Carlos Irusta 9y

Matthysse: Una gran victoria

VERONA, NY -- La noche terminó para Lucas Matthysse a eso de las cuatro de la mañana, luego de cenar con todo su grupo en el Emerald, el único restaurante abierto las 24 horas en el Casino Turning Stone, de Verona. Antes se había sometido pacientemente al control antidoping. Y, cuando bajó de su suite rumbo al restaurante, debió sacarse muchas fotos con todos los que lo esperaban: habían sido testigos de una gran pelea. Y todos querían un recuerdo.

Los pronósticos de que iba a ser una pelea difícil para Lucas y Ruslan Provodnikov se cumplieron con creces. Y la promesa de Matthysse de que iba a ganar boxeando con inteligencia, también. El combate fue a 12 asaltos y, aunque no hubo título alguno en juego, quedó en claro que fue entre dos de los mejores exponentes de la categoría súper ligero, en donde aún reina Danny García, aunque este anunció de que se pasará de división.

Cuando la campana llamó al último asalto, los cinco mil asistentes -se vendieron todas las entradas- estallaron en un unánime aplauso. Es que Provodnikov, con el rostro totalmente magullado, dio un paso hacia Matthysse para estrecharlo en un abrazo. Hidalgo gesto entre dos guerreros de ley. La pelea había sido de gran emotividad.

Matthysse salió desde el primer asalto a marcar las diferencias con su velocidad de manos y de piernas, para establecer la distancia larga que le convenía. Los que dudaban de que no fuera lo suficientemente enérgico desde el comienzo, se equivocaron. La estrategia, marcada por su técnico principal Cuty Barrera y apoyada por el ex triple campeón mundial Látigo Coggi, dio resultado.

Parecía fácil: imponer el ritmo en base a jabs a la cabeza, salir a los costados, anticipar siempre y no aceptar el cambio de golpes en la corta distancia. De hecho, fue tanta la cantidad de envíos del argentino, que para el segundo round Provodnikov no solamente lucía impotente, anunciando sus zarpazos de derecha, sino que sufrió además un corte sangrante en la ceja izquierda.

De esta forma, Matthysse impuso su velocidad, pues además del jab, conectó claramente sus derechas en gancho ascendente y en directo. Avanzando en línea recta, el ruso, valiente y entusiasta, recién logró una ventaja en el cuarto asalto, luego de haber recibido un durísimo castigo en el segundo asalto.

"El jab es un arma fundamental en el boxeo -dijo luego Oscar De La Hoya- y les recomendaría a los boxeadores mirar esta pelea, para que vean cómo se trabaja con esa mano, lo de Lucas fue de manual", concluyó.

De hecho, Lucas confesó más tarde que se cansó de pegar. "Le di con todo, pero él seguía adelante, es un guerrero de verdad, tremendo". De La Hoya redondeó con una frase sencilla pero justa: "A este hombre hay que pegarle con un martillo para doblegarlo".

Por algo a Provodnikov lo llaman "El Rocky Siberiano": no sabe de retrocesos. Para el sexto, pareció quedarse parado. No podía esquivar prácticamente ningún golpe del argentino, que lució totalmente enfocado en la pelea, martirizando con sus jabs a un hombre cuyo rostro comenzaba a ser una máscara de sangre.

Sin embargo, y a pesar de todo, Provodnikov salió al sexto dispuesto a arrollar a Matthysse. A esa altura, el argentino mantenía su vigor, pero ese crecimiento de Ruslan encendió una luz de alarma. ¿Cómo hacer frente a un hombre que, a pesar del castigo, no deja de atacar? Matthyse sufrió más de una embestida, y hasta llegó a trastabillar ante el ataque de Ruslan, pero sus manos siempre eran las más sólidas.

El estadio era una caldera. Por momentos, era el "Lucas, Lucas" el que encendía el ambiente. Pero cada vez que si rival lograba atropellarlo, surgía el "Ruslan, Ruslan". Todos sabíamos desde antes que iba a ser una pelea dramática, pero una cosa era palpitarla y otra verla.

