PARIS -- "Nunca en mi vida me sentí tan feliz por haber perdido. Con los cuatro goles que me hicieron, salvé la vida a once seres humanos. Me contaron antes de empezar el partido que los italianos habían recibido un telegrama de Mussolini que decía: Vencer o morir". El arquero húngaro Anta Szabo explica mejor que nadie lo ocurrido antes de la gran final del campeonato del mundo.
Como ya había sucedido en 1934, el régimen fascista de Benito Mussolini necesitaba una victoria deportiva para mantener alto el ánimo del pueblo. Hace cuatro años, el presidente de la Federación Italiana de Gioco Calcio, Giorgio Vaccaro, había afirmado: "La última meta del acontecimiento será la de demostrar al universo lo que es el ideal fascista del deporte". Hoy, Mussolini fue más allá.
Antes de la gran final frente a Hungría, un telegrama llegó a manos del entrenador italiano Vittorio Pozzo. Llegaba desde Italia y su contenido era de sólo tres palabras: "Vencer o morir". El remitente era conocido: el presidente italiano Benito Mussolini otra vez ponía sus ojos en el resultado futbolístico, algo que en definitiva no le importa nada.
Tras leer el mensaje, Pozzo le dijo a sus dirigidos: "No me importa cómo, pero hoy deben ganar o destruir al adversario. Si perdemos, todos lo pasaremos muy mal". Dentro de la cancha, Italia volvió a demostrar su superioridad y goleó 4-2 a Hungría para levantar su segunda Copa del Mundo.
Tras la victoria, el entrenador italiano afirmó: "Hemos jugado para ganar la Copa, eliminando de nuestro juego todo lo que no era útil para el fin perseguido y conservando sólo un fútbol estructural". Nunca admitió lo que todo el mundo sabe: ese telegrama con sabor a muerte.