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¿Un chiste de mal gusto?

MÉXICO -- Casi puedo imaginar la conversación telefónica.

"Bueno, sí, ¿JaMarcus? Hola, mira te hablamos para ver si te interesa participar en un último juego de fútbol americano en esta temporada, dado que no jugaste mucho al final de la campaña con los Raiders... ¿Dónde se celebra? En Miami, Florida... ¿Cuándo? Una semana antes del Super Bowl. Va haber mucha prensa allí... Es más piensa, que es un cuasi Super Bowl... Formarías parte de un equipo de jugadores estelares, de tanto nivel como tú, y te protegeríamos porque no permitimos que las defensivas realicen cargas ni maniobras exóticas... Apuesto a que podrías terminar con un índice de pasador de por lo menos 80 puntotes... Bueno, platícalo con tu agente y nos haces saber tu decisión, pero te pedimos que sea pronto porque se acerca la fecha y se nos están acabando las opciones... Gracias".

Está bien, quizás exageré un poco. Pero sólo un poco.

Repasando las plantillas de la AFC y NFC para el próximo Pro Bowl --listados que vienen cambiando varias veces al día-- veo nombres que en mi cabeza chocan con la noción de lo que entiendo debe ser un jugador de Pro Bowl.

Matt Schaub (titular), Vince Young, David Garrard, Mario Williams (titular), Kyle Vanden Bosch (titular), Shaun Ellis, Yeremiah Bell, Donovan McNabb, Steve Smith, Ryan Kalil, Justin Smith, Clay Matthews, Terence Newman (titular), Mike Jenkins, Quintin Mikell, Antrel Rolle, etc., etc., etc.

Seguro, en esa lista aparecen algunos jugadores que sí han demostrado tener calidad de Pro Bowl... sólo que eso no sucedió en el 2009.

No me queda duda de que el Pro Bowl se ha vuelto una especie de mal necesario. Los aficionados quieren ver enfrentándose entre sí a lo mejor de lo mejor, y los jugadores merecen esta clase de reconocimiento después de la temporada. Pero cada año parecen ser más las deserciones, y este año parece haber sido el peor de todos. La calidad sobre el terreno de juego parece ser cada vez menor, y la decisión de la NFL de cambiar de sede es un acto que puede parecer desesperado.

Sabemos que hay ciertos jugadores que cada año deciden despreciar la oportunidad de jugar en el Pro Bowl por default, como habían hecho recientemente Tom Brady y Brett Favre entre otros, pero este año la lista de los que se retiran por lesión parece haber incrementado con respecto a otras ediciones.

Philip Rivers, Randy Moss, Brian Cushing, Steven Jackson, Larry Fitzgerald, Andre Gurode, Kevin Williams y Lance Briggs están entre los que citan lesión como razón para no participar.

Pero lo peor de todo es que la liga no ayuda.

Al celebrarlo por primera vez una semana antes del Super Bowl, la NFL nos está quitando la oportunidad de ver a los jugadores de los equipos finalistas. Peyton Manning, Reggie Wayne, Dallas Clark, Jeff Saturday, Dwight Freeney, Robert Mathis, Antoine Bethea, Drew Brees, Jonathan Goodwin, Jahri Evans, Jon Stinchcomb, Jonathan Vilma, Roman Harper y Darren Sharper son los 14 jugadores --sí, 14-- a los que la liga les quitó la posibilidad de decidir si jugaban o no el partido anual de "todo estrellas" de la NFL.

Pero las cosas no para allí. Al jugarse una semana antes del Super Bowl, la NFL le está quitando dos semanas de descanso y recuperación a los jugadores que no participan en el juego grande. Esto pesa más, evidentemente, a los jugadores que participaron en postemporada, y particularmente los que llegaron al Juego de Campeonato de Conferencia, quienes sólo disponen de una semana para recuperarse de una derrota que los deja agotados física y mentalmente. Por ello no sorprende que cinco de los 10 Minnesota Vikings nominados para el Pro Bowl ya se haya retirado del juego. Además de Favre y Williams, Sidney Rice, Percy Harvin y Antoine Winfield dijeron "gracias, pero no gracias" (aunque, como leí en algún comentario de algún blog en algún punto del ciberespacio, esto evitará efectivamente que haya 12 Vikings en la reunión previa a la jugada).

Por supuesto, también está la dudosa decisión de la NFL de cambiar el juego de sede. Ahora, en lugar de que los jugadores elegidos --sobre todo los que son escogidos al Pro Bowl por primera vez-- se emocionen por la posibilidad de brindar a sus familias unos días de vacaciones en las exóticas islas hawaianas, el partido se celebra en Miami, donde un gran porcentaje de jugadores reside durante la temporada baja. Cabe especular cuántos jugadores no hubieran dicho "paso" de haberse celebrado, como siempre, en el Aloha Stadium de Honolulu.

Claro, no podía faltar la cereza del pastel. El hecho de que se celebre el Pro Bowl una semana antes del Super Bowl --que como dije anteriormente, parece una medida desesperada para explotar al máximo todo el circo creado por el súper domingo-- puede afectar negativamente a los jugadores mencionados arriba que forman parte de los equipos contendientes al Trofeo Vince Lombardi. Mientras los Indianapolis Colts y New Orleans Saints se preparan para disputar el título de la NFL, los jugadores de estos equipos deben separarse de sus clubes, viajar a Miami antes que el resto de sus compañeros, y hacer algunas apariciones con motivo del Pro Bowl.

"Es estúpido", expresó al respecto el presidente de los Colts, Bill Polian, en entrevista con la estación de radio 1070 The Fan. "Es una interrupción, pero lidiaremos con ello".

"Si no fuera por la interrupción del Pro Bowl, podrían tener el fin de semana libre, pero no pueden porque debemos enviar a esos jugadores a Miami para hacer quién sabe qué cosas", añadió Polian. "Regresaremos y entrenaremos el domingo, y los jugadores de Pro Bowl harán a hacer lo que tengan que hacer y entonces el equipo saldrá [rumbo a Miami] el domingo".

Es evidente que el Pro Bowl se ha convertido en un chiste de mal gusto, e incluso en algo detestable para algunos dentro de la NFL. La liga intentó hacerlo más atractivo cambiando la sede y fecha, pero sufrió el mítico "tiro por la culata", y este año posee el potencial de tener el peor Pro Bowl de la historia.

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