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La singular historia de Messi en Berlín

BERLÍN (ENVIADO ESPECIAL) -- La imagen forma parte de la historia de la Copa del Mundo. Un joven Lionel Messi, sentado en el banco de suplentes, mira hacia el horizonte buscando una explicación que no va a llegar. José Pekerman ha decidido no mandarlo a la cancha en el partido de cuartos de final frente a Alemania y el diamante en bruto de la Selección Argentina sufre desde afuera. El ingreso de Julio Cruz en lugar de Hernán Crespo le cerró la puerta y Messi vio desde afuera la caída de su equipo en la definición por penales.

Aquella mirada triste es la última imagen que le quedó al mundo del crack rosarino en el estadio Olímpico de Berlín. La Selección Argentina quedó eliminada sin su jugador más determinante en cancha. Pasaron casi nueve años de esa derrota amarga y ahora llegó el momento de que Lionel Messi entierre para siempre el dolor de ni siquiera haber tenido la oportunidad de dar vuelta la historia. Hoy ya no es ese pibe que todos pedían por su desfachatez y que era la esperanza del fútbol nacional. Hoy es el mejor futbolista del mundo, uno de los mejores de la historia, el dueño de todos los récords. Pero con Berlín tiene una cuenta pendiente personal.

Pekerman lo hizo debutar, la dio confianza y lo llevó al Mundial a pesar de su juventud e inexperiencia. La idea del cuerpo técnico era que le tomara el pulso al Seleccionado, que comenzara de a poco a sentirse importante. Pero su talento era tal que desde el preciso instante en el que se probó el uniforme nacional, el país entero pidió por él. Sin embargo, el técnico mantuvo su plan y sólo lo puso como titular frente a Holanda en el tercer partido de la fase inicial.

Messi marcó un tanto en la goleada 6-0 frente a Serbia y Montenegro y fue muy importante en el juego de octavos de final contra México, cuando ingresó y le dio otra velocidad al ataque. Argentina llegó a Berlín como uno de los mejores equipos del certamen y para muchos aquel duelo frente a los anfitriones era una especie de final anticipada.

El renovado estadio Olímpico se vistió de gala. Los 72.000 espectadores quedaron en silencio cuando Roberto Ayala abrió el marcador en el inicio del segundo tiempo. El conjunto visitante era superior y controlaba el partido hasta que, a los 26 minutos, Roberto Abbodanzieri chocó con Miroslav Klose y debió ser reemplazado. Ese hecho atentó contra las posibilidades de saltar a la cancha de Lionel Messi. Pekerman perdió un cambio y decidió utilizar los dos restantes en Esteban Cambiasso (por Riquelme) y Julio Cruz (por Crespo). Esa última modificación era la que el mundo entero esperaba para el ídolo de Barcelona.

Vio los penales con la tristeza de un niño al que le quitan su juguete más preciado. Esto es mucho más que una metáfora. Es la más cruda realidad. Messi no ocultó su aflicción por quedarse en el banco. Fue transparente y ni siquiera se preocupó por sufrir con sus compañeros la definición por penales. Él quería estar ahí y la tribulación por quedarse afuera superó cualquier otro sentimiento. Por eso es tan importante para él volver a ese escenario. Porque no hizo lo que es más importante en su vida: jugar.

Hugo Tocalli explica aquella polémica decisión: “Todos nos critican porque el último partido que empatamos con Alemania, cuando hacemos el cambio que nos quedaba, íbamos ganando 1 a 0 y no lo pusimos. Si se repitiera el mismo partido, volveríamos a hacer lo mismo. No nos olvidemos que en el partido anterior, empatábamos 1 a 1 y entraron Messi y Aimar, quiere decir que no fuimos ni caprichosos ni tampoco contra Messi”.

El próximo 6 de junio en el césped del Olímpico de Berlín habrá otros dos argentinos que también lloraron aquel día. Javier Mascherano y Carlos Tevez fueron titulares y al menos tuvieron la chance de intentar dar vuelta la historia en la cancha. Nueve años después el destino los vuelve a reunir en el mismo sitio. Ya no son esos pibes sin techo. Son figuras del fútbol mundial, jugadores con decenas de títulos que se enfrentarán a un nuevo desafío. Igual que otros que ya superaron. Pero diferente.