cuando un reportero cambió de tema y preguntó sobre los esteroides, Uribe lo miró de reojo con un dejo de hostilidad. Dijo que nunca había usado. Nunca nadie le ofreció. Algunos jugadores se meten en eso, seguro. Y cuando lo hacen, están asumiendo un gran riesgo, dijo.

Estaba mucho más dispuesto a hablar acerca de las presiones que sufren los jugadores dominicanos, especialmente aquellos que luchan por llegar o mantenerse en las grandes ligas.

"Los jugadores tienen hambre de estar en Grandes Ligas", dijo Uribe a través de Enrique Rojas, reportero de ESPNdeportes.com, quien traducía al inglés. "Están hambrientos de éxito. Tal vez lo consiguen en la calle. No en el béisbol, sino afuera. Usan esas cosas porque creen que le conviene mejorar rápidamente.

"Los estadounidenses no tienen esta presión de alimentar a sus familias, de mantener como a 20 personas. Piensa en eso: cuatro hermanos, cuatro hermanas. Muchos primos, sobrinos. Yo mantengo a los hijos de mi hermano, de mi hermana. Y a mis padres. Algunos tíos. Pasa lo mismo con todos los jugadores dominicanos".

De cierta manera, Ronaldo Peralta es el Bud Selig del béisbol dominicano. Desde una exclusiva oficina de las Grandes Ligas, en un barrio residencial privado de Santo Domingo, Peralta funciona como los ojos y los oídos del béisbol en América Latina. Administra la única oficina de operaciones de béisbol fuera de los EE.UU.

En un país en el que este deporte es una industria que aporta casi 100 millones de dólares anuales, según un análisis de impacto económico conducido por el gobierno dominicano, Peralta se encarga de las tareas de rutina: agentes, conflictos de representación, la multitud de academias de béisbol, las ligas de verano de novatos y los análisis de drogas. Es una persona simpática que vive con la mentalidad del vaso mitad lleno y no mitad vacío.

Considera que se ha progresado en el frente del doping.

Y podría tener razón. Según las estadísticas provistas por las Grandes ligas, en el 2004, el año inaugural de los análisis de drogas en la Liga Dominicana de Verano, el 11 por ciento de los prospectos adolescentes fichados por clubes de grandes ligas salieron positivos. El verano pasado, dicho porcentaje bajó a 3.5.

Así que Peralta recomienda que le demos más tiempo a las políticas de análisis de drogas del deporte.

"Lo que puedo decirte es que, obviamente, la razón principal por la que los latinos salen positivos es la falta de información", dijo Peralta. "(Los jugadores) no están haciendo esto intencionalmente. Hemos hablado de esto con los directores de las academias (de las Grandes Ligas) en la República Dominicana. Y cuando les preguntamos cuál debería ser nuestra mayor preocupación, la respuesta es la falta de información y educación del jugador latino.

"Y lo que ha hecho MLB a lo largo de estos tres años no sólo fue llevar los análisis a la República Dominicana y Venezuela, si no que iniciamos un programa educativo hablando con los directores y jugadores de las academias. Y ahora tenemos dos empleados permanentes: uno en Venezuela y otro en la República Dominicana".

Esta primavera, el béisbol usará al mánager de los Medias Blancas, Ozzie Guillén, para un comercial destinado a educar a los prospectos de Venezuela en el programa de anti-doping.

Las diferencias culturales y la falta de sofisticación de las pautas del doping bien podrían ser un factor en las decisiones de algunos prospectos adolescentes, muchos de los cuales abandonaron la escuela y se encuentran lejos de casa por primera vez. Peralta tal vez tenga razón: Algunos de ellos no lo hacen intencionalmente.

Pero algunos de los veteranos dominicanos de las Grandes Ligas se han cansado de escuchar lo que ellos consideran excusas. Dicen que las reglas no se desconocen. Y que cuando las mismas son inciertas, los jugadores tienen agentes y médicos a quienes recurrir.

"Las personas hablan español y explican muy bien el reglamento y el programa de análisis", dijo el relevista Rafael Soriano, adquirido por los Bravos de Atlanta este verano desde los Marineros de Seattle. "Conocemos las reglas. Yo no meto nada en mi sistema porque le tengo miedo al sistema. Sólo tomo medicinas recetadas por el entrenador del equipo de Grandes Ligas".

El jardinero José Guillén de los Marineros es más directo, y sugirió que los jugadores deberían seguir el ejemplo del relevista de los Mets, Guillermo Mota, quien admitió su error tras salir positivo el otoño pasado. En una declaración posterior al anuncio de su suspensión de 50 juegos en noviembre, Mota dijo, "No tengo a nadie a quien culpar más que a mí mismo. Me responsabilizo completamente de mis acciones y acepto la suspensión de MLB. Tuve muy mal juicio y merezco rendir cuentas". Mota sigue con los Mets bajo un contrato por dos años y 5 millones de dólares, pero no le pagarán por los primeros 50 juegos de la temporada.

"Cuando metes algo en tu cuerpo, no vas a decirme que no sabes qué es", dijo Guillén, veterano de 10 años. "Somos todos hombres grandes. Tenemos más de 18 años. Creo que todos los que son descubiertos tienen que hacerse cargo de sus acciones. No hay razón para protestar y apuntar con el dedo, diciendo 'este hombre me dio esto y aquello'. Sabes que fue un esteroide. Así que explícate por ti mismo".