Cansado de pegar retrocediendo, Matthysse perdió el ritmo a partir del décimo asalto. Parecía que, a pesar del tremendo castigo recibido, Ruslan aún tenía oportunidad de conmover al argentino. De hecho, lo logró en el undécimo, dándole a la pelea una vibración diferente. Todos los golpes conectados por Lucas, a pesar de su potencia, no habían puesto en peligro la vertical de Ruslan. Y, por el contrario, fue el ruso quien logró preocupar al argentino.

Sin embargo, y a pesar del cansancio de ambos, Lucas resistió, aun cuando ya su jab, funcionando bien, salía por ráfagas y con menos potencia que antes. Para nosotros, pese a todo su empuje, Provodnikov no lograba desnivelar las tarjetas, aunque en el ring seguía siendo -y más que nunca- una amenaza constante.

Sí, claro que le costaron los últimos dos asaltos a Matthysse, porque Ruslan a pesar del rostro desfigurado -de hecho fue evidente que por momentos tiraba los golpes más al bulto que otra cosa, porque no podía ver bien-, seguía avanzando.

Tuvo más final Ruslan, pero en todos los casos, los golpes más claros fueron del argentino, quien con su derecha ascendente martirizó al rival.

Para nosotros, cuando concluyó la pelea, no había dudas de la victoria de Matthysse. 115-113. Don Ackerman votó 144 iguales mientras que John McKaie y Glenn Feldman terminaron con 115-113 para el argentino.

En la conferencia de prensa, el propio Provodnikov aceptó la derrota, felicitó hidalgamente a Lucas y le pidió una revancha. "Cuando llegue a mi tierra encenderé una vela en la iglesia por Lucas y su familia, esta noche me ganó en buena ley", dijo.

"Fue una de las mejores peleas de mi vida, me cansé de pegarle. Sí, me duele la mano derecha, pero no es grave, simplemente fue como darle a una pared", dijo. Y, cuando le preguntamos si lo sorprendió la tarjeta de empate, aceptó que "No se cómo fue el fallo, porque ni siquiera sé cómo fueron las tarjetas". Cuando se las dimos, dijo: "Había que ganar y gané. Ahora espero que cumplan con lo que me prometieron", haciendo alusión a que en su visita a Buenos Aires, Oscar De La Hoya, titular de Golden Boy, dijo que si ganaba Lucas, tratarían de ir con el ganador de Mayweather-Pacquiao.

Con un raspón debajo de un ojo, Lucas no paró de sonreír, sabiendo que ha logrado un triunfo de gran importancia, toda vez que le abre de par en par las puertas de HBO. "Ahora, lo único que quiero, es descansar un poco y estar con mi familia. Y después empezaré a entrenar para pelear con el que venga, yo quiero pelear con Mayweather o con Pacquiao", aseguró.

Según la empresa CompuBox, fue ésta la pelea en la que Lucas tuvo mayor cantidad de lanzamientos, 1.034 golpes, de los cuales conectó 327, el 32%. A su vez, Ruslan tiró 755 y pegó 201, el 27%.

Todo el grupo festejó con calma. Mario Arano, el promotor de Lucas, está muy entusiasmado como es lógico, porque sabe todo lo que se viene para su boxeador. Además de Barrera y Coggi, estuvo el trabajo de "El Cirujano" Morales con las manoplas y la preparación física de Matías Erbin. El doctor Eduardo Leguizamón, en este caso no tuvo demasiado trabajo: la mano derecha de Lucas quedó hinchada, pero no luce como una lesión importante. Por ahí se vino Ezequiel Matthysse, el sobrino de Lucas, quien entrena en Oxnard con Robert García y también estuvo Nino López, quien se incorporó a Golden Boy.

Se fue Lucas a su cuarto, rodeado de su grupo y de los muchos argentinos que vinieron a verlo desde muchas localidades de los Estados Unidos, y de muchos latinos que lo tienen, hoy, como un gran referente.

Se fue Lucas a su cuarto, luego de una tremenda batalla, en donde demostró que se puede ganar con inteligencia y estilo. Eso sí, lanzando 1.034 envíos, es todavía mucho mejor...

Provodnikov fue al hospital, contra su voluntad, pero con un sentido lógico, porque recibió un gran castigo.

Lucas se fue a su cuarto, acompañado de su celular, leyendo y enviando mensajes, tal vez sin darse cuenta del todo de que acababa de ganar la que, hasta ahora, ha sido la mejor pelea de su vida...

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