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El Club de los Compadres

MÉXICO -- El futbol mexicano se ha vuelto de unos años a la fecha El Club de los Compadres. En la Federación Mexicana de Futbol, Decio de María es compadre real de Guillermo Cantú. A nivel de equipos, el presidente del Pachuca, Jesús Martínez es compadre del presidente del Morelia, Álvaro Dávila, y del titular de la Comisión de Arbitraje, Aarón Padilla.

¿Esto qué tiene que ver? Quizá nada, pero no deja de ser inquietante que siga creciendo la ola de compadrazgos que luego derive en situaciones extrañas en las que la amistad y la familiaridades de los dirigentes dé motivo a los malos pensamientos.

Igual ocurre con el Comité de Selecciones Nacionales, donde los compadres no reales, Justino Compeán, Decio de María, Jorge Vergara, Guillermo Cantú, Antonio Leonardo, Carlos Leaño, Fernando Acosta y Víctor Mahabub le dieron todo el respaldo en Guadalajara al "compadre" Sven-Göran Eriksson, al que jurar que lo protegierían porque ha aceptado sus errores y por lo tanto, quien acepta errores quiere aprender, según la teoría de Vergara, el vendedor de ilusiones y aspiraciones de éxito.

En ese club de compadres todo se perdonó: el fracaso de la selección ante Estados Unidos, la expulsión de Rafa Márquez, la bofetada de Paco Ramírez y la mediocridad total del equipo nacional.

Al finalizar la reunión, alguien debió colgar un letrero en las oficinas de Vergara: "Aquí no pasa nada. Todo es hermoso, maravilloso, grandioso... lástima que siempre pierda la selección de visitante".

El futbol mexicano está convertido en un club de amigos, de compadres, de familiares. Y por lo tanto, entre tantos amigos se pueden dar los favores, las complicidades, las multipropiedades, el pacto de caballeros, el draft, la abolición de la Ley Bosman, las violaciones a los reglamentos y estatutos, las protestas infundadas del Puebla, que no pertenece al club de los compadres y demás barbaridades.
Y mientras eso ocurre, el espectáculo que muestran los equipos en la cancha sigue a la baja, igual que el ráting en los partidos y las entradas en los estadios.

Ese es el fútbol que están fomentando las amistades y los compadrazgos en este fútbol de dar pena.

Eriksson temía por su cargo, pero le dijeron que no se apure, que cuando se case con una mexicana o una panameña, se haga compadre de Vergara, y si tiene algún bebé, que lo bautice Justino Compeán y que en la primera comunión lo apadrine Decio.

En el Club de los Compadres todo se permite, comenzando por la mediocridad.