BUENOS AIRES -- La Copa Libertadores de América ha consagrado a un nuevo campeón: Atlético Mineiro, sí, el "Galo" de Belo Horizonte, acaba de grabar su nombre para siempre en el preciado trofeo.
Lo logró en esta 54º edición del máximo certamen continental. Y lo hizo después de una segunda final electrizante ante Olimpia de Paraguay, que debió resolverse por tiros desde el punto penal, después de un 2-0 que igualó la serie, y tras un alargue que no cambió nada.
Y allí, en esa dramática definición, el héroe del conjunto brasileño fue el mismo que en los cuartos de final (ante Tijuana) y en las semifinales (ante Newell´s). ¿Quién? Su arquero Víctor. Ante los mexicanos le tapó un penal sobre la hora a Riascos que significaba la eliminación; y contra Newell´s fue decisivo en la tanda, con tapada a Maxi Rodríguez incluída que selló el pasaje a las finales. Ahora, nuevamente, se vistió de "SuperVíctor" para detener el primer disparo de Miranda y "cocinar" la cuestión. Una curiosidad: en los 3 casos, todos determinantes, se adelantó alevosamente. Nunca se lo cobraron.
Olimpia se va con una pena enorme, una amargura infinita, ya que estuvo a sólo 3 minutos de consagrarse. Su DT Ever Almeida, pura sabiduría y experiencia, resumió de manera perfecta el desenlace: "No se puede perdonar tanto en una final. Tuvimos 4 chances claras y no metimos ninguna. Y lo pagamos carísimo". Tal cual.
¿Es justa la consagración de Atlético Mineiro? Difícil determinarlo. Fue el mejor equipo de la fase de grupos, quedándose con el número 1 de la tabla general. Después, en octavos de final, aplastó al San Pablo. Pero, lo dicho, terminó igualado las 3 series siguientes. Ante Tijuana pasó por más goles de visitante; y ante Newell´s y Olimpia por penales después de remontar en ambos casos un 0-2 en la ida. ¿Entonces? Desde lo futbolístico no fue más, ni menos, que sus 3 últimos rivales. Pero les sacó una luz de ventaja, mínima, en los momentos culminantes. Nada para reprocharles a los de Cuca, no son un gran campeón, pero sí un campeón legítimo.
MINEIRO BUSCÓ, OLIMPIA PERDONÓ
El análisis de los 120 minutos podría resumirse en la búsqueda incesante y desesperada de los locales, que tuvieron dominio de campo y pelota (70% de posesión del balón). Una prueba contundente del asedio: los brasileños tiraron alrededor de 60 centros durante el match. Sí, 60, una barbaridad.
¿Eso otorga algún merecimiento? No. Pero sí es un dato a tener en cuenta que Ronaldinho y compañía generaron 15 aproximaciones de gol, la mayoría por esa vía, tal es así que los dos goles vinieron de ese modo.
El "Decano" guaraní tuvo 4. Bareiro, Alejandro Silva, Salgueiro y Ferreyra las desperdiciaron. Un pecado, porque fueron clarísimas. Si una solita hubiese entrado, el título hubiera viajado para Asunción. Pero no entró ninguna.
El 0-0 de la primera mitad acercaba a los paraguayos a la gloria. Más aún porque la sensación de esos 45 iniciales era inequívoca: Mineiro mandaba, pero le faltaba aceleración en los metros finales para atropellar a su rival.
Pero todo cambió sustancialmente en el complemento.
En apenas 56 segundos, llegó el primero: centro del ingresado Rosinei, Pittoni que no pudo rechazar, y Jo que facturó (y de paso se convirtió en el goleador de esta Copa).
Mineiro era una tromba; Olimpia aguantaba como podía los permanentes embates.
Y a los 87, cuando parecía que la historia se cerraba a favor de los visitantes, vino el segundo. Tras un centro, claro. Bernard lo tiró desde la derecha, y Leo Silva cabeceó bombeado para desatar la locura.
2-0. Todo igualado.
El alargue no modificó posturas. Olimpia, con 10 desde los 84 (expulsado Manzur), resistía. Mineiro iba.
El tiempo extra, finalmente, derivó en los penales. Y el final ya se lo contamos al principio.
LA ALEGRÍA, OTRA VEZ, ES BRASILEÑA
Vibra el imponente y hermoso Mineirao. Atlético Mineiro es el campeón.
Por cuarta vez consecutiva, un equipo brasileño levanta los brazos (anteriormente Internacional de Porto Alegre en 2010; Santos en 2011 y Corinthians en 2012).
Ya es jueves 25 de julio (el encuentro arrancó el miércoles 24) cuando Matías Giménez estrella la última bola del certamen en el travesaño. En esa fecha se fundó Olimpia, allá por 1902, por lo que está cumpliendo 111 años de frondosa trayectoria y éxitos. Pero esta vez no será un cumpleaños feliz.
Ronaldinho no pudo patear el último penal para el que estaba designado. Pero eso ya no le importa a nadie. Víctor ya hizo lo suyo y el "Galo" se trepó hasta el cielo.
Con 105 años de historia, los de Belo Horizonte representarán a Sudamérica en el próximo Mundial de Clubes que se disputará en diciembre en Marruecos.
Felicitaciones para Atlético Mineiro. La cima del fútbol sudamericano, al menos por un año, ya es suya.