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Más ganadora que nunca

BUENOS AIRES -- ¡Qué grande es la chiquita! Y no se trata sólo de un juego de palabras. Es que la belga Justine Henin, esa flaquita diminuta, sigue acumulando alegrías y títulos de los importantes, de los que realmente sirven para escribir la historia como pocas. A los 25 años, logró su segunda corona en el US Open y ya suma siete de Grand Slam, ratificando además que es por escándalo la mejor tenista del mundo.

Tanta grandeza le pertenece a esta chica, muy sufrida desde pequeña, ya que a los 12 perdió a su madre tras padecer un cáncer. Y esta temporada no pudo participar en el Abierto de Australia, el primer Mayor del calendario, porque su divorcio la tenía con la cabeza en otro lado. Así y todo, siempre tuvo esa garra, ese corazón y esa convicción de los supercampeones. Y también lidera, sin dudas, el rubro de las talentosas.

Ahora Henin suma entonces siete copas de las "grandes": Roland Garros 2003, 2005, 2006 y 2007, US Open 2003 y 2007 y Abierto de Australia 2004. Su marca en finales de Grand Slam es de 7-4 y el año pasado se dio el lujo de disputar las cuatro finales, aunque le quedó el sabor agridulce porque cayó en tres. Sólo se le sigue negando el éxito en Wimbledon, donde llegó a dos finales y tres semis.

Esta corona, la 36ª en su carrera profesional y séptima de este año, es muy especial para ella. Es que Henin ganó el torneo sin perder un set, siendo el tercer Mayor que obtiene con ese enorme privilegio de festejar de punta a punta, logrando los siete triunfos en dos parciales. Eso ocurrió también en los dos últimos, en París 2006 y 2007. Pero esta vez hubo un plus: fue el Grand Slam en el que cedió menos games.

Por eso su gran mérito, de celebrar dando cátedra, con autoridad y una propuesta vistosa, además de ser su Mayor más fácil. Sólo perdió 32 games, contra los 38 de este año en el Abierto de Francia y los 39 en el mismo certamen de la temporada pasada. En su camino a la final de Nueva York, ganó 6-0 uno de los dos sets en los cuatro primeros encuentros y luego venció en tie-break en el primero ante las dos Williams.

Indudablemente, su andar fue sensacional, con el sello de los elegidos. Y se transformó en la segunda mujer que derrotó a las dos hermanas estadounidenses, ambas ex líderes mundiales, en un mismo Grand Slam. Eso se había dado en Australia en el 2001, cuando la suiza Martina Hingis eliminó a Serena en los cuartos de final y a Venus en las semifinales, para luego perder con Jennifer Capriati en la final.

En esta oportunidad, Henin repitió en las ruedas: superó a Serena, la menor, en cuartos, y a Venus en semis, en una especie de definición adelantada. Es que la rusa Svetlana Kuznetsova no la inmutó, ya que la belga la aplastó por 6-1 y 6-3 en el partido decisivo. Pero la campeona es la única que venció de manera sucesiva a las Williams en dos sets. Y para colmo logró ese doblete en la casa de ellas, justo en el US Open.

Esto sirve aún más para tomar dimensión de la proeza de Henin, de su arrollador paso por Flushing Meadows. Es que nadie puede poner en tela de juicio que es la mejor y por amplio margen. Es que complementa calidad, mentalidad ganadora y solidez, un cóctel que ninguna otra colega consigue precisamente los reinados de Venus y Serena. No tiene la potencia de las Williams, pero su claridad conceptual y su talento son inigualables.

Venus no pudo tomarse revancha de la caída sufrida por su hermana. Y la belga le descontó la desventaja en los duelos personales a 2-7. Suena extraño, pero sí, la mayor de las Williams es la que más y mejor le ganó a Henin. Aunque hay un atenuante clave, que grafica en gran medida ese historial: no se medían desde el 2003 y los ocho choques previos fueron antes de que la europea se adjudicara su primer Mayor.

CADA VEZ MÁS GENIAL
Si bien Roland Garros es su campeonato favorito, donde ganó las cuatro finales que disputó, donde es la cuarta mujer en festejar tres años seguidos, donde ostenta un invicto de 21 encuentros y donde lleva 35 sets obtenidos de manera consecutiva, también las canchas rápidas le sonríen, en especial las intermedias como el cemento. Es que no dejó dudas en ningún momento, siendo la merecida campeona.

