<
>

No es su culpa ser tan grande

Sebastien Chabal tiene pinta de ser buen tipo AP

-¿Sabe una cosa? Goliat era casi ciego.
-¿De qué está hablando?
-Lo que oyó: Goliat era casi ciego. Al menos eso es lo que sostiene un tal Vladimir Berginer, un catedrático de neurología de la Universidad Ben Gurion, de Israel. Goliat era tan grande (medía 2,90 metros) a causa de una disfunción hormonal que también le generaba la pérdida de la vista. Yo estoy seguro de que David debe haberse dado cuenta. Debe haberse acercado al filisteo por el costado y, desde su punto ciego, sin ser visto, consiguió acertarle un piedrazo.
-¿David debe haberse dado cuenta de que Goliat no podía verlo?
-Claro. Goliat padecía de un trastorno de la pituitaria llamado acromegalia, que puede provocar muchos (y serios) síntomas patológicos, desde hipertensión a diabetes, dilatación de los órganos e incluso la muerte. Pero la característica más sobresaliente es la visión periférica defectuosa, más conocida como "visión de túnel".
-Interesante.
-Me encantan esos descubrimientos con los que los modernos ponen en tela de juicio el accionar antiguo, especialmente basándose en cuestiones médicas. Son una estupidez.
-Otra vez me confunde. Son una estupidez pero a usted le encantan.
-Absolutamente. Pero a la vez todo eso es útil para redimensionar a Goliat y a David y su supuesta valentía, llevando a ambos a su tamaño justo, inspirando más simpatía por el pobre Goliat. La última noticia es que el David de Miguel Ángel tiene los órganos genitales pequeños porque está sufriendo de una contracción cuya causa sería la amenaza de un peligro mortal.
-Si es verdad que Goliat era tan grande, no es para menos.
-Según la Biblia, Goliat sólo se había dejado ver, durante cuarenta días, dos veces por día, y eso había bastado para aterrorizar al ejército de Israel. Parece que gritaba mucho, pero lo hacía porque seguramente era sordo. Las tenía todas en contra el pobre gigante.
-Igual no termina de caerme simpático.

