Sí, fue demasiado fácil, lamentablemente fácil. Saúl Canelo Alvarez (43-1-1 y 31 KO) ganó luciéndose y sin despeinarse la pelea que estaba obligado a ganar y Alfredo Angulo (22-4 y 18 KO) no hizo nada de lo que esperábamos que hiciera. Para completar el show, el referí Tony Weeks detuvo la batalla en una decisión absurda durante el décimo asalto. El público abucheó y con razón, claro ¿Qué le pasó al Perro? ¿Se olvidó de ladrar? ¿Lo cohibió su primera pelea estelar en PPV o sufrió del mismo mal que aquejó a Austin Trout frente a este mismo rival?
Pero vamos a la pelea que vimos. Técnicamente se sabía que Canelo era superior, pero también se sabía que la mano de Angulo era más pesada y su presión inicial debía complicarlo. Pero no hubo presión ni hubo mano pesada. Angulo pareció un sparring, un actor secundario que recibía golpes sin devolverlos ni ponía algo más que un caminar errático por el ring.
Canelo fue trabajando tranquilo desde la distancia, utilizando el jab a voluntad, variando las combinaciones y hasta tomándose descansos en los cuales su rival acortaba la distancia, sin que ello fuera peligroso. En uno de esos intercambios, cuando Angulo soltaba golpes parecía que lo hacía en cámara lenta y cada impacto, o bien marraba o llegaba sin fuerza al rival.
Hasta el sexto asalto la batalla -- si así podemos llamarla -- fue un monólogo de Canelo. En el colmo de lo ilógico, no hubo más remedio que recordar las peleas anteriores de los dos rivales. "Esta vez Canelo hizo todo lo que no hizo contra Floyd y esta vez Angulo no hizo nada de todo lo que hizo contra Erislandy Lara".
Algunos comentaristas mexicanos, que tuve oportunidad de escuchar, se preguntaban: "¿Qué le pasa a Angulo? No le hemos visto enviar uno solo de sus golpes, de esos que lo hicieron famoso, cuando pone todo el peso de su cuerpo en el impacto". Yo también me preguntaba lo mismo, aunque confieso que hasta el cuarto asalto imaginaba que aquello era solo una estrategia con la cual Virgil hunter (entrenador de Angulo) quería sorprender a propios y ajenos.
Hasta me ilusioné cuando en el octavo asalto Angulo pareció despertar, ayudado por un Angulo que lo invitaba a pelear. Fue el momento emotivo en que toda la fanaticada mexicana aplaudió de pie. Pero no pasó de eso. El noveno asalto fue más de lo mismo y en el décimo apareció el tercer hombre en el cuadrilátero para poner el punto final a la mala obra. Ante un gancho de Canelo que llegó a la barbilla de Angulo, decretó el fin del combate y la victoria por KOT de Canelo.
Angulo protestó. No sé si con pocas o muchas ganas. La gente incrementó su abucheo y hasta alguno de los presentes lanzó un proyectil que felizmente no encontró contagio en el resto. Alvarez dijo que no entendía la razón de la detención ya que él estaba para pelear otros diez asaltos. Creo que fue lo único sensato. En una pelea tan cómoda podía seguir peleando todo el fin de semana.
Al final de la batalla no sabemos cuántas cajas de PPV vendió este programa, pero no tengo dudas que para muchos de los fanáticos que lo observaron por TV ni la pelea ni el final de la misma los habrá dejado satisfechos. Tampoco los fanáticos presentes en el MGM Grand se habrán ido felices.
La victoria fue importante para Canelo, una derrota u otra mala performance haría más espinoso su futuro comercial. En el boxístico, no pesaría tanto debido a sus pocos años. Contra quién se enfrentará en el futuro cercano, es difícil predecirlo. Ya mostró que empieza a tener problemas para dar las 154 libras, aunque es difícil imaginarlo enfrentando a cualquier mediano de primer línea. Seguramente buscará un título ante alguno de los campeones de 154 libras o se las verá con Miguel Angel Coto luego de su pelea contra Maravilla Martínez.
A Alfredo Angulo, seguramente, lo veremos pronto ante un buen rival y seguramente con una imagen muy distinta a la que dejó este sábado contra Saúl Canelo Alvarez, donde lo más importante fue el cheque recibido, el mayor de su carrera. Del resto, del resto habrá que olvidarse rápido.