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Custodio y confidente


BRISTOL -- Mucho se ha escrito sobre Roberto Clemente, y su hazaña de convertirse en el primer latino en conectar tres mil imparables en las Grandes Ligas, de la que celebramos en el 2012 el 40 aniversario. Pero pocos pueden hablar sobre el Astro Boricua como el veterano cronista deportivo Ramiro Martínez.

El legendario periodista cubano, residente en Puerto Rico por más de medio siglo, fue uno de los que trabajó estrechamente junto al fallecido guardabosque durante su carrera de 18 años en las Mayores.

Clemente conectó su icónico hit el 30 de septiembre de 1972 en el Three River Stadium de Pittsburgh, ante los lanzamientos del zurdo John Matlack, de los New York Mets. Ese evento, unido a su trágico fallecimiento en un accidente de avión mientras se dirigía a Nicaragua para ayudar a las víctimas de un terremoto, elevaron el perfil del pelotero puertorriqueño a la inmortalidad.

Martínez comenzó su vida como periodista deportivo en Nueva York en 1945 e inmediatamente comenzó a escribir para 12 periódicos y tres revistas, aplicando toda la experiencia aprendida en su natal Cuba. A través de toda Latinoamérica empezó a darse masivamente a conocer a través del programa radial "Cabalgata Deportiva Gillette", programa que condujo junto al ya fallecido narrador argentino y miembro del Salón de la Fama Eloy "Buck" Canel. "Con este programa -- por primera vez en la historia -- se narra béisbol de Grandes Ligas en vivo para los países hispanos. Se lo daban de gratis a todos los países", dijo Martínez en entrevista con ESPNDeportes.com.

Esas vivencias son las que le permiten entrar al mundo de las Grandes Ligas, e iniciar su estrecha relación con Clemente.

"A Roberto yo lo conocí en 1954. Yo trabajaba para los Rojos de Cincinnati. Me contrataron para que fuera secretario de viajes y director de promociones del equipo Cuban Sugar Kings en la Liga Internacional (Triple A). Roberto debutó con los Reales de Montreal en ese año en la Liga. De inmediato hicimos una gran amistad y nos veíamos con cierta frecuencia. Luego en 1960, me contrataron los Cardenales de San Luis para trabajar con la transferencia de los Miami Marlins a Puerto Rico para ser los Puerto Rico Marlins. Y ahí nuestra amistad se solidificó", indicó Martínez.

"Yo de Roberto fui el confidente, el amigo, el hermano, el productor. Yo fui quien se lo hizo todo a Roberto Clemente, todo de forma desinteresada, como un amigo. Todos los años de él en Grandes Ligas los pudimos cubrir en Pittsburgh, primero en el Forbes Field y luego en el Three River Stadium, e incluso cuando jugaban en Atlanta como visitantes también los llegamos a cubrir ahí, para todo Puerto Rico y Latinoamérica", dijo.

Martínez recuerda que a medida que se fue acercando a la hazaña, Clemente se seguía poniendo más y más presión en sí mismo. Y una de sus grandes preocupaciones era conseguir la marca en el estadio de Pittsburgh, ante su gente.

"El soñó con el hit 3000. Pero tenía una gran presión desde que llegó al 2,900. Él quería hacerlo en el Three Rivers Stadium, ante su fanaticada, en la ciudad que vio nacer a sus hijos, donde vivía con su esposa. Donde hizo sus luchas contra los que no simpatizaban con los negros o latinos como él. La presión era mayor en los días finales. En Filadelfia, pocos días antes, tenía la oportunidad de jugar para adelantar la meta, pero se sintió tan mal que tuvo que pedirle a su manager que no lo pusiera a jugar. Cuando llegamos a Pittsburgh, tres días antes de lograr la marca, recibió muchas visitas de Puerto Rico, personalidades del gobierno, amistades, fanáticos, y sin dudas, eso le ayudó a lograrlo", dijo Martínez.

Luego de conseguida la hazaña, en vez de celebrar la misma en Puerto Rico con bombos y platillos, y fiel a su espíritu desprendido, Clemente le pidió a Ramiro una celebración particular: llevar a cabo clínicas para los niños de Puerto Rico en diferentes partes del país.

"En el camerino, luego del partido, Roberto me dijo: 'Ramiro, yo quiero que me organices unas clínicas en diferentes lugares de Puerto Rico. Yo quiero celebrar el hit 3000 con los niños de mi pueblo'. Y así se hizo. La primera fue en Carolina, su pueblo natal, en la segunda semana de noviembre del 1972. La segunda fue en la Capital. La tercera la hicimos en la primera semana de diciembre en el estadio de Ponce. La cuarta clínica la hicimos en Mayagüez, la quinta la hicimos en el parque de Arecibo, y la última fue apenas a cuatro días de su partida física. Se celebró tal y como él lo quiso. No lo sabíamos en ese entonces, pero fue la despedida más dramática que le pudimos haber dado a Clemente", dijo Martínez con voz entrecortada, como quien recuerda a un entrañable amigo.