-Es natural. Es la complicidad que despierta la victoria del pequeño sobre el grande; de los paños ligeros y la honda sobre el armamento pesado; del coraje y la bendición divina sobre la fuerza bruta y blasfema. Es el modelo de todas las rebeliones: del pequeño Vietnam sobre la superpotencia norteamericana, de la pequeña Chechenia sobre el coloso ruso, de las pequeñas patrias sobre el gigantismo de la globalización, de Rocky sobre el mastodonte ruso.
-Pero David, en la Biblia, es presentado como un muchacho fuerte y valeroso.
-Y debería serlo, pero en la misma Biblia David se define a sí mismo, dos veces, como una pulga.
-En el diagnóstico de ese catedrático, David parece ser menos valiente y más astuto.
-A veces David es verdaderamente astuto, como los héroes de las fábulas. Una vez él y sus secuaces se refugian en el fondo de una cueva en el desierto de En-Ghedi, y el rey Saúl, que lo busca para matarlo, entra justo en esa cueva para hacer sus necesidades. David se arrastra hasta él y le corta un pedazo del manto para demostrarle que lo tuvo en sus manos pero no quiso asesinarlo. Esto también pertenece al modelo: la audacia inteligente contra la fuerza obtusa.
-David en el fondo de la cueva me recuerda a Ulises y sus compañeros en la cueva del cíclope.
-Polifemo. Así se llamaba el cíclope. Que también, como Goliat, gritaba fuerte y sembraba el terror entre los griegos. Polifemo era cruel: agarró a dos compañeros de Ulises y se los comió. Bebía el vino que le preparaba el propio Ulises (otro astuto), y se quedaba dormido. Así fue como, una noche, Ulises y los suyos le trepanaron el ojo con una estaca que previamente habían puesto al fuego. Polifemo, furioso, insultó a Ulises. ¿Y sabe cómo lo llamó? Enano. Un adivino le había anticipado todo esto, pero el pobre Polifemo sospechaba que a matarlo vendría un tipo corpulento y no un hombrecito sin fuerzas. Y, encima, griego. Polifemo sientió que el destino le había sido desleal: un pequeñín, que bien hubiera podido aplastar entre el índice y el pulgar -una pulga-, lo había dejado ciego.
-Cruel destino.
-Parece que el destino de los gigantes es ese: quedarse ciegos. Sansón también murió ciego... Ey... no me escucha... ¿En qué está pensando?
-En ese segunda línea pelilargo, el francés que parece un yeti...
-Chabal, Sébastien Chabal.
-Sí, lo vi en el partido contra Argentina, cuando entró en el segundo tiempo. Y también contra los georgianos. Daba miedo.
-Y sin embargo es prácticamente inofensivo.
-Yo no diría tanto.
-¿Por qué no? Chabal se me ocurre como alguien que siempre tuvo conciencia de su peso y altura, incluso desde pequeño.
-¿Cuánto mide?
-Un metro noventa y dos. Y pesa 114 kilos. Tiene 29 años.
-(Glup...)
-Pero apuesto a que es un tipo encantador. De hecho hay algo obvio: juega limpio. El sólo podría ocuparse de mandar al hospital a medio equipo que se enfrentara con Les Blues. Pero no lo hace. ¿Y sabe por qué?
-¿Por qué?
-Porque tiene lo que hace falta para ser una buena persona: control sobre el mal.
-¿Y eso?
-Lo que digo. No ve la maldad como algo posible, cosa que sí les ocurre a los locos. No a todos los locos, naturalmente, sino a cierto tipo de loco peligroso. Convengamos que Chabal, si fuera un loco peligroso, sería letal.
-No lo dudo.
-Es posible que tenga toda la pinta de serlo, pero definitivamente no lo es. Pudo haber roto alguna cabeza aquí o allá, pero después de todo está jugando al rugby, no al ajedrez.
-Diga lo que diga me inspira pavor.
-Fíjese: después de la victoria francesa a Georgia, muchas empresas se pusieron en contacto con él para contratarlo como la imagen pública de sus marcas. Empresas constructoras, de grúas y de camiones de mudanza. Y Chabal les dijo a todos que no. ¿Y sabe por qué?
-¿Por qué?
-Porque sueña con publicitar firmas más ligadas a los chicos: papilla para bebés, copos de maíz, esas cosas. ¿Se da cuenta? Quiere publicitar postrecitos, diciendo: "Si comen esto, van a terminar siendo tan grandes como yo".
-Es enternecedor. Pero, ¿de dónde salió? ¿Cómo es su juego? ¿Cómo se desenvuelve en la cancha?
-Se hizo popular cuando se dejó el pelo largo, la barba, e hizo un par de buenas jugadas en los tests de junio en Nueva Zelanda. A Christopher Massoe por poco lo mata, y Alexander Williams le rompió la mandíbula. Chabal aprendió dos cosas: que el camino más corto entre dos puntos es la línea recta, y que para llegar hasta ese punto hay que ir hacia adelante. Es todo lo que hace. Juega en el Sale, en Inglaterra.
-Es cierto. Lo vi el otro día marcando un try. Cuando llegó al ingoal llevaba arrastrando a tres georgianos...
-Contra los Pumas bastó para que la tocara para terminar en el piso. Lucas Borges lo tackleó en una de sus embestidas. Chabal no tomó represalias, y créame que le hubiera costado poco aplastarlo entre el índice y el pulgar. Pero no es su estilo.
-No veo por qué hubiera debido tomar represalias.
-¿Por qué? Imagínese. Usted es un gigante de casi dos metros, toma la pelota y carga. De pronto, de la nada, aparece un enano de 1.77 metros, una pulga que no debe llegar a los 80 kg de peso, y lo tacklea. Para colmo se llama Borges.
-Sí, la verdad suena feo.
-¿Feo? Feísimo.
-De todo esto deducimos que la sociedad es demasiado injusta con los gigantes.
-Muy injusta.
-Pobre Chabal. Parece salido de una historieta de Asterix. A lo mejor, además, sufre de dolores de espalda.
-No es su culpa ser tan grande.
-Pobre.