Guillén confirmó que le ofrecieron esteroides durante los principios de su carrera. "Pero eso es algo que nunca consideré en mi vida", dijo. "Te estás arruinando la carrera. Estás arruinando tu reputación. Esto está lastimando mucho al béisbol, la imagen del juego.

"Cuando un muchacho se me acerca y me pregunta por qué a cierto hombre lo agarraron con esteroides, ¿qué le voy a decir? Es difícil, yo tengo dos hijos. Siempre pienso en en mis hijos".

Luis Polonia ha estado en muchos lugares y visto muchas cosas. Llegó a las Grandes Ligas con los Atléticos de Oakland a fines de los años 80, justo cuando los Bash Brothers -José Canseco y Mark McGwire- se juntaron en el Área de la Bahía. El jardinero bendecido con una tremenda velocidad jugó 12 temporadas en las Grandes Ligas para media docena de clubes. A los 43 años, sigue jugando béisbol invernal; y en la noche que habló con ESPN.com en Santo Domingo, se encontraba en el jardín izquierdo para los Águilas Cibaeñas, el eventual campeón de Santiago.

Cuando no está jugando, Polonia es un especulador de talento verde, y dirige su academia de béisbol en Santiago. Desde allí, monitorea la escena de los esteroides.

"Tal vez no se los reconocía tanto como en los últimos dos años, pero los esteroides y esa clase de cosas siempre han estado allí", dijo Polonia. "Puedes ver que el deporte ha cambiado. Es fácil verlo en la cantidad de jonrones. En las millas por hora del pitcher. Es decir, antes era de 90 o 93. Quien lanzaba a 95 era el hombre. Ahora todos lanzan a 97, 98. Hasta en el béisbol dominicano, todos lanzan a 97 o más. No digo que es por (los esteroides); pero de una u otra manera, todos parecen ser más fuertes.

"Veo muchos muchachos que acaban de hacerse profesionales; y de pronto, les hacen un análisis y salen positivos en esteroides. 'Vaya, ¿dónde los consiguen?' Cuando yo firmé era diferente. No sabía nada de eso. Pesaba 54 kilogramos y era flaco. No tenía nada. Tenía 18 años. Ahora los consiguen. Yo digo, '¿dónde consiguen esas cosas?' Generalmente no hablan. Creo que saben lo importante que es mantener el secreto".

Uno de los factores que llevan a los muchachos a tomar esteroides es la atracción por el dinero que viene con el éxito, dijo Polonia. Y muchas veces se ven expuestos a personas sin escrúpulos que quieren ganar algo con su talento.

El sistema abierto de amateurs del país crea potencial de abuso. A diferencia de los prospectos de los EE.UU., Canadá y Puerto Rico, los jugadores dominicanos todavía no cuentan con un draft organizado. Cada mes de julio, todo jugador que haya cumplido 16 años y medio es elegible para ser fichado por un club de las Grandes Ligas. Estos últimos años, 25-30 de estos prospectos firmaron acuerdos de seis cifras.

La inversión en el talento adolescente ha crecido hasta el punto que los directivos de MLB estiman que la República Dominicana tiene más de 6 mil academias de béisbol independientes, y cada una prepara alrededor de una docena de jugadores que podrían firmar contratos profesionales. Los alimentan y los alojan en las academias; y luego, cuando firman, las academias se quedan con una parte del bono.

El incentivo para impresionar a los cazatalentos profesionales es enorme.

"Si tienes 16 años y lanzas a 90 o 95 millas por hora, algo que se ve mucho aquí en Dominicana, ya ves la clase de bono que conseguirás", dijo Polonia. "Si tienes 16 y lanzas a 85 u 86, ya ves la diferencia. Sabes que Dominicana es un país pobre. Creo que muchos chicos ven la ventaja de conseguir un buen bono al firmar, y si luego no llegan, ya están hechos de por vida".

En sus cuatro años con la academia, Polonia ha desarrollado 24 jugadores que firmaron contratos profesionales. Ninguno de ellos salió positivo, dijo.

Es bueno mantenerte alejado de eso. Se queda con una parte del bono de cada prospecto fichado, que puede verse recortado si el jugador sale positivo. De modo que Polonia comentó que él mismo manda a analizar a sus jugadores ante la primera señal de interés de un cazatalentos.

"No quieres tener a un muchacho, haberlo entrenado por un par de años, y que luego firme y salga positivo", dijo. "Hay dos cosas que tengo que mirar. Primero, asegurarme de que esté limpio, para que cuando reciba su bono, no vuelva a hacerlo. La segunda es mi nombre. Si encuentran un muchacho con esteroides en mi academia, ¿qué van a decir? 'Polonia usa esteroides en su academia para que los muchachos sean más fuertes y gane más dinero con sus bonos cuando firmen'".

Sin embargo, Polonia dijo que sabe de otras academias que no son tan derechas. Ha escuchado de algunos prospectos salieron positivos y los clubes de Grandes Ligas cancelaron sus acuerdos o recortaron sus bonos.

"Hay hombres que dirigen academias, y todo lo que les importa es cuánto dinero van a ganar", dijo, subiendo el tono de voz. "Y un muchacho lanza a 85 millas por hora y saben que tiene un buen cuerpo y habilidad para jugar. Y ¿sabes qué? 'Voy a trabajar con este muchacho, y en dos o tres meses estará lanzando a 95 millas por hora. Y fíjate cuánto dinero ganaré con este muchacho'".

"No les importa lo que pueda pasarle. No digo que todos lo hagan, pero hay algunos que sí lo hacen. No les importa. Este es un país hambriento. Las personas buscan dinero adonde pueden encontrarlo".