Martínez es un ávido coleccionista de memorabilia deportiva. En su residencia de tres niveles ubicada en Guaynabo, Puerto Rico, posee la que asegura es la colección de videos deportivos más grande del país, entre muchos otros artículos. De Roberto en particular, tiene una inmensa colección de más de 5,000 fotos, un disco conmemorativo en pasta que produjo en 1973, y que pasó a disco compacto en 2004 sobre diferentes momentos en la historia del pelotero, y por si fuera poco, guarda una figura de cartón de tamaño natural del insigne jugador. Y en cuanto a experiencias personales con Clemente, podría estar hablando semanas o incluso meses, sin tener que recurrir a papeles para recordar los detalles.

"Por ejemplo, en 1970 yo le organicé un homenaje a Clemente en Pittsburgh. Para ese homenaje yo estuve seis meses recogiendo cosas para llevarme para allá. Terminé recopilando 26 cajas de placas y pergaminos que recogimos de todo Puerto Rico. Ese fue el primer homenaje que se transmitió por satélite hacia Puerto Rico", comentó. Destacó además que en ese evento se tocó por primera vez el himno nacional de Puerto Rico, "La Borinqueña", en un estadio de Grandes Ligas.

Clemente vivió una época dura en el béisbol, donde a pesar de haberse roto las barreras raciales, se seguía practicando el racismo, y él tuvo que luchar contra todo eso, y eso lo hizo amigo de muchos, pero enemigo de muchos más dentro y fuera del deporte. Un ejemplo de eso quedó plasmado en la narración del también miembro del Salón de la Fama Felo Ramírez de su hit 3000.

"En su narración, una de las primeras cosas que dice Felo fue 'limpio completamente, como él lo quería'. Eso se debió a que en muchas ocasiones, y en especial los días antes del logro, Roberto había tenido muchas discusiones con los anotadores oficiales de los partidos, ya que le quitaban hits y se los convertían a errores, para no acreditárselos. Y Roberto siempre decía 'cuando logre el hit 3,000, quiero que sea limpio, que choque contra la cerca o algo así, para que no quede duda'. Y así mismo como lo planificó, lo consiguió", dijo Martínez, quien dijo además que dicha grabación es la mejor que ha escuchado en toda su carrera y que la misma es histórica, porque fue la primera en español en ser guardada en el Salón de la Fama en Cooperstown.

Muchas personas dentro del béisbol, y Ramiro confirma el dato, afirman que Clemente era el ser humano más extraordinario que ha conocido, un individuo muy desprendido. "Era una persona que se daba a los demás. Increíble", aseguró.

"Por darte un ejemplo nada más, en el caso de Roberto, él visitaba muchos hospitales y se creaba a sí mismo una presión tremenda, porque le pasaba mucho que el equipo salía de viaje, y él entonces tenía un itinerario aparte. Pero no fallaba una ciudad en la que hiciera obras caritativas, muchas veces sin el conocimiento de los medios de comunicación, tal como él lo quería", dijo Ramiro.

Para Martínez es más que evidente que Clemente habría brillado en esta época en las Grandes Ligas, y eso sin siquiera imaginarse la cantidad de dinero que habría podido devengar. Pero afirmó que una comparación entre ambas eras es injusta.

"La epoca de Roberto fue una bien frágil, no tiene comparación. Esta es una época totalmente distinta, es una era donde un pelotero sin jugar profesional ya puede ganarse $35 millones por 5 años comenzando mañana", dijo. "Toda esa gente como Clemente, [Willie] Mays, [Hank] Aaron, etc, sí tuvieron que amarrarse bien los pantalones para hacer lo que hicieron en las Grandes Ligas. No hay manera de hacer comparaciones entre las épocas", dijo convencido.

Martínez dijo además que el famoso número 21, que portó Clemente con orgullo, y que se dice que se debía a que era la suma de las letras de su nombre, debe ser retirado por todos los equipos de las Grandes Ligas, tal y como se hizo con el 42 de Jackie Robinson, quien rompió la barrera racial en las Mayores en 1947.

"¡Pero claro, chico! ¿Cómo no vamos a estar de acuerdo? ¡Todo el mundo tiene que estar de acuerdo!. Lo que hizo Roberto nadie lo podrá igualar jamás. Y ese número debería ser retirado para que todos los fanáticos siempre se acuerden, al igual que pasa con Robinson, de lo que hizo Roberto, no solo dentro del terreno, sino también fuera de él", finalizó diciendo Martínez.

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