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José Juan Barea: rodar y rodar

ESPN DEPORTES LA REVISTA


Esta nota forma parte de la edición
de febrero 2008 en Estados Unidos.
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La vida de José Juan Barea se ha convertido
en una gran montaña rusa. A pesar
de que el base puertorriqueño de los Dallas
Mavericks acaba de cumplir 23 años, su carrera
en el básquetbol es larga. A los 17, Barea
debutó en el Baloncesto Superior Nacional de
Puerto Rico con los Indios de Mayagüez. Su
juego ya despuntaba precozmente, y gracias
a ello pudo disputar 13 partidos con una media
de 2.1 puntos por juego.

Sin embargo, Barea tenía claro que para
crecer en el baloncesto profesional necesitaba
mudarse a Estados Unidos. Por eso, en
el verano de 2001, se enroló en el programa
de los Miami Tropics y terminó la secundaria
jugando baloncesto en Miami Christian.
Durante ese año, el puertorriqueño disputó
el partido de las estrellas del estado y fue
nombrado el mejor jugador de Florida.

Su fulgurante carrera basquetbolista le dio
la oportunidad de contar con una beca en
una de las universidades más prestigiosas del
país: Northeastern University.

"Sin duda fue
una gran experiencia jugar baloncesto en la
universidad. Allí no importa quién seas ni
de dónde vienes, los entrenadores siempre te
tratan como uno más, porque lo más importante
es el equipo", comenta Barea. "Además,
es el momento perfecto para trabajar
duro y perfeccionar la técnica. Si no sabes
lanzar los tiros libres, en la NBA nadie te
va a enseñar. Incluso si alguien te llegara a
enseñar, llevas tanto tiempo haciéndolo mal
que es muy difícil mejorar… Por eso en la
universidad es importantísimo trabajar en
los aspectos más débiles de tu juego".

Al llegar a la universidad, José Juan ya
estaba muy bien pulido como jugador. Por
eso, quizás no le fue tan complicado destacarse y dominar el juego del equipo. En sus
dos últimos años de carrera universitaria, el
boricua fue finalista del premio Bob Cousy,
que distingue al mejor base colegial del país.
Además, su leyenda se agrandó por todos los
rincones de la facultad, pues consiguió graduarse
como el segundo máximo anotador de
la historia de la universidad, con 2,209 puntos,
y por detrás del difunto ex jugador de
los Boston Celtics, Reggie Lewis, el segundo
mejor registro de asistencias y el mejor en
tiros de tres.

Sin embargo, y a pesar de su gran currículum,
Barea se alistó en el draft de 2006,
pero no fue elegido por ningún equipo. "Ese
fue, seguramente, el golpe más fuerte que he
recibido en mi vida. Tenía tantas esperanzas
puestas en ese sorteo que era impensable
que mi nombre no saldría elegido. Pero cuando
pasó, supe que lo único que podía hacer
era seguir trabajando duro para conseguir un
contrato como agente libre".

Y eso fue precisamente lo que hizo.
Durante las ligas de verano, el boricua
jugó varios partidos con los Golden State
Warriors, para finalmente competir en el
torneo Rocky Montain Revue con los Dallas
Mavericks. Su promedio de 12 puntos,
6.7 asistencias y 1.7 rebotes le valió un
puesto en la plantilla de la franquicia tejana.

"El día que me aseguraron mi primer
contrato en la NBA no cabía dentro
de mí. Sentí una alegría tan grande que es
imposible de explicar. No sólo iba a cumplir
el sueño de toda mi vida de jugar en
la mejor liga del mundo, sino que lo iba
a hacer en una gran franquicia como los
Mavericks. Aquí comparto vestuario con
Terry o Nowitzki, me entrena Avery Johnson
y tengo un jefe como Mark Cuban,
quien vive por y para este deporte. Esto es
algo increíble".

Pero su primera temporada fue bastante
complicada. Poco a poco comenzó a entrar
en la rotación de su técnico, pero en enero
el equipo decidió incluirlo en el programa de
desarrollo y se marchó a jugar a Fort Worth.
Aunque muchos se hubieran desmoronado
por el paso atrás, Barea demostró que su
juego era del nivel de la NBA. En siete partidos
ayudó a su equipo a encauzar un récord
positivo y anotó más de 40 puntos en tres
partidos. Se convirtió en el primer jugador
asignado por una franquicia de la NBA que se
alza con el premio de jugador de la semana
de la D-League. Tan alto fue su nivel, que
en marzo los Mavericks volvieron a contar
con él, pero no sería hasta bien entrado julio
cuando Barea se aseguraría su segunda temporada
en Dallas.

"Ahora estoy más tranquilo. He podido
conseguir mantenerme en la liga dos años,
y estoy jugando más asiduamente", asegura
Barea. "De todas formas, estoy consciente
de que es muy difícil mantenerse
en un equipo tan competitivo como este.
Hay dos grandes base jugando en mi posición,
por eso sólo me estoy concentrando
en jugar lo mejor posible para luchar por
mi puesto en el equipo".

PERO NO ES SÓLO su carrera en la NBA la que llena de entusiasmo a José Juan Barea.
Aunque todavía es joven, el base de
los Mavericks sabe muy bien lo que significa
representar a su selección nacional.
"Como todo puertorriqueño, jugar con mi
selección es lo mejor que me puede pasar.
Desde pequeño he soñado con ponerme la
camiseta nacional y defender a mi país desde
dentro de la cancha", dice Barea.

Y su
participación internacional va camino de
convertirse en histórica. Tras pasar por las
selecciones menores, debutó en el equipo mayor en 2006, durante los Juegos Centroamericanos
y del Caribe. En dicho torneo,
Barea alcanzó números de estrella y ayudó
a su equipo a ganar el oro. Además, aportó
un triple decisivo en los últimos segundos
de la final ante Panamá, lo que le convirtió,
de inmediato, en héroe nacional.

"Hay pocas
satisfacciones tan grandes como la de
jugar y ganar con tu selección", comenta el
boricua. "Siempre estaré dispuesto a jugar
con mi selección. No me importa lo que diga
mi equipo: mientras este apto físicamente,
pienso representar a Puerto Rico".

Por si el hecho de jugar con su selección
no fuera suficiente, Barea encuentra,
además, el aliciente de compartir vestuario en el equipo nacional con uno de sus
ídolos. "Siempre me ha gustado el juego
de Carlos Arroyo. Es uno de los mejores
jugadores nacionales de la historia y todo
un ejemplo para mí. Espero que algún día
pueda lograr ganarme el respeto de los
rivales en la NBA como lo ha hecho él",
agrega. "Ya hemos jugado juntos, y creo
que el experimento funcionó. Aunque
los dos somos base, pienso que podemos
aprender a compenetrarnos y ayudar a la
Selección lo máximo posible. Es impresionante
jugar con Carlos", dice Barea.

La carrera de este deportista no ha hecho
más que empezar, pero él se siente con
fuerzas para meterse en la pelea por ser
un jugador importante dentro de la mejor
liga del mundo. Por eso señala que, aunque
se siente contento con lo que ha logrado
hasta ahora, sabe que eso no habrá
servido de nada si deja de esforzarse. "En
mi primer partido como titular, anoté 25
puntos y di cinco asistencias. Ese debe ser
mi nivel base. Tengo que intentar estar
siempre por encima de esos números. Así
seguiré progresando, estoy seguro".