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Capitán en Marea Revuelta

Nada más al entrar en el clubhouse de los Mets de Nueva York, en el Shea Stadium, te das cuenta de que Carlos Beltrán es uno de los pesos pesados de este equipo. El boricua se maneja con soltura entre sus compañeros, bromea con algunos, se pone serio y advierte a otros que tienen que mejorar respecto al juego de la noche anterior, y se sienta a atender a la prensa. Precisamente, los miembros de la prensa presentes en el vestuario se quedan boquiabiertos al ver a este gigantón nacido en Manatí, en la isla del encanto, y que lleva 3 años haciendo las delicias de la fanaticada de Nueva York.

Aunque sus comienzos en el equipo fueron más duros de lo esperado, y estos años han estado repletos de altibajos para uno de los equipos con mayor presupuesto de las Grandes Ligas, Beltrán ha sabido erigirse como líder de este vestuario, aunque él mismo se lo tome con gran naturalidad. "Aquí hay muchos líderes y cada cual guía de una manera distinta. Hay gente a la que le gusta levantar la voz y cargar con la responsabilidad dentro del clubhouse, mientras otros saben liderar al equipo afuera en el campo", asegura Carlos.

"A mí me gusta ayudar a mi equipo y me considero un líder tanto dentro como fuera del diamante. Cuando salgo a jugar intento sacrificarme por los demás y por el equipo, y cuando llegan momentos malos y hay que dar la cara, siempre estoy ahí para hacerlo. Sin embargo, esto no está dirigido por una sola persona. Esto es un juego en equipo y hay muchos líderes... Yo me siento parte de ese grupo fuerte de jugadores, pero soy igual a todos los demás".

Sus compañeros de equipo lo adoran. Ven en él más que a un gran jugador, ven a un líder espiritual al que siempre pueden recurrir cuando las cosas van mal. José Reyes, uno de los jóvenes del grupo, asegura que el peso de Beltrán en el dugout es muy palpable. "Eso es lo bueno de estar en un equipo con grandes jugadores. Los jóvenes tenemos espejos en los que mirarnos y jugadores veteranos a los que acudir cuando tenemos dudas. Para mí, Beltrán es uno de los mejores jugadores de la liga y contar con él como compañero de equipo me ha beneficiado mucho en el desarrollo de mi juego".

Pero no sólo los compañeros de Beltrán hablan maravillas de él. Sus rivales, incluso los más acérrimos como los Yankees, vecinos del Bronx, respetan la jerarquía del boricua y se deshacen en halagos hacia él. "Beltrán es, sin duda, el líder de los Mets. Es espectacular ver como el equipo ha evolucionado desde que él llegó de Houston. Me alegro mucho de que a un compatriota le vayan tan bien las cosas, pero cuando nos enfrentamos me olvido de cualquier amistad y respeto", comenta el también boricua Jorge Posada, catcher de los Yankees de Nueva York.

En abril de este año, los Mets parecían destinados a ganarlo todo; gracias en parte a la incorporación estelar, del lanzador venezolano Johan Santana. Sin embargo, el mal sabor de boca de la temporada pasada creaba cierta incertidumbre en el ambiente. Cuando el equipo de Queens se encaminaba directo a la Serie Mundial, un descalabro en los últimos 16 juegos de la temporada regular, de los que perdieron 11, les dejó sin opciones de jugar los playoffs, convirtiéndose así en el primer equipo de Grandes Ligas en desaprovechar una ventaja de 7-0 para clasificar a la segunda ronda. Por eso, esta temporada debía ser la de la venganza final, pero el equipo volvía a empezar demasiado flojo el campeonato.

Así y todo, Carlos Beltrán continuó manteniendo unas muy buenas estadísticas, siendo incluso uno de los jugadores más destacados durante ese fatídico sprint final de la temporada pasada, y el discreto arranque de este año.