Es cierto que vivió algunos momentos de presión, pero haber eliminado a las Williams fue determinante, la llave del triunfo final. Así Henin disfruta de un presente bárbaro, siempre dirigida por el argentino Carlos Rodríguez, su gran amigo y que a la vez cumple la función de padre, siendo su familia el sostén emocional de la belga. Es que su papá la ve poco y estuvieron alejados mucho tiempo.

Por eso, una vez más, sostenemos que su vida no fue sencilla y logra sobreponerse, a cada paso, gracias a su lucha, su determinación y su fe. Ella posee el mejor revés, en su caso a una mano, del planeta. Y es muy creativa y dueña de una mano increíble para cambiar los ritmos, acelerar y ejecutar drops como nadie. Así, con inteligencia, confianza y velocidad, contrarresta la potencia de la mayoría de sus perseguidoras.

Hay otro dato rotundo de su supremacía: trepó a la final en seis de los siete últimos Grand Slam que jugó. Sólo cayó en las recientes semifinales de Wimbledon, inesperadamente, ante la francesa Marion Bartoli, luego de ganar fácil el primer set. En el medio, faltó este año en Australia por su divorcio. Por eso, sus colegas se pelean por el segundo puesto del ránking, ya que el primero es un monopolio de Henin.

Desde su debut en los grandes torneos, en 1999, sólo tuvo asistencia perfecta en el US Open, siendo esta su novena actuación. Tuvo altibajos: se coronó en el 2003 (ante su compatriota Kim Clijsters), perdió la final del año pasado (con la rusa María Sharapova), cayó cinco veces en octavos y la primera en el debut. Esto demuestra su gusto por un certamen en el que volvió a sonreír y le sirvió para sacarse, de alguna manera, la espina de Londres.

Y si bien algunos fanáticos rusos creyeron que Kuznetsova podía ser capaz de dar el batacazo, Henin no la dejó agrandar en ningún instante. Arrancó 4-0, tuvo ciertos games con intermitencias, pero salió adelante. Inclusive, cuando sacó para el título, levantó un 15-40 y en total cometió tres dobles faltas en ese juego, hasta que se impuso. La dominó con su planteo claro, con variantes, rapidez y tomando la iniciativa.

Es que si bien Kuznetsova es luchadora y corre todas, carece de una gran movilidad al ser pesada, estando siempre a la defensiva, ante cada embestida de la reina. No por casualidad Henin supera ahora a la rusa 15-2 en los partidos entre sí. Había perdido el último, con lo justo, este año, en Berlín y sobre arcilla. Pero se sobrepuso y logró 12 de los triunfos en dos capítulos, quedó 5-0 en Mayors y 5-0 en finales en general.

El único antecedente de una definición "grande" entre ambas era el doble 6-4 de Roland Garros 2006. Aunque en esta ocasión fue mucho más sencillo. El consuelo de Kuznetsova fue doble: se convirtió en la tercera en clasificarse al Masters, en Madrid, después de que lo hicieran Henin y la serbia Jelena Jankovic, y saltó del 4º al 2º lugar de la clasificación, superando a Jankovic (3ª) y Sharapova (2ª).

Por eso, Kuznetsova también celebra, pese a la última pálida imagen. Nunca había estado tan arriba en el ránking (llegó a estar Nº 3) y vuelve a meterse en la pelea grande, como lo hizo por primera vez hace justamente tres años, cuando ganó el US Open del 2004, en su única victoria en un Grand Slam. A los 22, esta también eximia doblista ratificó que este torneo es el que más le gusta y donde mejor se siente.

La rusa apenas había cedido dos sets en su camino a la final, uno en semis ante la ascendente Anna Chakvetadze, también top-ten, quien es compatriota y compañera del poderoso equipo finalista de la Copa Fed. Ahí tuvo la guapeza conocida, esa que la deja abrirse paso cuando algunas jóvenes dudan a la hora de la verdad y la abren una puerta. Esa virtud, de no bajar los brazos, la volvió a poner en boca de todos, pese a su triste desenlace.

Así, mientras aparecen otras caras nuevas, como la de la pequeña polaca Agnieszka Radwanska (30ª favorita), quien dejó afuera en la tercera rueda a la defensora Sharapova, hay un lugar inamovible, el de la que lleva el cartel de número uno. Más segura y ganadora que nunca, Henin sigue edificando una hegemonía fantástica. Es que ella es de esa raza de campeonas que tanto cuesta que aparezcan y que tanto se admiran.