"El equipo, la verdad, no ha estado jugando al nivel que debería. Tenemos mucho talento y debemos tratar de hacer las cosas bien. La temporada es muy larga y acaba de empezar. Hay que intentar mejorar en la ofensiva, en la defensiva y en el "pitcheo". Poco a poco, debemos lograr el balance adecuado, porque cuando consigues combinar esos factores, acabas formando un gran equipo", comenta Beltrán. "Yo me siento bien".

A pesar de las operaciones que tuvo en las dos rodillas durante las vacaciones, Beltrán cree que está bastante recuperado. "Me duele un poco la izquierda, pero no es un gran problema. Sólo tengo que seguir con la rehabilitación. Los doctores me dicen que sólo puede mejorar y que no debe empeorar, y eso me deja más tranquilo. Aunque ahora me duela, saber que más adelante estaré mejor me calma bastante".

Beltrán se confiesa un optimista empedernido y al hablar de su salud asegura que su estado va a seguir mejorando gracias a su esfuerzo y al del cuerpo médico. Tampoco se queda corto a la hora de hacer un análisis sobre las posibilidades de los Mets para este curso.

ESPN DEPORTES LA REVISTA


Esta nota forma parte de la edición

de julio 2008 en Estados Unidos.

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"Las cosas van a mejorar. Vamos a ganar más juegos y a jugar mejor béisbol, sólo es cuestión de tiempo. A veces, hay equipos que comienzan muy entonados y se quedan sin gas a mitad de temporada. Nosotros pensamos que esta temporada podemos terminar muy fuertes, especialmente después de aprender la lección del año pasado", confiesa el boricua. "No dudo de que podemos ganar la Serie Mundial. Tenemos un gran equipo y no veo razón por la cual no podamos proclamarnos campeones".

Aunque confiesa que el béisbol es su vida, a Beltrán le preocupa mucho el bienestar social y el hecho de que niños necesitados no tengan las armas básicas para defenderse por sí mismos en este mundo. El centerfielder de los Mets es un hombre creyente, y tiene una filosofía muy peculiar: el que da, recibe. Quizás por eso, a Beltrán no le dolió comprometerse a donar 500 dólares por cada RBI que consiguiera a la fundación neoyorquina Harlem RBI.

Ha donado más de 150,000 dólares ya, y asegura que piensa invertir mucho más en este tipo de iniciativas. "Intento brindar a la comunidad todo lo que puedo y más, pues Dios me ha dado la bendición de tener muchas cosas y de tener la oportunidad de ayudar a los más necesitados".

Beltrán coopera con la organización Harlem RBI desde hace algunos años con un programa que intenta ayudar a los niños que están en la calle porque los padres no tienen dinero para mandarlos a la escuela. Gracias a esta organización, los niños encuentran un lugar donde estudiar, donde jugar y hacer deporte, pero sobre todo un lugar donde están más seguros que en la calle.

"Fui a visitar el programa y me gustó muchísimo. Se enfoca en el deporte y los estudios, y yo creo que son cosas que van de la mano. Primero, hay que estudiar porque uno nunca sabe que puede pasar en la vida, y una carrera deportiva puede acabar tan pronto como empieza", asegura el puertorriqueño.

Pero Beltrán no sólo se ha dedicado a ayudar a los que más lo necesitan en Nueva York, pues también tiene planes para un superproyecto, el cual llevará su nombre, en su tierra natal. "En Puerto Rico estoy abriendo una academia de béisbol donde también se le dé mucha importancia a los estudios. Me parece que es una oportunidad que los chicos deberían aprovechar cuando son jóvenes, pues si no tienen la oportunidad de destacar en Grandes Ligas y llegar a jugar a un alto nivel al béisbol, siempre podrán cumplir sus sueños al ejercer su carrera académica".

Pocos atletas de alto nivel se vuelcan tanto con la comunidad como Carlos Beltrán, y él asegura que lo hace porque, al final del día, le queda la grata sensación de que está ayudando a alguien. De esta forma, el jardinero central de los Mets de Nueva York demuestra que, a veces, es más difícil ser líder fuera del parque, pero que también es infinitamente mejor.